Ciudad
del Vaticano,7 de marzo 2015 (Vis).-Más de sesenta mil personas,
pertenecientes al movimiento Comunión y Liberación (CL)
participaron esta mañana en la Plaza de San Pedro en un encuentro
multitudinario con el Papa Francisco, para conmemorar el sesenta
aniversario de la creación de CL y el décimo del fallecimiento de
su fundador, el sacerdote Luigi Giussani. El movimiento nace en
Italia en 1954, cuando Giussani (1922-2005) hace surgir, a partir de
la experiencia vivida en el Liceo clásico “Berchet” de Milán,
una iniciativa de presencia cristiana que utiliza el nombre, ya
existente, de Giuventù Studentesca (GS). El nombre actual, Comunión
y Liberación (CL), aparecido por primera vez en 1969, sintetiza el
convencimiento de que el acontecimiento cristiano, vivido en
comunión, es el fundamento de la auténtica liberación humana.
Después
de escuchar el saludo del sacerdote Julián Carrón, presidente de
esa fraternidad, el Santo Padre dio las gracias a todos los presentes
por sus calurosas manifestaciones de afecto y reveló las diversas
razones de su agradecimiento a Don Giussani. ''La primera, más
personal, -dijo- es el bien que ese hombre hizo por mí y por mi
vida sacerdotal, a través de la lectura de sus libros y sus
artículos. La otra razón es que su pensamiento es profundamente
humano y llega hasta el anhelo más profundo de la persona. Sabéis
lo importante que era para don Giussani la experiencia del
encuentro, no con una idea, sino con una persona, con Jesucristo.
Así educó a la libertad, llevando al encuentro con Cristo, porque
Cristo nos da la verdadera libertad''.
''Todo
en nuestra vida-continuó- comienza con un encuentro... Pensemos en
el evangelio de san Juan cuando narra el primer encuentro de los
discípulos con Jesús. Andrés, Juan, Simón se sintieron mirados
hasta lo más profundo, conocidos estrechamente, y esto generó en
ellos una sorpresa, un estupor que de inmediato les hizo sentirse
vinculados con El. … Este fue el descubrimiento decisivo de San
Pablo, de San Agustín, y de tantos otros: Jesucristo siempre nos
primerea, nos precede ; cuando llegamos, ya estaba esperando. Él es
como la flor del almendro, la primera que florece y anuncia la
primavera''.
Pero
esa dinámica del encuentro que despierta el estupor y la adhesión
no se puede comprender sin la misericordia porque ''sólo aquellos
que han sido acariciados por la ternura de la misericordia, conocen
verdaderamente al Señor'' y ''el lugar privilegiado del encuentro
es la caricia de la misericordia de Jesucristo hacia mi pecado. Por
eso, algunas veces, me habéis oído decir que el lugar privilegiado
del encuentro con Jesucristo es mi pecado. Y gracias a este
abrazo de misericordia entran ganas de responder y cambiar, y puede
brotar una vida diferente. La moral cristiana no es el esfuerzo
titánico, voluntarioso de los que deciden ser coherentes y lo
consiguen, una especie de desafío solitario frente al mundo. No. La
la moral cristiana, es respuesta, es la respuesta conmovida ante una
misericordia, sorprendente, impredecible, incluso "injusta",
según los criterios humanos, de Aquel que me conoce, sabe mis
traiciones y me quiere lo mismo... me llama de nuevo, espera en mí.
La moral cristiana no consiste en no caer, sino en levantarse
siempre, gracias a Su mano extendida''.
''Y
este -exclamó- es también el camino de la Iglesia: dejar que se
manifieste la gran misericordia de Dios... no condenar eternamente a
nadie; derramar la misericordia divina sobre todas las personas que
la pidan con un corazón sincero; el camino de la Iglesia es
precisamente salir de su recinto para ir a buscar a los que están
alejados en las periferias de la existencia; es adoptar plenamente la
lógica de Dios. La Iglesia tiene que sentir el impulso gozoso de
convertirse en flor de almendro, como Jesús, para toda la
humanidad''.
Retomando
la celebración del aniversario de Comunión y Liberación el Papa
subrayó que después de sesenta años su '' carisma originario'' no
había perdido ni su frescura ni su vitalidad. ''Pero acordáos
siemore -advirtió- que el centro es solamente uno: Jesucristo;
porque cuando pongo en el centro mi método espiritual, mi camino
espiritual, mi manera de ponerlo en práctica, salgo del camino. Todo
la espiritualidad, todos los carismas en la Iglesia debe ser
"descentralizados": en el centro está sólo el Señor''.
Además
''el carisma no se conserva en una botella de agua destilada. La
fidelidad al carisma no significa "petrificarlo"... no
significa escribirlo en un pergamino y enmarcarlo. La referencia al
legado que os dejó Don Giussani no puede reducirse a un museo de
recuerdos, de decisiones tomadas, de normas de conducta. Conlleva,
en cambio, fidelidad a la tradición y como Gustav Mahler decía,
fidelidad a la tradición, "significa mantener vivo el fuego, no
adorar las cenizas." Don Giussani nunca os perdonaría que
perdiérais la libertad y os trasformaséis en guías en un museo o
adoradores de cenizas. ¡Mantened viva la llama del recuerdo de ese
primer encuentro y sed libres!. Así centrados en Cristo y en el
Evangelio, podéis ser los brazos, las manos, los pies, la mente y el
corazón de una Iglesia "en salida". El camino de la
Iglesia es salir a buscar a los que están lejos en las periferias,
para servir a Jesús en cada persona marginada, abandonada, sin fe,
decepcionado por la Iglesia, o prisionera de su propio egoísmo''.
''Salir
también significa rechazar la referencia a uno mismo, en todas sus
formas, significa saber escuchar a aquellos que no son como
nosotros, aprendiendo de todo el mundo, con sincera humildad. Cuando
somos esclavos de la auto-referencia terminamos por cultivar ''una
espiritualidad de etiqueta''. Yo soy "CL".
Esta es la etiqueta. Y caemos en el millar de trampas que
ofrece la autocomplacencia, ese mirarse en el espejo que nos
desorienta y nos lleva a convertimos en meros empresarios de una
ONG''.
El
Papa acabó su discurso con dos citas de Don Giussani, una de sus
primeros escritos, en la que afirmaba que el cristianismo no se
realiza en la historia como fijeza de posición que defender y otra
de su carta a Juan Pablo II en 2004, en ocasión del cincuenta
aniversario de CL donde dice: ''No sólo no pretendí nunca “fundar”
nada, sino que creo que el genio del movimiento que he visto nacer
consiste en haber sentido la urgencia de proclamar la necesidad de
volver a los aspectos elementales del cristianismo, es decir, la
pasión por el hecho cristiano como tal, en sus elementos originales
y nada más''.