CIUDAD DEL VATICANO, 16 ENE 2008 (VIS).-Continuando con la catequesis sobre San Agustín, en la audiencia general de hoy, celebrada en el Aula Pablo VI, el Papa habló sobre los últimos años de la vida del doctor de la Iglesia.
El Santo Padre recordó que cuatro años antes de morir, Agustín designó a su sucesor, Heraclio Obispo de Hipona, manifestando el deseo de "dedicar los últimos años de vida a un estudio más intenso de la Sagrada Escritura".
"Fueron cuatro años de una extraordinaria actividad intelectual, (...) en los que también intervino para promover la paz en las provincias africanas asediadas por las tribus bárbaras del sur. (...) Como él decía: "La gloria más grande es precisamente vencer a la guerra con la palabra, más que matar a los hombres con la espada, y procurar o mantener la paz con la paz y no con la guerra". Benedicto XVI afirmó que el asedio de Hipona por los vándalos, en el 429, supuso un sufrimiento para el santo.
"A pesar de que estaba viejo y cansado -continuó-, Agustín siguió en primera línea, consolándose y consolando a los demás con la oración y con la meditación sobre los misteriosos designios de la Providencia. (...) Si el mundo envejece. Cristo es siempre joven, afirmaba. E invitaba a "no rechazar rejuvenecer unido a Cristo, que te dice: No temas, tu juventud se renovará como la del águila". Por eso -continuó el Papa-, el cristiano no debe abatirse en las situaciones difíciles, sino tratar de ayudar al prójimo que se halla necesitado".
Tras poner de relieve que "la casa-monasterio de Agustín abrió sus puertas a los hermanos obispos que le pedían hospitalidad", el Santo Padre recordó que el santo doctor de la Iglesia "aprovechó el tiempo finalmente libre para dedicarse con mayor intensidad a la oración. Solía afirmar que nadie, obispo, religioso o laico, por irreprensible que pudiera parecer su conducta, puede afrontar la muerte sin una adecuada penitencia. Por eso, repetía continuamente entre lágrimas los salmos penitenciales, que tantas veces había rezado con su pueblo".
El Papa recordó que el santo Obispo de Hipona murió el 28 de agosto del 430. "Su cuerpo, en fecha incierta, fue trasladado a Cerdeña y, hacia el 725, a Pavía, en la basílica de San Pietro in Ciel d'Oro, donde reposa hoy".
"Nosotros, lo reencontramos aún vivo en sus escritos", aseguró el Santo Padre. "Cuando leo los escritos de San Agustín no tengo la impresión de que sea un hombre muerto más o menos hace 1.600 años, sino que lo siento como un hombre de hoy: un amigo, un contemporáneo que me habla, que nos habla con su fe fresca y actual".
En los escritos del santo, añadió, "vemos la actualidad permanente de su fe, de la fe que viene de Cristo, del Verbo Eterno Encarnado, Hijo de Dios e Hijo del hombre. Y podemos ver -concluyó- que esta fe no es de ayer, aunque haya sido predicada ayer; es siempre actual, porque realmente Cristo es ayer, hoy y para siempre. El es el Camino, la Verdad y la Vida. De este modo, San Agustín nos anima a confiar en este Cristo siempre vivo y a encontrar así el camino de la vida".
AG/SAN AGUSTIN/... VIS 20080116 (550)