Ciudad
del Vaticano, 26 de febrero de 2016 (Vis).-''La encíclica Deus
caritas est conserva intacta la frescura de su mensaje, con el que
indica la perspectiva siempre actual para el camino de la Iglesia. Y
todos seremos cristianos más auténticos cuanto más vivamos con
este espíritu'', ha dicho esta mañana el Papa Francisco recibiendo
en la Sala Clementina a los participantes en el congreso
internacional ''La caridad no pasará jamás Perspectivas a los 10
años de la encíclica Deus caritas est'', organizado por el Consejo
pontificio Cor Unum que ha analizado en las dos últimas jornadas la
repercusión y el horizonte pastoral y teológico abierto por la
primera encíclica del papa Benedicto XVI.
Una
encíclica, señaló Francisco que ''trata un tema que permite
recorrer toda la historia de la Iglesia que, entre otras cosas, es
una historia de caridad. Es la historia del amor que hemos recibido
de Dios y debemos llevar al mundo: esta caridad recibida y dada es el
fundamento de la historia de la Iglesia y de la historia de cada uno
de nosotros...Para cada uno de los fieles, como para la comunidad
cristiana en su conjunto, vale la palabra de Jesús, según la cual
la caridad es el primer mandamiento y el más alto''.
El
Año jubilar que estamos viviendo, continuó el Santo Padre, nos
brinda también ''la ocasión de volver a este corazón palpitante de
nuestra vida y de nuestro testimonio, al centro del anuncio de fe:
Dios es amor. Dios no tiene simplemente el deseo o la capacidad de
amar; Dios es caridad: la caridad es su esencia, su naturaleza. Él
es único, pero no es solitario... no puede cerrarse en sí mismo,
porque es comunión, es caridad, y la caridad por naturaleza se
comunica, se difunde. Así, Dios asocia al hombre a su vida de amor
y, aunque el hombre se aleje de él, él no permanece distante sino
que le sale al encuentro. Este salir al encuentro del hombre, que
culmina en la encarnación del Hijo, es su misericordia...El programa
de Jesús —está escrito en la encíclica— es ''un “corazón
que ve''. Este corazón ve dónde se necesita amor y actúa en
consecuencia. Caridad y misericordia están tan estrechamente
vinculadas porque son el modo de ser y de actuar de Dios: su
identidad y su nombre''.
El
primer aspecto que la encíclica nos recuerda es ''precisamente el
rostro de Dios: quién es el Dios que podemos encontrar en Cristo,
cuán fiel e insuperable es su amor... Cualquier forma nuestra de
amor, de solidaridad, de compartir es sólo un reflejo de la caridad
que es Dios. Él derrama incansablemente su caridad sobre nosotros y
nosotros estamos llamados a ser testigos de este amor en el mundo.
Por eso, debemos ver la caridad divina como la brújula que orienta
nuestra vida, antes de encaminarnos en cualquier actividad: en ella
encontramos la dirección, de ella aprendemos cómo mirar a los
hermanos y al mundo''.
Francisco
se refirió también al segundo e importante aspecto de ''Deus
caritas est'' : esa caridad quiere verse reflejada cada vez más en
la vida de la Iglesia. ''Cuánto desearía -excalmó- que en la
Iglesia cada fiel, cada institución, cada actividad revelara que
Dios ama al hombre. La misión que desempeñan nuestros organismos de
caridad es importante, porque acercan a muchas personas pobres a una
vida más digna, más humana, y esto es algo muy necesario; es una
misión importantísima porque, no con palabras, sino con el amor
concreto puede hacer sentir a todo hombre que el Padre le ama, que es
hijo suyo, destinado a la vida eterna con Dios''.
''Quisiera
dar las gracias a todos aquellos que trabajan diariamente en esta
misión, que interpela a todo cristiano -finalizó- En este Año
jubilar he querido resaltar que todos podemos vivir la gracia del
Jubileo, precisamente poniendo in práctica las obras de misericordia
corporales y espirituales: vivir las obras de misericordia significa
conjugar el verbo amar como lo hizo Jesús. Y así, todos juntos,
contribuimos concretamente a la gran misión de la Iglesia de
comunicar el amor de Dios, que desea extenderse''.