Ciudad
del Vaticano, 4 de abril 2015 (VIS).--La solemne Vigilia de Pascua ha
comenzado esta noche a las 20,30 en la basílica de San Pedro. El
Papa Francisco ha presidido los ritos que comienzan con la bendición
del fuego, en la entrada de la basílica, y la preparación del cirio
pascual y prosiguen con la procesión hacia el altar mayor, con el
cirio ya encendido, el canto del Exsultet y la Liturgia de la
Palabra. En el curso de la ceremonia ha administrado los sacramentos
de la iniciación cristiana (Bautismo, Confirmación y Primera
Comunión) a diez personas procedentes de Italia, Portugal, Albania,
Kenya y Camboya.
Después
de la proclamación del Evangelio, el Obispo de Roma pronunció una
homilía en la que recordó que fueron las mujeres las primeras que
entraron en el sepulcro vacío e invitó a todos a aprender de estas
discípulas de Jesús a no perder ni la fe ni la esperanza.
''Esta
noche es noche de vigilia -dijo- El Señor no duerme, vela el
guardián de su pueblo, para sacarlo de la esclavitud y para abrirle
el camino de la libertad. El Señor vela y, con la fuerza de su amor,
hace pasar al pueblo a través del Mar Rojo; y hace pasar a Jesús a
través del abismo de la muerte y de los infiernos.
Esta
fue una noche de vela para los discípulos y las discípulas de
Jesús. Noche de dolor y de temor. Los hombres permanecieron cerrados
en el Cenáculo. Las mujeres, sin embargo, al alba del día
siguiente, fueron al sepulcro para ungir el cuerpo de Jesús. Sus
corazones estaban llenos de emoción y se preguntaban: ''¿Cómo
haremos para entrar?, ¿quién nos removerá la piedra de la
tumba?...''. Pero he aquí el primer signo del Acontecimiento: la
gran piedra ya había sido removida, y la tumba estaba abierta.
''Entraron
en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de
blanco''. Las mujeres fueron las primeras que vieron este gran signo:
el sepulcro vacío; y fueron las primeras en entrar. ''Entraron en el
sepulcro''. En esta noche de vigilia, nos viene bien detenernos en
reflexionar sobre la experiencia de las discípulas de Jesús, que
también nos interpela a nosotros. Efectivamente, para eso estamos
aquí: para entrar, para entrar en el misterio que Dios ha realizado
con su vigilia de amor. No se puede vivir la Pascua sin entrar en el
misterio. No es un hecho intelectual, no es sólo conocer, leer... Es
más, es mucho más.
''Entrar
en el misterio'' significa capacidad de asombro, de contemplación;
capacidad de escuchar el silencio y sentir el susurro de ese hilo de
silencio sonoro en el que Dios nos habla. Entrar en el misterio nos
exige no tener miedo de la realidad: no cerrarse en sí mismos, no
huir ante lo que no entendemos, no cerrar los ojos frente a los
problemas, no negarlos, no eliminar los interrogantes... Entrar en el
misterio significa ir más allá de las cómodas certezas, más allá
de la pereza y la indiferencia que nos frenan, y ponerse en busca de
la verdad, la belleza y el amor, buscar un sentido no ya descontado,
una respuesta no trivial a las cuestiones que ponen en crisis nuestra
fe, nuestra fidelidad y nuestra razón.
Para
entrar en el misterio se necesita humildad, la humildad de abajarse,
de apearse del pedestal de nuestro yo, tan orgulloso, de nuestra
presunción; la humildad para redimensionar la propia estima,
reconociendo lo que realmente somos: criaturas con virtudes y
defectos, pecadores necesitados de perdón. Para entrar en el
misterio hace falta este abajamiento, que es impotencia, vaciándonos
de las propias idolatrías... adoración. Sin adorar no se puede
entrar en el misterio.
Todo
esto nos enseñan las mujeres discípulas de Jesús. Velaron aquella
noche, junto la Madre. Y ella, la Virgen Madre, las ayudó a no
perder la fe y la esperanza. Así, no permanecieron prisioneras del
miedo y del dolor, sino que salieron con las primeras luces del alba,
llevando en las manos sus ungüentos y con el corazón ungido de
amor. Salieron y encontraron la tumba abierta. Y entraron. Velaron,
salieron y entraron en el misterio. Aprendamos de ellas a velar con
Dios y con María, nuestra Madre, para entrar en el misterio que nos
hace pasar de la muerte a la vida''.
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