Ciudad
del Vaticano, 30 de noviembre de 2015 (Vis).-Ayer tarde el Papa
encontró a las comunidades evangélicas de la República
Centroafricana en la Facultad Teológica Evangélica de Bangui
(FATEB), instituida en 1974 por la ''Association des Èvangeliques
en Afrique'' (AEA) para responder a las necesidades de esa Iglesia
en el continente africano y por la que han pasado 650 líderes que
desempeñan su servicio en las iglesias e instituciones evangélicas
en 21 países africanos.
Francisco
fue recibido por el decano de la Facultad y por tres miembros de la
Plataforma Interreligiosa que sostuvo el proceso de pacificación
nacional, el arzobispo de Bangui, el Presidente de la ''Alliance des
Églises Évangeliques Centrafricaines'' (AEC) y el Imán de Bangui.
''Todos
estamos aquí para servir al mismo Señor resucitado, que nos
congrega hoy; y, gracias al mismo Bautismo recibido, estamos
invitados a anunciar la alegría del Evangelio a los hombres y
mujeres de este querido País de Centroáfrica'', dijo el Santo Padre
al principio de su discurso, tras recibir el saludo del decano de la
FATEB y del presidente del AEC.
''Desde
hace demasiado tiempo -recordó- su pueblo está marcado por pruebas
y violencia que provocan tanto sufrimiento. Eso hace que el anuncio
del Evangelio sea más necesario y urgente. Porque es la carne del
mismo Cristo quien sufre en sus miembros predilectos: los pobres de
su pueblo, los enfermos, los ancianos y los abandonados, los niños
huérfanos o que han sido abandonados a su suerte, sin guía y sin
educación. Son también todos aquellos cuya alma y cuerpo han sido
heridos por la violencia y el odio; aquellos a los que la guerra les
ha quitado todo, el trabajo, la casa, sus seres queridos''.
''Dios
no hace distinción entre los que sufren. A esto lo he llamado con
frecuencia el ecumenismo de la sangre. Todas nuestras comunidades sin
distinción sufren a causa de la injusticia y el odio ciego que el
demonio desencadena; y en esta circunstancia, quiero expresar mi
cercanía y mi solicitud hacia el Pastor Nicolás, cuya casa ha sido
recientemente saqueada e incendiada, así como la sede de su
comunidad. En este difícil contexto, el Señor no deja de enviarnos
a manifestar a todos su ternura, su compasión y misericordia. Este
sufrimiento común y esta misión común son una ocasión
providencial para progresar juntos en el camino de la unidad; y son
también un medio espiritual indispensable. ¿Cómo podría el Padre
rechazar la gracia de la unidad, aunque todavía imperfecta, a sus
hijos que sufren juntos y que en diversas ocasiones se unen para
servir a los hermanos?''.
Francisco
reiteró que la división de los cristianos es un escándalo, porque
es ante todo ''contraria a la voluntad del Señor. Es también un
escándalo frente al odio y la violencia que desgarra a la humanidad,
frente a las numerosas contradicciones que se alzan contra el
Evangelio de Cristo. Por eso, y apreciando el espíritu de respeto
mutuo y de colaboración que existe entre los cristianos en su país,
los animo a proseguir por este camino, sirviendo juntos con caridad.
Es un testimonio de Cristo, que construye la unidad''.
Por
último manifestó el deseo de que con vistas a la plena comunión
que anhelamos, se añadieran a la perseverancia y a la caridad ''el
servicio de la plegaria y de la reflexión en común, en búsqueda de
un mejor conocimiento recíproco, de una mayor confianza y amistad.
Les aseguro que los acompañaré con mi oración en este camino
fraterno de servicio, reconciliación y misericordia, un camino largo
pero lleno de alegría y esperanza''.
''Pido
al Señor Jesús -concluyó- que os bendiga a todos, a vuestras
comunidades y también a nuestra Iglesia. Y os pido a todos que
recéis por mí. Gracias''.
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