CIUDAD DEL VATICANO, 18 MAR 2007 (VIS).-A las 9.00 de hoy, el Santo Padre visitó el Instituto Penal para Menores "Casal del Marmo" de Roma, donde celebró la Eucaristía y posteriormente se encontró con el medio centenar de jóvenes reclusos.
En la homilía, el Santo Padre comentó el Evangelio del hijo pródigo, en el que el menor de los dos hermanos busca una vida "exenta de disciplina y de los mandamientos de Dios", y tras recibir su patrimonio se marcha a un país lejano, porque quiere "una vida totalmente diferente".
El hijo, continuó, no desea "estar en la cárcel de la disciplina de su casa", sino hacer lo que quiere, y aunque en un principio se siente feliz, después "siente el tedio" y "al final, un vacío cada vez más inquietante".
Benedicto XVI explicó que en esta situación, el hijo empieza a pensar si "éste es realmente el camino de la vida" o si "no sería tal vez más vida vivir para los demás, contribuir a la construcción del mundo, al crecimiento de la comunidad humana. Entonces, empieza el nuevo camino, un camino interior" y considera que "era mucho más libre en casa, adivinando el proyecto de Dios para él".
En esta maduración también hay, añadió, "un camino exterior"; el hijo regresa a su casa para recomenzar su vida, y su padre, "que le había dado la libertad para que entendiera qué es vivir y qué no es vivir", le ofrece una fiesta.
"El hijo pródigo comprende que precisamente el trabajo, la humildad, la disciplina de cada día, crea la verdadera fiesta y la verdadera libertad. Así regresa a casa interiormente maduro y purificado. Ha entendido qué es vivir, (...) y ahora es plenamente consciente de que una vida sin Dios no funciona: Falta lo esencial, falta la luz, falta el por qué. Falta el gran sentido del ser humano".
El menor de los hermanos entiende que "los mandamientos de Dios no son obstáculos para la libertad y para una vida bella, sino que son los indicadores del camino para encontrar la vida".
El Papa subrayó que "los errores que cometemos, aunque sean grandes, no hacen mella en la fidelidad de su amor". En este sentido, señaló que "en el sacramento de la Confesión podemos recomenzar siempre de nuevo la vida. Dios nos acoge, nos devuelve la dignidad de hijos suyos".
Igualmente esta parábola, dijo, "ayuda a entender que el hombre no es una entidad aislada", sino que "ha sido creado junto con los demás, y sólo viviendo para los demás, dándonos, hallamos la vida".
Tras poner de relieve que el ser humano "es una criatura frágil, expuesta al mal", recordó que "también es capaz de hacer el bien".
"Finalmente -concluyó-, el hombre es una persona libre. (...) La libertad es un trampolín para lanzarse en el mar infinito de la bondad divina, pero puede convertirse también en un plano inclinado sobre el que se puede resbalar hacia el abismo del pecado y del mal, perdiendo así libertad y dignidad".
Terminada la misa, Benedicto XVI tuvo un encuentro en el gimnasio con los jóvenes reclusos -el 85% de ellos no son italianos y tienen entre 17 y 23 años de edad-, acompañados por sus familiares, responsables y voluntarios del centro penitenciario.
El Papa agradeció la felicitación con ocasión de su onomástico, que celebra mañana, y aseguró a los jóvenes que les quería y les seguía con afecto.
"Hoy -afirmó- es un día de fiesta para vosotros, porque el Papa ha venido a visitaros. (...) Pero -preguntó- ¿cómo se puede ser feliz cuando se sufre, cuándo se está privado de la libertad, cuándo uno se siente abandonado?".
"Dios nos ama -subrayó el Santo Padre. (...) Esta es la fuente de la verdadera alegría. Aun teniendo cuanto se desea a veces se es infeliz; en cambio, se puede estar privado de todo, hasta de la libertad o de la salud, y estar en paz y alegres si dentro del corazón está Dios. El secreto, por lo tanto, está aquí -terminó-: es necesario que Dios ocupe siempre el primer lugar en nuestra vida".
BXVI-VISITA/CARCEL MENORES/... VIS 20070320 (600)