Ciudad
del Vaticano, 17 enero 2014
(VIS).-Con ocasión de la festividad de san Enrique de Uppsala,
patrón de Finlandia, el Papa Francisco ha recibido esta mañana en
audiencia a una delegación ecuménica de la Iglesia Luterana de esa
nación, que-desde hace veinticinco años por estas fechas viene en
peregrinación a Roma.
“A
los miembros de la comunidad de Corinto, marcada por las divisiones
-les ha dicho el Papa- el apóstol pregunta: “¿Es que Cristo está
dividido?”. Esa pregunta es el tema de la Semana de Oración por la
Unidad de los Cristianos que se abre mañana;hoy está dirigida a
nosotros. Frente a algunas voces que ya no reconocen como objetivo
alcanzable la unidad plena y visible de la Iglesia, estamos invitados
a no desistir en nuestro esfuerzo ecuménico, fieles a lo que el
mismo Señor Jesús invocó del Padre: “Que todos sean una cosa
sola”.
En
nuestra época, también el camino ecuménico y las relaciones entre
los cristianos atraviesan por cambios significados debido, “en
primer lugar en el hecho de que nos encontramos profesando nuestra fe
en el contexto de sociedades y culturas donde cada vez está menos
presente la referencia a Dios y a todo lo que llama a la dimensión
trascendental de la vida. Lo vemos sobre todo en Europa, pero no sólo
aquí”.
Por
eso motivo es necesario que el testimonio “se concentre en el
núcleo de nuestra fe sobre el anuncio del amor de Dios que se
manifiesta en Cristo, su Hijo. Aquí encontramos espacio para crecer
en la comunión espiritual que nace directamente del mandamiento de
amor que Jesús dejó a sus discípulos. A esa dimensión se refería
también el Concilio Vaticano II:”Esta conversión del corazón y
santidad de vida, juntamente con las oraciones privadas y públicas
por la unidad de los cristianos, han de considerarse como el alma de
todo el movimiento ecuménico, y con razón puede llamarse ecumenismo
espiritual”. El ecumenismo es, efectivamente, un proceso espiritual
que se realiza en la obediencia fiel al Padre, en el cumplimiento de
la voluntad de Cristo y bajo la guía del Espíritu Santo”.
Francisco
se ha despedido de la delegación de Finlandia invitando a todos a
invocar “sin cansancio la ayuda de la gracia de Dios y la
iluminación del Espíritu Santo, que nos introduce en la verdad toda
entera, portadora de reconciliación y de comunión”.