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El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

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lunes, 30 de noviembre de 2015

Encuentro con las Comunidades Evangélicas: Dios no hace distinción entre los que sufren


Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre de 2015 (Vis).-Ayer tarde el Papa encontró a las comunidades evangélicas de la República Centroafricana en la Facultad Teológica Evangélica de Bangui (FATEB), instituida en 1974 por la ''Association des Èvangeliques en Afrique'' (AEA) para responder a las necesidades de esa Iglesia en el continente africano y por la que han pasado 650 líderes que desempeñan su servicio en las iglesias e instituciones evangélicas en 21 países africanos.

Francisco fue recibido por el decano de la Facultad y por tres miembros de la Plataforma Interreligiosa que sostuvo el proceso de pacificación nacional, el arzobispo de Bangui, el Presidente de la ''Alliance des Églises Évangeliques Centrafricaines'' (AEC) y el Imán de Bangui.

''Todos estamos aquí para servir al mismo Señor resucitado, que nos congrega hoy; y, gracias al mismo Bautismo recibido, estamos invitados a anunciar la alegría del Evangelio a los hombres y mujeres de este querido País de Centroáfrica'', dijo el Santo Padre al principio de su discurso, tras recibir el saludo del decano de la FATEB y del presidente del AEC.

''Desde hace demasiado tiempo -recordó- su pueblo está marcado por pruebas y violencia que provocan tanto sufrimiento. Eso hace que el anuncio del Evangelio sea más necesario y urgente. Porque es la carne del mismo Cristo quien sufre en sus miembros predilectos: los pobres de su pueblo, los enfermos, los ancianos y los abandonados, los niños huérfanos o que han sido abandonados a su suerte, sin guía y sin educación. Son también todos aquellos cuya alma y cuerpo han sido heridos por la violencia y el odio; aquellos a los que la guerra les ha quitado todo, el trabajo, la casa, sus seres queridos''.

''Dios no hace distinción entre los que sufren. A esto lo he llamado con frecuencia el ecumenismo de la sangre. Todas nuestras comunidades sin distinción sufren a causa de la injusticia y el odio ciego que el demonio desencadena; y en esta circunstancia, quiero expresar mi cercanía y mi solicitud hacia el Pastor Nicolás, cuya casa ha sido recientemente saqueada e incendiada, así como la sede de su comunidad. En este difícil contexto, el Señor no deja de enviarnos a manifestar a todos su ternura, su compasión y misericordia. Este sufrimiento común y esta misión común son una ocasión providencial para progresar juntos en el camino de la unidad; y son también un medio espiritual indispensable. ¿Cómo podría el Padre rechazar la gracia de la unidad, aunque todavía imperfecta, a sus hijos que sufren juntos y que en diversas ocasiones se unen para servir a los hermanos?''.

Francisco reiteró que la división de los cristianos es un escándalo, porque es ante todo ''contraria a la voluntad del Señor. Es también un escándalo frente al odio y la violencia que desgarra a la humanidad, frente a las numerosas contradicciones que se alzan contra el Evangelio de Cristo. Por eso, y apreciando el espíritu de respeto mutuo y de colaboración que existe entre los cristianos en su país, los animo a proseguir por este camino, sirviendo juntos con caridad. Es un testimonio de Cristo, que construye la unidad''.

Por último manifestó el deseo de que con vistas a la plena comunión que anhelamos, se añadieran a la perseverancia y a la caridad ''el servicio de la plegaria y de la reflexión en común, en búsqueda de un mejor conocimiento recíproco, de una mayor confianza y amistad. Les aseguro que los acompañaré con mi oración en este camino fraterno de servicio, reconciliación y misericordia, un camino largo pero lleno de alegría y esperanza''.

''Pido al Señor Jesús -concluyó- que os bendiga a todos, a vuestras comunidades y también a nuestra Iglesia. Y os pido a todos que recéis por mí. Gracias''.




El Papa abre la Puerta Santa de la Misericordia en Bangui, capital espiritual del mundo


Ciudad del Vaticano, 30 noviembre 2015 (VIS).-''Hoy Bangui se convierte en la capital espiritual del mundo. El Año Santo de la Misericordia viene anticipadamente a esta tierra. Una tierra que sufre desde años la guerra, el odio, la incomprensión, la falta de paz. Pero en esta tierra sufriente, también están todos los países del mundo que pasan por la cruz de la guerra''. Estas fueron las palabras del Papa Francisco ayer tarde en la catedral de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción de Bangui antes de abrir la Puerta Santa y dar inicio al Jubileo de la Misericordia.

Bangui se convierte así, como subrayó Francisco, en la capital espiritual de la oración por la misericordia del Padre. ''Todos nosotros pedimos paz, misericordia, reconciliación, perdón. Para Bangui, para toda la República Centroafricana y para todo el mundo, para los países que sufren la guerra pidamos la paz'', exclamó, invitando a todos a repetir en voz alta: ''Todos juntos pedimos amor y paz''. El Papa alzó también su voz en la lengua sangó de la República Centoafricana para pedir ''Doyé Siriri'' (amor y paz)'' .

Y con esa oración comenzó el Año Santo tras el rito de apertura de la Puerta de la Misericordia.''Abrid las puertas de justicia; Esta es la puerta del Señor; Accedo a tu casa, Señor'' dijo Francisco antes de entrar solo y por primero en la catedral donde lo esperaban los sacerdotes,religiosos, religiosas y seminaristas de la República Centroafricana para participar en la santa misa y escuchar la homilía del Papa en la que reiteró que todos sin excepción esperabámos ''la gracia, la limosna de la paz'' y lanzó un nuevo llamamiento a los que empuñan injustamente las armas de este mundo : ''Depongan estos instrumentos de muerte; ármense más bien con la justicia, el amor y la misericordia, garantías de auténtica paz''.

Publicamos a continuación el texto integral de la homilía pronunciada por el Santo Padre:

''En este primer Domingo de Adviento, tiempo litúrgico de la espera del Salvador y símbolo de la esperanza cristiana, Dios ha guiado mis pasos hasta ustedes, en este tierra, mientras la Iglesia universal se prepara para inaugurar el Año Jubilar de la Misericordia Me alegra de modo especial que mi visita pastoral coincida con la apertura de este Año Jubilar en su país. Desde esta Catedral, mi corazón y mi mente se extiende con afecto a todos los sacerdotes, consagrados y agentes de pastoral de este país, unidos espiritualmente a nosotros en este momento. Por medio de ustedes, saludo también a todos los centroafricanos, a los enfermos, a los ancianos, a los golpeados por la vida. Algunos de ellos tal vez están desesperados y no tienen ya ni siquiera fuerzas para actuar, y esperan sólo una limosna, la limosna del pan, la limosna de la justicia, la limosna de un gesto de atención y de bondad. Y todos nosotros esperamos la gracia, la limosna de la paz''.

Al igual que los apóstoles Pedro y Juan, cuando subían al templo y no tenían ni oro ni plata que dar al pobre paralítico, vengo a ofrecerles la fuerza y el poder de Dios que curan al hombre, lo levantan y lo hacen capaz de comenzar una nueva vida, ''cruzando a la otra orilla'' . Jesús no nos manda solos a la otra orilla, sino que en cambio nos invita a realizar la travesía con Él, respondiendo cada uno a su vocación específica. Por eso, tenemos que ser conscientes de que si no es con Él no podemos pasar a la otra orilla, liberándonos de una concepción de familia y de sangre que divide, para construir una Iglesia-Familia de Dios abierta a todos, que se preocupa por los más necesitados. Esto supone estar más cerca de nuestros hermanos y hermanas, e implica un espíritu de comunión. No se trata principalmente de una cuestión de medios económicos, sino de compartir la vida del pueblo de Dios, dando razón de la esperanza que hay en nosotros y siendo testigos de la infinita misericordia de Dios que, como subraya el salmo responsorial de este domingo, ''es bueno [y] enseña el camino a los pecadores'' . Jesús nos enseña que el Padre celestial ''hace salir su sol sobre malos y buenos'' . Nosotros también, después de haber experimentado el perdón, tenemos que perdonar. Esta es nuestra vocación fundamental: ''Por tanto, sean perfectos, como es perfecto el Padre celestial'' . Una de las exigencias fundamentales de esta vocación a la perfección es el amor a los enemigos, que nos previene de la tentación de la venganza y de la espiral de las represalias sin fin. Jesús ha insistido mucho sobre este aspecto particular del testimonio cristiano . Los agentes de evangelización, por tanto, han de ser ante todo artesanos del perdón, especialistas de la reconciliación, expertos de la misericordia. Así podremos ayudar a nuestros hermanos y hermanas a ''cruzar a la otra orilla'', revelándoles el secreto de nuestra fuerza, de nuestra esperanza, de nuestra alegría, que tienen su fuente en Dios, porque están fundados en la certeza de que Él está en la barca con nosotros. Como hizo con los Apóstoles en la multiplicación de los panes, el Señor nos confía sus dones para que nosotros los distribuyamos por todas partes, proclamando su palabra que afirma: ''Ya llegan días en que cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y a la casa de Judá'' .

En los textos litúrgicos de este domingo, descubrimos algunas características de esta salvación que Dios anuncia, y que se presentan como otros puntos de referencia para guiarnos en nuestra misión. Ante todo, la felicidad prometida por Dios se anuncia en términos de justicia. El Adviento es el tiempo para preparar nuestros corazones a recibir al Salvador, es decir el único Justo y el único Juez que puede dar a cada uno la suerte que merece. Aquí, como en otras partes, muchos hombres y mujeres tienen sed de respeto, de justicia, de equidad, y no ven en el horizonte señales positivas. A ellos, Él viene a traerles el don de su justicia. Viene a hacer fecundas nuestras historias personales y colectivas, nuestras esperanzas frustradas y nuestros deseos estériles. Y nos manda a anunciar, sobre todo a los oprimidos por los poderosos de este mundo, y también a los que sucumben bajo el peso de sus pecados: ''En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: ''El Señor es nuestra justicia”''. Sí, Dios es Justicia. Por eso nosotros, cristianos, estamos llamados a ser en el mundo los artífices de una paz fundada en la justicia.

La salvación que se espera de Dios tiene también el sabor del amor. En efecto, preparándonos a la Navidad, hacemos nuestro de nuevo el camino del pueblo de Dios para acoger al Hijo que ha venido a revelarnos que Dios no es sólo Justicia sino también y sobre todo Amor. Por todas partes, y sobre todo allí donde reina la violencia, el odio, la injusticia y la persecución, los cristianos estamos llamados a ser testigos de este Dios que es Amor. Al mismo tiempo que animo a los sacerdotes, consagrados y laicos de este país, que viven las virtudes cristianas, incluso heroicamente, reconozco que a veces la distancia que nos separa de ese ideal tan exigente del testimonio cristiano es grande. Por eso rezo haciendo mías las palabras de san Pablo: ''Que el Señor los colme y los haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos'' . En este sentido, lo que decían los paganos sobre los cristianos de la Iglesia primitiva ha de estar presente en nuestro horizonte como un faro: ''Miren cómo se aman, se aman de verdad''.

Por último, la salvación de Dios proclamada tiene el carácter de un poder invencible que vencerá sobre todo. De hecho, después de haber anunciado a sus discípulos las terribles señales que precederán su venida, Jesús concluye: ''Cuando empiece a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza; se acerca su liberación'' . Y, si san Pablo habla de un amor ''que crece y rebosa'', es porque el testimonio cristiano debe reflejar esta fuerza irresistible que narra el Evangelio. Jesús, también en medio de una agitación sin precedentes, quiere mostrar su gran poder, su gloria incomparable, y el poder del amor que no retrocede ante nada, ni frente al cielo en convulsión, ni frente a la tierra en llamas, ni frente al mar embravecido. Dios es más fuerte que cualquier otra cosa. Esta convicción da al creyente serenidad, valor y fuerza para perseverar en el bien frente a las peores adversidades. Incluso cuando se desatan las fuerzas del mal, los cristianos han de responder al llamado de frente, listos para aguantar en esta batalla en la que Dios tendrá la última palabra. Y será una palabra de amor.

Lanzo un llamamiento a todos los que empuñan injustamente las armas de este mundo: Depongan estos instrumentos de muerte; ármense más bien con la justicia, el amor y la misericordia, garantías de auténtica paz. Discípulos de Cristo, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos comprometidos en este país que lleva un nombre tan sugerente, situado en el corazón de África, y que está llamado a descubrir al Señor como verdadero centro de todo lo que es bueno: la vocación de ustedes es la de encarnar el corazón de Dios en medio de sus conciudadanos. Que el Señor nos afiance y nos haga presentarnos ante ''Dios nuestro Padre santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos''. ''¡Reconciliación, perdón, amor y paz!''.


Encuentro con los jóvenes centroafricanos: El camino de la resistencia pasa por el perdón


Ciudad del Vaticano, 30 noviembre 2015 (VIS).-Después de celebrar la santa misa, el Papa salió de la catedral de Bangui para saludar a los jóvenes que esperaban fuera de la catedral para transcurrir la noche en vigilia de oración. Francisco improvisó unas palabras en italiano, dejando el discurso que había preparado para esa ocasión y que reproducimos al final de este artículo.

Antes, uno de los jóvenes había recordado que su símbolo era el banano, porque era resistente y se había referido también a las numerosas dificultades que encuentran en este período de guerra y de división.

''El banano- contestó Francisco- es un símbolo de vida: siempre crece, siempre se reproduce, siempre da frutos llenos de energía alimenticia. El banano también es resistente. Creo que todo ello expresa claramente el camino que se os presenta en este período difícil de guerra, de odio, de división: el camino de la resistencia''

''Vuestro amigo decía que algunos de vosotros quieren irse. ¡Escapar de los desafíos de la vida nunca es una solución! Es necesario resistir, tener el valor de la resistencia, de la lucha por el bien! Los que huyen no tienen el coraje de dar vida. El banano da la vida y sigue reproduciéndose y dando más vida porque resiste, porque permanece, porque está allí. Algunos de vosotros me preguntará : "Pero, Padre, ¿qué podemos hacer? ¿Cómo se puede resistir? ". Os diré dos o tres cosas que pueden ser útiles para que podáis resistir''.

''En primer lugar, la oración. ¡La oración es poderosa! ¡La oración vence al mal! La oración os acerca a Dios que es el Todopoderoso. En segundo lugar: trabajar por la paz. Y la paz no es un documento que se firma y se mantiene allí. La paz se hace todos los días. La paz es un trabajo artesanal , que se hace con las manos, que se hace con la propia vida. Pero, alguno me dirá: Padre ¿cómo puedo ser un artesano de la paz?". Ante todo: No odiando nunca. Y si uno os hace daño, intentad perdonarlo. ¡Nada de odio! ¡Mucho perdón! Lo decimos juntos: "Nada de odio, mucho perdón". Y si no tenéis odio en vuestros corazones, si perdonáis, seréis vencedores. Porque venceréis la batalla más difícil de la vida, vencedores en el amor . Y por el amor viene la paz''.

''¿Queréis ser perdedores o vencedores en la vida?'' - les preguntó el Papa- Se vence solamente siguiendo el camino del amor ¿Y se puede amar al enemigo? Sí. ¿Se puede perdonar al que hace daño? Sí. Con el amor y el perdón, venceréis. Con amor seréis vencedores de la vida y daréis siempre vida. El amor nunca os hará perdedores''.

''Queridos jóvenes centroafricanos: Estoy muy contento de haberos conocido -afirmó Francisco- Hoy abrimos esta puerta. Esto significa la Puerta de la Misericordia de Dios. ¡Fiaros de Dios! Porque Él es misericordioso, Él es amor, Él es capaz de darnos la paz. Por eso os dije al principio que rezáseis: Hay que rezar para resistir, para amar, para no odiar, para ser constructores de paz''.

Terminada su breve alocución, el Papa administró el sacramento de la reconciliación a diversos jóvenes en el atrio de la catedral y bendijo después a todos los presentes.

Sigue el discurso que había preparado Francisco

''Queridos jóvenes, queridos amigos: Buenas tardes. Me alegro mucho de encontrarles en esta tarde en que comenzamos con el Adviento un nuevo año litúrgico. ¿No es éste acaso el momento para una nueva salida, una ocasión para ''pasar a la otra orilla''?

Agradezco a N… las palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Durante nuestro encuentro administraré a alguno de ustedes el sacramento de la Reconciliación. Quisiera invitarles a que reflexionen sobre la grandeza de este sacramento en el que Dios viene a nuestro encuentro de un modo personal. Cada vez que se lo pedimos, Él viene con nosotros para hacer que ''pasemos a la otra orilla'', a esta orilla de nuestra vida en la que Dios nos perdona, derrama sobre nosotros su amor que cura, alivia y levanta. El Jubileo de la Misericordia, que hace apenas un momento he tenido la alegría de abrir especialmente para ustedes, queridos amigos centroafricanos y africanos, nos recuerda precisamente que Dios nos espera con los brazos abiertos, como nos lo sugiere la hermosa imagen del Padre que acoge al hijo pródigo.

En efecto, el perdón que hemos recibido nos consuela y nos permite recomenzar con el corazón lleno de confianza y en paz, capaces de vivir en armonía con nosotros mismos, con Dios y con los demás. Este perdón recibido nos permite también a su vez perdonar. Lo necesitamos siempre, especialmente en las situaciones de conflicto, de violencia, como las que ustedes experimentan con tanta frecuencia. Renuevo mi cercanía a todos los que han sido afectados por el dolor, la separación, las heridas provocadas por el odio y la guerra. En este contexto, resulta humanamente muy difícil perdonar a quien nos ha hecho daño. Pero Dios nos da fuerza y ánimo para convertirnos en esos artesanos de reconciliación y de paz que tanto necesita su país. El cristiano, discípulo de Cristo, camina siguiendo las huellas de su Maestro, que en la cruz pidió al Padre que perdonara a los que lo crucificaban. ¡Qué lejos está este comportamiento de los sentimientos que con demasiada frecuencia tenemos en nuestro corazón…! Meditar esta actitud y esta palabra de Jesús: ''Padre, perdónalos'', nos ayudará a convertir nuestra mirada y nuestro corazón. Para muchos, es un escándalo que Dios se haya hecho hombre como nosotros. Es un escándalo que muriera en una cruz. Sí, un escándalo: el escándalo de la cruz. La cruz sigue provocando escándalo. Pero es la única vía segura: la de la cruz, la de Jesús, que vino a compartir nuestra vida para salvarnos del pecado. Queridos amigos, esta cruz nos habla de la cercanía de Dios: Él está con nosotros, está con cada uno de ustedes en las alegrías como en los momentos de prueba.

Queridos jóvenes, el bien más valioso que podemos tener en la vida es nuestra relación con Dios. ¿Están convencidos de ello? ¿Son conscientes del valor inestimable que ustedes tienen a los ojos de Dios? ¿Saben que Él los ama y acoge incondicionalmente, así como son? Lo conocerán mejor, y también ustedes se conocerán a sí mismos, si dedican tiempo a la oración, a la lectura de la Escritura, y especialmente del Evangelio. En efecto, los consejos de Jesús pueden iluminar también hoy sus sentimientos y opciones. Ustedes son entusiastas y generosos, en busca de un gran ideal, desean la verdad y la belleza. Los animo a que tengan el espíritu vigilante y crítico frente a cualquier compromiso contrario al mensaje del Evangelio. Les agradezco su dinamismo creativo, que tanto necesita la Iglesia. Cultívenlo. Sean testigos de la alegría que viene del encuentro con Jesús. Que ella los transforme, que haga su fe más fuerte, más sólida, para superar los temores y profundizar cada vez más en el proyecto de amor que Dios tiene para con ustedes. Dios quiere lo mejor para todos sus hijos. Quienes se dejan mirar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Y aprenden a mirar en cambio al otro como a un hermano, a aceptar que sea diferente y a descubrir que es un don para ellos. Así es como se construye la paz cada día. Esto nos pide recorrer la vía del servicio y la humildad, estar atentos a las necesidades de los demás. Para entrar en esta lógica, hay que tener un corazón que sepa abajarse y compartir la vida de los más pobres. Esta es la verdadera caridad. De esta forma, a partir de las cosas pequeñas, crece la solidaridad y desaparecen los gérmenes de división. Y así es como el diálogo entre los creyentes da fruto, la fraternidad se vive día a día y ensancha el corazón, abriendo un futuro. De este modo, ustedes pueden hacer mucho bien a su país, y yo los animo a seguir adelante.

Queridos jóvenes, el Señor vive y camina a su lado. Cuando las dificultades parecen acumularse, cuando el dolor y la tristeza crecen alrededor de ustedes, Él no los abandona. Nos ha dejado el memorial de su amor: la Eucaristía y los sacramentos para proseguir en el camino, encontrando en ellos la fuerza para avanzar cada día. Esta ha de ser la fuente de su esperanza y de su valor para pasar a la otra orilla (cf. Lc 8,22) con Jesús, que abre caminos nuevos para ustedes y su generación, para sus familias y para su país. Rezo para que tengan esta esperanza. Aférrense a ella y la podrán dar a los demás, a nuestro mundo golpeado por las guerras, los conflictos, el mal y el pecado. No lo olviden: el Señor está con ustedes. Él confía en ustedes. Desea que sean sus discípulos-misioneros, sostenidos en los momentos de dificultad y de prueba por la oración de la Virgen María y de toda la Iglesia. Queridos jóvenes de Centroáfrica, vayan, yo los envío''.






A la comunidad musulmana: Digamos ''no'' al odio y a la violencia


Ciudad del Vaticano, 30 noviembre 2015 (VIS).- ''Cristianos y musulmanes somos hermanos. Tenemos que considerarnos así, comportarnos como tales. Sabemos bien que los últimos sucesos y la violencia que ha golpeado su país no tenía un fundamento precisamente religioso. Quien dice que cree en Dios ha de ser también un hombre o una mujer de paz''. Son las palabras que el Santo Padre ha dirigido esta mañana a la comunidad musulmana de la República Centroafricana reunida en la mezquita de Koudoukou, a pocos kilómetros de Bangui. Francisco fue recibido por cinco imanes que lo acompañaron al podio colocado en la mezquita a poca distancia de la zona reservada a la oración. Asistieron al acto unas doscientas personas.

''Cristianos, musulmanes y seguidores de las religiones tradicionales, han vivido juntos pacíficamente durante muchos años -subrayó el Papa-. Tenemos que permanecer unidos para que cese toda acción que, venga de donde venga, desfigura el Rostro de Dios y, en el fondo, tiene como objetivo la defensa a ultranza de intereses particulares, en perjuicio del bien común. Juntos digamos ''no'' al odio, a la venganza, a la violencia, en particular a la que se comete en nombre de una religión o de Dios. Dios es paz, salam''.

Francisco ha destacado el importante papel, para restablecer la armonía y la fraternidad entre todos, que han desempeñado las autoridades religiosas cristianas y musulmanes en estos tiempos drámaticos, a las que ha expresado su gratitud y estima. ''Podemos también recordar -ha dicho- los numerosos gestos de solidaridad que cristianos y musulmanes han tenido hacia sus compatriotas de otras confesiones religiosas, acogiéndolos y defendiéndolos durante la última crisis en su país, pero también en otras partes del mundo''.

''Confiamos en que las próximas consultas nacionales den al país unos Representantes que sepan unir a los centroafricanos, convirtiéndose en símbolos de la unidad de la nación, más que en representantes de una facción. Los animo vivamente a trabajar para que su país sea una casa acogedora para todos sus hijos, sin distinción de etnia, adscripción política o confesión religiosa. La República Centroafricana, situada en el corazón de África, gracias a la colaboración de todos sus hijos, podrá dar entonces un impulso en esta línea a todo el continente. Podrá influir positivamente y ayudar a apagar los focos de tensión todavía activos y que impiden a los africanos beneficiarse de ese desarrollo que merecen y al que tienen derecho''.


Antes de cocluir les ha invitado a rezar y a trabajar ''en favor de la reconciliación, la fraternidad y la solidaridad entre todos, teniendo presente a las personas que más han sufrido por estos sucesos''.

Santa misa en Bangui: Cristianos de Centroáfrica, artífices de la renovación humana y espiritual del país


Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre de 2015 (Vis).-Decenas de miles de personas han participado esta mañana en el último acto del viaje del Papa a África: la Eucaristía celebrada en el complejo deportivo Barthélémy Boganda. Los que no pudieron entrar siguieron la celebración a través de pantallas gigantes instaladas fuera del recinto. En su homilía, el Santo Padre invitó a los centroafricanos a ser artífices de renovación humana y espiritual en un tiempo en el que abundan las pruebas y los sufrimientos, pasando a esa ''otra orilla'' que es Cristo y que transforma la realidad de nuestra vida presente.

''No deja de asombrarnos, al leer la primer lectura, el entusiasmo y el dinamismo misionero del Apóstol Pablo.''¡Qué hermosos los pies de los que anuncian la Buena Noticia del bien!'' . Es una invitación a agradecer el don de la fe que estos mensajeros nos han transmitido. Nos invita también a maravillarnos por la labor misionera que –no hace mucho tiempo– trajo por primera vez la alegría del Evangelio a esta amada tierra de Centroáfrica -afirmó Francisco- Es bueno, sobre todo en tiempos difíciles, cuando abundan las pruebas y los sufrimientos, cuando el futuro es incierto y nos sentimos cansados, con miedo de no poder más, reunirse alrededor del Señor, como hacemos hoy, para gozar de su presencia, de su vida nueva y de la salvación que nos propone, como esa otra orilla hacia la que debemos dirigirnos''

La otra orilla es, sin duda, ''la vida eterna, el Cielo que nos espera. Esta mirada tendida hacia el mundo futuro ha fortalecido siempre el ánimo de los cristianos, de los más pobres, de los más pequeños, en su peregrinación terrena. La vida eterna no es una ilusión, no es una fuga del mundo, sino una poderosa realidad que nos llama y compromete a perseverar en la fe y en el amor. Pero esa otra orilla más inmediata que buscamos alcanzar, la salvación que la fe nos obtiene y de la que nos habla san Pablo, es una realidad que transforma ya desde ahora nuestra vida presente y el mundo en que vivimos:''El que cree con el corazón alcanza la justicia''. Recibe la misma vida de Cristo que lo hace capaz de amar a Dios y a los hermanos de un modo nuevo, hasta el punto de dar a luz un mundo renovado por el amor''.

El Papa pidió a todos que dieran gracias al Señor ''por su presencia y por la fuerza que nos comunica en nuestra vida diaria, cuando experimentamos el sufrimiento físico o moral, la pena, el luto; por los gestos de solidaridad y de generosidad que nos ayuda a realizar; por las alegrías y el amor que hace resplandecer en nuestras familias, en nuestras comunidades, a pesar de la miseria, la violencia que, a veces, nos rodea o del miedo al futuro; por el deseo que pone en nuestras almas de querer tejer lazos de amistad, de dialogar con el que es diferente, de perdonar al que nos ha hecho daño, de comprometernos a construir una sociedad más justa y fraterna en la que ninguno se sienta abandonado. En todo esto, Cristo resucitado nos toma de la mano y nos lleva a seguirlo. Quiero agradecer con ustedes al Señor de la misericordia todo lo que de hermoso, generoso y valeroso les ha permitido realizar en sus familias y comunidades, durante las vicisitudes que su país ha sufrido desde hace muchos años''.

''Es verdad, sin embargo -constató- que todavía no hemos llegado a la meta, estamos como a mitad del río y, con renovado empeño misionero, tenemos que decidirnos a pasar a la otra orilla. Todo bautizado ha de romper continuamente con lo que aún tiene del hombre viejo, del hombre pecador, siempre inclinado a ceder a la tentación del demonio –y cuánto actúa en nuestro mundo y en estos momentos de conflicto, de odio y de guerra–, que lo lleva al egoísmo, a encerrarse en sí mismo y a la desconfianza, a la violencia y al instinto de destrucción, a la venganza, al abandono y a la explotación de los más débiles''

También a nuestras comunidades cristianas, llamadas a la santidad, les queda todavía un largo camino por recorrer. ''Es evidente que todos tenemos que pedir perdón al Señor por nuestras excesivas resistencias y demoras en dar testimonio del Evangelio -reiteró el Obispo de Roma- Ojalá que el Año Jubilar de la Misericordia, que acabamos de empezar en su País, nos ayude a ello. Ustedes, queridos centroafricanos, deben mirar sobre todo al futuro y, apoyándose en el camino ya recorrido, decidirse con determinación a abrir una nueva etapa en la historia cristiana de su País, a lanzarse hacia nuevos horizontes, a ir mar adentro, a aguas profundas. El Apóstol Andrés, con su hermano Pedro, al llamado de Jesús, no dudaron ni un instante en dejarlo todo y seguirlo:''Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron'' . También aquí nos asombra el entusiasmo de los Apóstoles que, atraídos de tal manera por Cristo, se sienten capaces de emprender cualquier cosa y de atreverse, con Él, a todo''.

''Cada uno en su corazón puede preguntarse sobre su relación personal con Jesús, y examinar lo que ya ha aceptado –o tal vez rechazado– para poder responder a su llamado a seguirlo más de cerca. El grito de los mensajeros resuena hoy más que nunca en nuestros oídos, sobre todo en tiempos difíciles; aquel grito que resuena por ''toda la tierra … y hasta los confines del orbe''. Y resuena también hoy aquí, en esta tierra de Centroáfrica; resuena en nuestros corazones, en nuestras familias, en nuestras parroquias, allá donde quiera que vivamos, y nos invita a perseverar con entusiasmo en la misión, una misión que necesita de nuevos mensajeros, más numerosos todavía, más generosos, más alegres, más santos. Todos y cada uno de nosotros estamos llamados a ser este mensajero que nuestro hermano, de cualquier etnia, religión y cultura, espera a menudo sin saberlo. En efecto, ¿cómo podrá este hermano –se pregunta san Pablo– creer en Cristo si no oye ni se le anuncia la Palabra?''.

A ejemplo del Apóstol, ''también nosotros tenemos que estar llenos de esperanza y de entusiasmo ante el futuro. La otra orilla está al alcance de la mano, y Jesús atraviesa el río con nosotros. Él ha resucitado de entre los muertos; desde entonces, las dificultades y sufrimientos que padecemos son ocasiones que nos abren a un futuro nuevo, si nos adherimos a su Persona. Cristianos de Centroáfrica, cada uno de ustedes está llamado a ser, con la perseverancia de su fe y de su compromiso misionero, artífice de la renovación humana y espiritual de su País. Subrayo, artífice de la renovación humana y espiritual''.

Francisco finalizó su homilía pidiendo a la Virgen María, la cual ''después de haber compartido el sufrimiento de la pasión comparte ahora la alegría perfecta con su Hijo'', protegiera y fortaleciera a los centroafricanos en este ''camino de esperanza''.

Al final de la misa y antes de dar la bendición, el Papa recordó en la festividad de san Andrés y desde el corazón de Africa a su ''queridísimo hermano'', el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, manifestándole sus mejores deseos de felicidad y fraternidad y pidiendo al Señor que bendiga a esas dos Iglesias hermanas.


Desde el estadio Barthélémy Boganda el Santo Padre se desplazó en papamóvil al aeropuerto de M'Poko desde donde emprendió el regreso a Roma. Su llegada está prevista alrededor de las 18,45.

Mensaje del Papa al Patriarca Ecuménico Bartolomé I


Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre de 2015 (Vis).-Como es habitual con motivo de la festividad de San Andrés, patrono del patriarcado ecuménico de Constantinopla, una delegación de la Santa Sede, presidida por el cardenal Kurt Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, viajó a Estambul para unirse a esta celebración, que se conmemora tanto en Oriente como en Occidente. El patriarcado envía todos los años una delegación a Roma, el 29 de junio, festividad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. La delegación de la Santa Sede se ha entrevistado también con la comisión sinodal encargada de las relaciones con la Iglesia Católica y ha entregado al Patriarca Bartolomé I un mensaje del Santo Padre que se ha leído al final de la Divina Liturgia.

En el texto, Francisco recuerda especialmente el quincuagésimo aniversario de la Declaración común católico-ortodoxa del Papa Pablo VI y el Patriarca Ecuménico Atenágoras I, (7 de diciembre de 1965) que manifestaba la decisión de eliminar las mutuas excomuniones de 1054. ''La memoria de las frases recíprocas de excomunión, junto con las palabras ofensivas, reproches infundados y gestos reprobables por ambas partes que acompañaron los tristes acontecimientos de aquel período, representaron durante muchos siglos un obstáculo para el acercamiento en la caridad entre católicos y ortodoxos- escribe el Papa- Atentos a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, que rezó al Padre en la víspera de su pasión para que sus discípulos "fuesen uno ", el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras I consignaron esos recuerdos dolorosos al olvido. Desde entonces, la lógica del antagonismo, la desconfianza y la hostilidad, simbolizada por las excomuniones mutuas, fue sustituida por la lógica del amor y de la fraternidad, representada por nuestro abrazo fraterno''.

''Con el fin de avanzar en nuestro camino hacia la plena comunión que deseamos, necesitamos inspirarnos continuamente en el gesto de reconciliación y de paz de nuestros venerados predecesores Pablo VI y Atenágoras I. En todos los niveles y en todos los contextos de la vida de la Iglesia, las relaciones entre católicos y ortodoxos deben reflejar cada vez más la lógica del amor que no deja lugar para el espíritu de rivalidad''.


''La humanidad debe redescubrir el misterio de la misericordia, "el puente que conecta a Dios y el hombre, abriendo nuestros corazones a la esperanza de ser amados por siempre a pesar de nuestros pecados" -prosigue el Papa- Por esa razón he convocado un Jubileo extraordinario de la Misericordia, un tiempo propicio para contemplar la misericordia del Padre revelado plenamente en su Hijo, Jesucristo, y llegar a ser nosotros mismos un signo eficaz del amor de Dios por medio de perdón mutuo y de las obras de misericordia. Es providencial que el aniversario de esa histórica Declaración Conjunta entre católicos y ortodoxos, relativa a la eliminación de las excomuniones de 1054, se conmemore en vísperas del Año de la Misericordia. Después del Papa Pablo VI y del Patriarca Atenágoras I, hoy católicos y ortodoxos deben pedir perdón a Dios y entre sí por las divisiones que los cristianos han provocado en el Cuerpo de Cristo. Le pido, al igual que a todos los fieles del Patriarcado Ecuménico que rece para que este Jubileo Extraordinario puede dar los frutos espirituales que anhelamos. Y les aseguro mis oraciones por los acontecimientos que su Iglesia celebrará el próximo año, sobre todo el Gran Sínodo Pan-ortodoxo. ¡Que esta importante ocasión para todas las Iglesias ortodoxas sea fuente de abundantes bendiciones para la vida de la Iglesia!'', concluye el Santo Padre. 

Intenciones de oración del Papa para el mes de diciembre de 2015


Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre de 2015 (Vis).--La intención general del Apostolado de la Oración del Papa para el mes de diciembre es: ''Para que todos experimentemos la misericordia de Dios, que no se cansa jamás de perdonar.''.

Su intención evangelizadora es: ''Para que las familias, de modo particular las que sufren, encuentren en el nacimiento de Jesús un signo de segura esperanza''.


Tomas de posesión cardenalicias


Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre de 2015 (Vis).-La Oficina de las Celebraciones Litúrgicas del Sumo Pontífice informa de las siguientes tomas de posesión cardenalicias:

-Sábado 5 de diciembre 2015, a las 18.30, el cardenal Soane Patita Paini Mafi, obispo de Tonga, tomará posesión del Título de Santa Paola Romana, Via Duccio Galimberti, 9.


-Domingo 6 de diciembre 2015, a las11, el cardenal Pierre Nguyên Văn Nhon, arzobispo de Hanoi, tomará posesión del Título de San Tommaso Apostolo, Via Lino Liviabella, 70.

Actos Pontificios


Ciudad del Vaticano, 30 de noviembre de 2015 (Vis).-El Santo Padre nombró:

-Monseñor Jure Bogdan como Ordinario Militar para Croacia. El obispo electo nació en 1955 en Donji Dolac (Croacia) y fue ordenado sacerdote en 1980. Es Doctor en Teologia Pastoral por la Universidad Lateranense de Roma. En su ministerio pastoral ha sido entre otros, vicario parroquial, padre espiritual de seminario y rector del Pontificio Colegio de San Jerónimo en Roma , cargo que desempeñaba actualmente. Sucede al obispo Juraj Jezerinac, cuya renuncia al oficio de Ordinario Militar fue aceptada por límite de edad.

-Reverendo Vincent Kirabo como obispo de la diócesis de Hoima (superficie 17.200, población 2.084.214, católicos 1.075.812, sacerdotes 131, religiosos 12, religiosas 118) en Uganda. El obispo electo nació en 1955 en Kyanasoike (Uganda) y fue ordenado sacerdote en 1979. Es Licenciado en Teología Bíblica por la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma. En su ministerio pastoral ha sido, entre otros, profesor de seminario, vicario parroquial, rector de seminario, párroco. Actualmente era docente del St.Mary's National Major Seminary Ggaba en Kampala.

-Obispo Luis Albeiro Cortés Rendón, hasta ahora de Vélez (Colombia) como obispo auxiliar de Pereira (superficie 6.126, población 1.396.000, católicos 1.053.000, sacerdotes 210, religiosos, 49, religiosas 226, diáconos permanentes 35) en Colombia.


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