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El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

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lunes, 21 de abril de 2008

EL MIERCOLES, FUNERAL POR EL CARDENAL LOPEZ TRUJILLO

CIUDAD DEL VATICANO, 21 ABR 2008 (VIS).-Benedicto XVI ha enviado un telegrama de pésame por el fallecimiento del cardenal Alfonso López Trujillo, presidente del Pontificio Consejo para la Familia, el sábado 19 de abril en Roma a los 72 años.

  En el telegrama, dirigido a Aníbal López Trujillo, hermano del difunto cardenal, el Santo Padre le expresa su "más sentidas condolencias, así como a sus hermanos Flavio y Asdrúbal, y a todos sus familiares. En estos dolorosos momentos -afirma- me siento muy cercano a todos ustedes y pido a Dios, por intercesión de Nuestra Señora de Chiquinquirá, que conceda el eterno descanso a este infatigable pastor, tan generosamente entregado al servicio de la Iglesia y del evangelio de la vida.

  "Su dilatada labor ministerial, desempeñada como sacerdote y obispo auxiliar de Bogotá, como arzobispo de Medellín, secretario y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia y, finalmente, como presidente del Consejo Pontificio para la Familia, es un claro testimonio de su profundo amor a la Iglesia y de su dedicación a la noble causa de la promoción del matrimonio y de la familia cristiana.

  "En esta circunstancia, me es grato impartirles con afecto la confortadora bendición apostólica, que extiendo complacido a quienes lo han asistido, así como a los obispos, sacerdotes, comunidades religiosas y fieles que lo han acompañado de cerca con su amistad y colaboración".

  El miércoles, 23 de abril, a las 11,00, en el altar de la Cátedra de la basílica vaticana, el cardenal Angelo Sodano, decano del colegio cardenalicio, celebrará la Santa Misa junto con los demás purpurados.

  Al terminar, el Papa presidirá la liturgia de exequias: pronunciará la homilía y el rito de la "Ultima Commendatio" y de la "Valedictio".
TGR/FALLECIMIENTO/LOPEZ TRUJILLO                    VIS 20080421 (290)


PROMOVER UNA COEXISTENCIA PACIFICA ENTRE LAS NACIONES

CIUDAD DEL VATICANO, 20 ABR 2008 (VIS).-El Santo Padre llegó a las 20,00, hora local, al aeropuerto John Fitzgerald Kennedy de Nueva York, donde tuvo lugar la ceremonia de despedida en presencia de autoridades políticas y civiles, de los cardenales estadounidenses, del presidente, vicepresidente y secretario general de la Conferencia de los Obispos Católicos de EE.UU. y de 5.000 fieles de la diócesis de Brooklyn, encabezados por su obispo, en cuya jurisdicción se encuentra este aeropuerto.

  Tras el saludo del vicepresidente de Estados Unidos, Richard B. Cheney, el Papa pronunció el último discurso de su viaje.

  El Papa expresó su "profunda gratitud" por la acogida recibida, en particular, al presidente Bush, "que vino a saludarme al comienzo de mi visita, y al vicepresidente Cheney por su presencia aquí en el momento de mi salida".

  "Reitero mis felicitaciones y mi plegaria -dijo- a los representantes de las sedes de Baltimore, la primera archidiócesis, y a las de Nueva York, Boston, Filadelfia y Louisville, en este año jubilar".

  El Santo Padre también manifestó su reconocimiento por "su arduo compromiso y dedicación, a todos los obispos y a los oficiales y al personal de la Conferencia Episcopal, que han contribuido de diversos modos a la preparación de esta visita", así como "a los sacerdotes y religiosos, diáconos, seminaristas y jóvenes, y a todos los fieles de los Estados Unidos. Les aliento a perseverar dando un gozoso testimonio de Cristo, nuestra esperanza, nuestro Señor y Salvador resucitado, que renueva todas las cosas y nos da la vida en abundancia".

  El Papa aseguró que "uno de los momentos más significativos" de su visita había sido "la oportunidad de dirigir la palabra a la Asamblea General de las Naciones Unidas". En este sentido, dio las gracias al secretario general, Ban Ki-moon, "por su atenta invitación y su acogida".

  "Revisando los sesenta años transcurridos desde la Declaración Universal de los Derechos del Hombre, agradezco todo lo que la Organización ha logrado en la defensa y promoción de los derechos fundamentales de todo hombre, mujer y niño en cualquier pate del mundo, y aliento a todos los hombres de buena voluntad a seguir esforzándose sin desfallecer en la promoción de la coexistencia justa y pacífica entre los pueblos y las naciones".

  Benedicto XVI afirmó que "la visita realizada a "Ground Zero" permanecerá profundamente grabada en mi memoria. Seguiré rezando por los que fallecieron y por los que sufren las consecuencias de la tragedia que tuvo lugar en 2001. Rezo por todos los Estados Unidos, por todo el mundo, para que el futuro traiga una mayor fraternidad y solidaridad, un mayor respecto recíproco y una renovada fe y confianza en Dios, nuestro Padre que está en los cielos".

  "Con estas palabras de despedida, les dejo, rogándoles que se acuerden de mí en sus oraciones, a la vez que les aseguro mi afecto y mi amistad en el Señor. Dios bendiga a América".

  El avión papal despegó a las 20,30 (2,30 hora de Roma) y tras poco más de ocho horas de vuelo aterrizará en el aeropuerto romano de Ciampino a las 10,45. Desde allí, el Santo Padre se traslada en automóvil al Vaticano.
PV-EE.UU./DESPEDIDA/NUEVA YORK                    VIS  20080421 (530)


SUPERAR TODA SEPARACION ENTRE FE Y VIDA

CIUDAD DEL VATICANO, 20 ABR 2008 (VIS).-Esta tarde, a las 14,30, hora local, Benedicto XVI celebró la Santa Misa en el Yankee Stadium de Nueva York, que desde 1923 es el estadio del equipo de baseball del mismo nombre.

  Antes de la celebración eucarística el Papa dio la vuelta al estadio en papamóvil y fue saludado calurosamente por las 60.000 personas allí reunidas. La misa conmemoraba el bicentenario de la creación de las sedes de Nueva York, Boston, Filadelfia y Louisville por la desmembración de la sede madre de Baltimore.

  En su homilía, Benedicto XVI recordó que la celebración de hoy era también "un signo del crecimiento impresionante que Dios ha concedido a la Iglesia en vuestro país en los pasados doscientos años. (...) En esta tierra de libertad y oportunidades, la Iglesia ha unido rebaños muy diversos en la profesión de fe y, a través de sus muchas obras educativas, caritativas y sociales, también ha contribuido de modo significativo al crecimiento de la sociedad americana en su conjunto".

  Comentando las lecturas de la liturgia el Santo Padre recalcó que mostraban "el poder de la Palabra de Dios, proclamada autorizadamente por los apóstoles y acogida en la fe para crear una unidad capaz de ir más allá de las divisiones que provienen de los límites y debilidades humanas".

  "Se nos recuerda aquí -explicó- una verdad fundamental: que la unidad de la Iglesia no tiene más fundamento que la Palabra de Dios, hecha carne en Cristo Jesús, Nuestro Señor. Todos los signos externos de identidad, todas las estructuras, asociaciones o programas, por válidos o incluso esenciales que sean, existen en último término únicamente para sostener y favorecer una unidad más profunda que, en Cristo, es un don indefectible de Dios a su Iglesia. (...) La unidad de la Iglesia es "apostólica", es decir, una unidad visible fundada sobre los Apóstoles (...) y nacida de lo que la Escritura denomina "la obediencia de la fe".

  El Santo Padre dijo después que las palabras "autoridad" y "obediencia" representan
"una piedra de tropiezo" para muchos de nuestros contemporáneos, especialmente en una sociedad que justamente da mucho valor a la libertad personal. Y, sin embargo, a la luz de nuestra fe en Cristo, (...) alcanzamos a ver el valor e incluso la belleza de tales palabras. El Evangelio nos enseña que la auténtica libertad (...) se encuentra sólo en la renuncia al propio yo, que es parte del misterio del amor".

  "Y dicha libertad en la verdad -agregó- lleva consigo un modo nuevo y liberador de ver la realidad. Cuando nos identificamos con "la mente de Cristo" se nos abren nuevos horizontes. A la luz de la fe, en la comunión de la Iglesia, encontramos también la inspiración y la fuerza para llegar a ser fermento del Evangelio en este mundo".

  "En estos doscientos años, el rostro de la comunidad católica en vuestro país ha cambiado considerablemente -observó Benedicto XVI-. Pensemos en las continuas oleadas de emigrantes, cuyas tradiciones han enriquecido mucho a la Iglesia en América. Pensemos en la recia fe que edificó la cadena de Iglesias, instituciones educativas, sanitarias y sociales, que desde hace mucho tiempo son el emblema distintivo de la Iglesia en este territorio".

  "En esta tierra de libertad religiosa, los católicos han encontrado no sólo la libertad para practicar su fe, sino también para participar plenamente en la vida civil, llevando consigo sus convicciones morales a la esfera pública, cooperando con sus vecinos a forjar una vibrante sociedad democrática. La celebración actual es algo más que una ocasión de gratitud por las gracias recibidas: es una invitación para proseguir con la firme determinación de usar sabiamente la bendición de la libertad, con el fin de edificar un futuro de esperanza para las generaciones futuras".

  El Santo Padre pidió a todos los presentes que rezasen por la venida del Reino de Dios, que significa también "estar constantemente atentos a los signos de su presencia, trabajando para que crezca en cada sector de la sociedad. Esto quiere decir afrontar los desafíos del presente y del futuro confiados en la victoria de Cristo y comprometiéndose en extender su Reino. Significa superar toda separación entre fe y vida, oponiéndose a los falsos evangelios de libertad y felicidad. Quiere decir, además, rechazar la falsa dicotomía entre la fe y la vida política, pues, como ha afirmado el Concilio Vaticano II, "ninguna actividad humana, ni siquiera en los asuntos temporales, puede sustraerse a la soberanía de Dios".

  "Como "raza elegida, sacerdocio real, nación consagrada" -exhortó Benedicto XVI al final de su homilía- sigan con fidelidad las huellas de quienes les han precedido, (...) encuentren la audacia de proclamar a Cristo (...) y las verdades inmutables que se fundamentan en Él. (...) Son verdades que nos hacen libres. Se trata de las únicas verdades que pueden garantizar el respeto de la dignidad y de los derechos de todo hombre, mujer y niño en nuestro mundo, incluidos los más indefensos de todos los seres humanos, como los niños que están aún en el seno materno. En un mundo en el que, como Juan Pablo II nos recordó hablando en este mismo lugar, Lázaro continúa llamando a nuestra puerta, actúen de modo que su fe y su amor den fruto ayudando a los pobres, a los necesitados y a los sin voz".
PV-EE.UU./MISA/YANKEE:NUEVA YORK             VIS  20080421 (890)


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