Ciudad
del Vaticano, 21 de julio 2013 (VIS).-Partiendo del episodio
evangélico de la visita de Jesús a Marta y María en Betania, el
Papa ha abordado esta mañana en el ángelus dos temas claves para la
vida del cristiano: la escucha de la palabra de Dios y el servicio
concreto al prójimo, que no deben vivirse de forma separada, sino
“con profunda unidad y armonía”.
El
Obispo de Roma ha explicado a los miles de fieles reunidos en la
Plaza de San Pedro que ambas hermanas “acogen a Jesús, pero de
forma diversa”. María se sienta a sus pies y lo escucha, mientras
Marta, que se apresura en las tareas domésticas, se enfada con su
hermana porque no la ayuda y dice al Señor: ·”¿No te importa que
mi hermana me haya dejado sola para servir? Dile que me ayude” Y
Jesús le responde reprendiéndola con dulzura: “Marta, Marta, tú
te afanas y te agitas por muchas cosas, pero de una cosa sola hay
necesidad”.
“¿Qué
quiere decir Jesús?”, se ha preguntado el Papa .“Ante todo es
importante entender que no se trata de la contraposición entre dos
actitudes: la escucha de la palabra del Señor, la contemplación y
el servicio concreto al prójimo. No son dos actitudes contrapuestas:
al contrario, ambas son esenciales para nuestra vida cristiana y no
deberían separarse nunca, sino vivirse con unidad y armonía
profundas”.
Entonces,
¿Por qué Jesús reprende a Marta? “Porque ha pensado que lo
esencial era sólo lo que estaba haciendo, es decir, estaba demasiado
preocupada y absorbida por lo que había que “hacer”. En un
cristiano, las obras de servicio y de caridad no están nunca
separadas de la fuente principal de cada acción nuestra: la escucha
de la Palabra del Señor, el estar -como María- a los pies de Jesús
con la actitud del discípulo”. Por eso Jesús “regaña” a
Marta.
“También
en nuestra vida cristiana - ha reafirmado el pontífice- la plegaria
y la acción deben estar unidas profundamente. Una plegaria que no
lleva a la acción concreta hacia el hermano pobre, enfermo,
necesitado de ayuda... es una plegaria estéril e incompleta. Pero,
del mismo modo, cuando en el servicio eclesial la preocupación
principal es el hacer, el dar peso a las cosas, a las funciones, a
las estructuras y se olvida la centralidad de Cristo, no se guarda
tiempo para el diálogo con Él en la oración, se corre el peligro
de servirse a sí mismos y no a Dios, presente en el hermano
necesitado”.
“Pidamos
a la Virgen María, Madre de la escucha y del servicio - ha concluido
el Santo Padre- que nos enseñe a meditar en nuestro corazón la
Palabra de su Hijo, a rezar con fidelidad, para prestar cada vez más
atención concreta a las necesidades de los hermanos”.