CIUDAD DEL VATICANO, 13 MAY 2007 (VIS).-El Papa presidió esta tarde en la Sala de las Conferencias del Santuario de Nuestra Señora de la Aparecida la sesión inaugural de los trabajos de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, que se prolongarán hasta el 31 de mayo. La Conferencia General tiene como tema: "Discípulos y misioneros de Jesucristo, para que nuestros pueblos en Él tengan vida. -Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida-" (Jn 14,6).
El acto tuvo lugar durante la celebración de las Vísperas de este sexto domingo de Pascua, que comenzó con el saludo inicial del cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa, arzobispo de Santiago de Chile y presidente del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano).
El Santo Padre comenzó su discurso dando gracias a Dios por el "gran don de la fe cristiana a las gentes de este Continente".
"La fe en Dios -dijo- ha animado la vida y la cultura de estos pueblos durante más de cinco siglos. (...) Pero -preguntó-, ¿qué ha significado la aceptación de la fe cristiana para los pueblos de América Latina y del Caribe? Para ellos ha significado conocer y acoger a Cristo, el Dios desconocido que sus antepasados, sin saberlo, buscaban en sus ricas tradiciones religiosas. Cristo era el Salvador que anhelaban silenciosamente".
El Papa afirmó que "el anuncio de Jesús y de su Evangelio no supuso, en ningún momento, una alienación de las culturas precolombinas, ni fue una imposición de una cultura extraña". En este sentido subrayó que "las auténticas culturas (...) buscan el encuentro con otras culturas, esperan alcanzar la universalidad en el encuentro y el diálogo con otras formas de vida y con los elementos que puedan llevar a una nueva síntesis en la que se respete siempre la diversidad de las expresiones y de su realización cultural concreta".
"La sabiduría de los pueblos originarios les llevó afortunadamente a formar una síntesis entre sus culturas y la fe cristiana que los misioneros les ofrecían. De allí ha nacido la rica y profunda religiosidad popular, en la cual aparece el alma de los pueblos latinoamericanos".
Refiriéndose después al fenómeno de la globalización, Benedicto XVI dijo que a pesar de ser "en ciertos aspectos un logro de la gran familia humana", sin embargo, "comporta también el riesgo de los grandes monopolios y de convertir el lucro en valor supremo".
"En América Latina y el Caribe, igual que en otras regiones, se ha evolucionado hacia la democracia, aunque haya motivos de preocupación ante formas de gobierno autoritarias o sujetas a ciertas ideologías que se creían superadas, y que no corresponden con la visión cristiana del hombre y de la sociedad, como nos enseña la Doctrina social de la Iglesia. Por otra parte -continuó-, la economía liberal de algunos países latinoamericanos ha de tener presente la equidad, pues siguen aumentando los sectores sociales que se ven probados cada vez más por una enorme pobreza o incluso expoliados de los propios bienes naturales".
A pesar de "la madurez de en la fe" de muchos laicos y laicas y de tantos catequistas, existe "un cierto debilitamiento de la vida cristiana en el conjunto de la sociedad y de la propia pertenencia a la Iglesia católica debido al secularismo, al hedonismo, al indiferentismo y al proselitismo de numerosas sectas, de religiones animistas y de nuevas expresiones seudoreligiosas". Frente a esta situación, los fieles esperan que de esta V Conferencia surjan "nuevos caminos y proyectos pastorales creativos, que infundan una firme esperanza para vivir de manera responsable y gozosa la fe e irradiarla así en el propio ambiente".
El Papa afirmó que "ante la prioridad de la fe en Cristo y de la vida "en Él", formulada en el título de esta V Conferencia, podría plantearse también otra cuestión: Esta prioridad, )no podría ser acaso una fuga hacia el intimismo, hacia el individualismo religioso, un abandono de la realidad urgente de los grandes problemas económicos, sociales y políticos de América Latina y del mundo, y una fuga de la realidad hacia un mundo espiritual?".
"La primera afirmación fundamental es, pues, la siguiente: Sólo quien reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y realmente humano. La verdad de esta tesis resulta evidente ante el fracaso de todos los sistemas que ponen a Dios entre paréntesis"
El Santo Padre dijo que al comienzo de la nueva etapa de la Iglesia misionera de America Latina y el Caribe a partir de esta Conferencia General, "es condición indispensable el conocimiento profundo de la Palabra de Dios. Por esto, hay que educar al pueblo en la lectura y meditación de la Palabra de Dios" por medio de la catequesis, valiéndose del Catecismo de la Iglesia Católica y su versión más breve, el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.
"En este campo -continuó- no hay que limitarse sólo a las homilías, conferencias, cursos de Biblia o teología, sino que se ha de recurrir también a los medios de comunicación: prensa, radio y televisión, sitios de internet, foros y tantos otros sistemas para comunicar eficazmente el mensaje de Cristo a un gran número de personas".
Asimismo, dijo el Santo Padre, "es también necesaria una catequesis social y una adecuada formación en la doctrina social de la Iglesia, siendo muy útil para ello el "Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia". La vida cristiana no se expresa solamente en las virtudes personales, sino también en las virtudes sociales y políticas".
"Los pueblos latinoamericanos y caribeños -dijo- tienen derecho a una vida plena, propia de los hijos de Dios, con unas condiciones más humanas: libres de las amenazas del hambre y de toda forma de violencia". En este contexto, Benedicto XVI recordó la Encíclica "Populorum progressio", cuyo 40 aniversario cae este año y en la que el Papa Pablo VI ponía de relieve que "el desarrollo auténtico ha de ser integral, es decir, orientado a la promoción de todo el hombre y de todos los hombres, e invitaba a todos a suprimir las graves desigualdades sociales y las enormes diferencias en el acceso a los bienes".
El Papa aseguró que "para formar al discípulo y sostener al misionero en su gran tarea, la Iglesia les ofrece, además del Pan de la Palabra, el Pan de la Eucaristía. (...) De aquí la necesidad de dar prioridad, en los programas pastorales, a la valorización de la Misa dominical", que debe ser "el centro de la vida cristiana".
"Es necesario -dijo- que los cristianos experimenten que no siguen a un personaje de la historia pasada, sino a Cristo vivo, presente en el hoy y el ahora de sus vidas. (...) El encuentro con Cristo en la Eucaristía suscita el compromiso de la evangelización y el impulso a la solidaridad; despierta en el cristiano el fuerte deseo de anunciar el Evangelio y testimoniarlo en la sociedad para que sea más justa y humana. (...) (Sólo de la Eucaristía brotará la civilización del amor, que transformará Latinoamérica y el Caribe para que, además de ser el Continente de la Esperanza, sea también el Continente del Amor!".
A continuación el Papa se preguntó "cómo puede contribuir la Iglesia a la solución de los urgentes problemas sociales y políticos, y responder al gran desafío de la pobreza y de la miseria?, observando que "en este contexto es inevitable hablar del problema de las estructuras, sobre todo de las que crean injusticia".
"Las estructuras justas -dijo- son una condición sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad. Pero, ¿cómo nacen?, ¿cómo funcionan? Tanto el capitalismo como el marxismo prometieron encontrar el camino para la creación de estructuras justas y afirmaron que éstas, una vez establecidas, funcionarían por sí mismas, (...) que no sólo no habrían tenido necesidad de una precedente moralidad individual, sino que ellas fomentarían la moralidad común".
"Esta promesa ideológica se ha demostrado que es falsa", agregó. "El sistema marxista, donde ha gobernado, no sólo ha dejado una triste herencia de destrucciones económicas y ecológicas, sino también una dolorosa opresión de las personas. Y lo mismo vemos también en occidente, donde crece constantemente de la distancia entre pobres y ricos y se produce una inquietante degradación de la dignidad personal con la droga, el alcohol y los sutiles espejismos de felicidad".
"Las estructuras justas -explicó el Santo Padre- (...) no nacen ni funcionan sin un consenso moral de la sociedad sobre los valores fundamentales y sobre la necesidad de vivir estos valores con las necesarias renuncias, incluso contra el interés personal" y "donde Dios está ausente -el Dios del rostro humano de Jesucristo- estos valores no se muestran con toda su fuerza, ni se produce un consenso sobre ellos".
"No quiero decir que los no creyentes no puedan vivir una moralidad elevada y ejemplar; digo solamente que una sociedad en la que Dios está ausente no encuentra el consenso necesario sobre los valores morales y la fuerza para vivir según la pauta de estos valores, aun contra los propios intereses".
"Por otro lado, las estructuras justas han de buscarse y elaborarse a la luz de los valores fundamentales, con todo el empeño de la razón política, económica y social" y "este trabajo político no es competencia inmediata de la Iglesia", ya que "el respeto de una sana laicidad es esencial en la tradición cristiana auténtica".
"Si la Iglesia comenzara a transformarse directamente en sujeto político, no haría más por los pobres y por la justicia, sino que haría menos, porque perdería su independencia y su autoridad moral, identificándose con una única vía política y con posiciones parciales opinables. (...) Sólo siendo independiente puede enseñar los grandes criterios y los valores inderogables, orientar las conciencias y ofrecer una opción de vida que va más allá del ámbito político".
Benedicto XVI recordó que dado que Latinoamericana es "un Continente de bautizados, conviene colmar la notable ausencia, en el ámbito político, comunicativo y universitario, de voces e iniciativas de líderes católicos" y "recordar a los laicos su responsabilidad y su misión de llevar la luz del Evangelio a la vida pública".
A continuación, el Papa habló de otros campos prioritarios en la renovación de la Iglesia en Latinoamérica, comenzando por la familia "patrimonio de la humanidad", y "uno de los tesoros más importantes de los pueblos latinoamericanos", que "sin embargo, sufre situaciones adversas provocadas por el secularismo y el relativismo ético, por los diversos flujos migratorios internos y externos, por la pobreza, por la inestabilidad social y por legislaciones civiles contrarias al matrimonio".
"En algunas familias de América Latina -subrayó- persiste aún por desgracia una mentalidad machista, ignorando la novedad del cristianismo que reconoce y proclama la igual dignidad y responsabilidad de la mujer respecto al hombre".
Además de "una pastoral familiar intensa y vigorosa", el Santo Padre recalcó que era "indispensable también promover políticas familiares auténticas que respondan a los derechos de la familia como sujeto social imprescindible".
Hablando a los sacerdotes, les animó a "cumplir su altísima misión", dotándose de "una sólida estructura espiritual" y a "vivir toda la existencia inspirada por la fe, la esperanza y la caridad", cultivando al mismo tiempo su "preparación cultural e intelectual".
"La sociedad latino-americana y caribeña necesita vuestro testimonio -dijo a los religiosos, religiosas y consagrados-, en un mundo que tantas veces busca ante todo, el bienestar, la riqueza y el placer como finalidad de la vida. (...) Vuestras voces afirman que existe otra forma de vivir con sentido".
"Recuerdo a los laicos -afirmó- que son también Iglesia, asamblea convocada por Cristo para llevar su testimonio al mundo entero" y que "deben sentirse co-responsables en la construcción de la sociedad según los criterios del Evangelio, con entusiasmo y audacia, en comunión con sus pastores".
"En América Latina, la mayor parte de la población está formada por jóvenes- constató Benedicto XVI- (...) que no tienen miedo del sacrificio y sí a una vida sin sentido". El Papa les invitó a "comprometerse en una renovación constante del mundo a la luz de Dios" y a "oponerse a las falsas ilusiones de felicidad inmediata y de los paraísos artificiales, (...) así como a toda forma de violencia".
"Los trabajos de esta V Conferencia General nos llevan a hacer nuestra la súplica de los discípulos de Emaús: "Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado", dijo el Santo Padre al final de su discurso.
"Quédate con nosotros, porque (...) en nuestros corazones se insinúa la desesperanza, y tú los haces arder con la certeza de la Pascua. Quédate con nosotros (...) cuando en torno a nuestra fe católica surgen las nieblas de la duda, del cansancio o de la dificultad".
"Tú que eres la Vida, quédate en nuestros hogares, para que sigan siendo nidos donde nazca la vida humana (...), donde se acoja, se ame, se respete la vida desde su concepción hasta su término natural".
"Quédate, Señor, con aquellos que en nuestras sociedades son más vulnerables; quédate con los pobres y humildes, con los indígenas y afroamericanos, que no siempre han encontrado espacios y apoyo para expresar la riqueza de su cultura y la sabiduría de su identidad. Quédate, Señor, con nuestros niños y con nuestros jóvenes, que son la esperanza y la riqueza de nuestro Continente. (...) Quédate con nuestros ancianos y con nuestros enfermos. ¡Fortalece a todos en su fe para que sean tus discípulos y misioneros!".
PV-BRASIL/CONFERENCIA CELAM/APARECIDA VIS 20070514 (2230)