Ciudad
del Vaticano, 15 de abril 2015 (Vis).–El Papa Francisco,
prosiguiendo con la catequesis sobre la familia, dedicó la de la
audiencia general de hoy a la diferencia y la complementariedad entre
el hombre y la mujer, recordando en primer lugar que el libro del
Génesis insiste en que ambos son imagen y semejanza de Dios. ''No
sólo el hombre como tal -señaló- no sólo la mujer como tal, sino
el hombre y la mujer, como pareja, son imagen de Dios. La diferencia
entre ellos no es para competir o para subordinarse, sino para la
comunión y la generación, siempre a imagen y semejanza de Dios''.
''La
experiencia enseña- dijo el Papa a las treinta mil personas
presentes en la Plaza de San Pedro- Para conocerse bien y crecer
armoniosamente el ser humano necesita de reciprocidad entre el hombre
y la mujer. Cuando no es así, se ven las consecuencias. Estamos
hechos para escucharnos y ayudarnos recíprocamente. Podemos decir
que sin el enriquecimiento mutuo en esta relación - en el
pensamiento y la acción, en los afectos y el trabajo, también en la
fe - los dos no pueden entender plenamente lo que significa ser un
hombre y una mujer''.
''La
cultura moderna y contemporánea ha abierto nuevos espacios, nuevas
libertades y nuevas profundidades para el enriquecimiento de la
comprensión de esta diferencia -añadió- Pero también ha
introducido una gran cantidad de dudas y escepticismo. Me pregunto,
por ejemplo, si la llamada teoría del género no sea también una
expresión de frustración y resignación, que apunta a borrar la
diferencia sexual porque ya no sabe qué hacer frente a ella. Sí,
corremos el peligro de retroceder. La eliminación de la diferencia,
de hecho, es el problema, no la solución. Para resolver sus
problemas de relación, el hombre y la mujer deberían, en cambio,
hablarse más, escucharse más, conocerse mejor, quererse más.
Deben tratarse con respeto y cooperar con amistad. Con estas bases
humanas, apoyados por la gracia de Dios, es posible proyectar la
unión matrimonial y familiar para toda la vida. El vínculo
matrimonial y familiar es algo serio, y lo es para todos, no sólo
para los creyentes. Quisiera exhortar a los intelectuales a no
desertar de este tema, como si se hubiera convertido en algo
secundario para el compromiso en favor de una sociedad más libre y
más justa''.
''Dios
confío la tierra a la alianza del hombre y la mujer: su fracaso
vuelve árido el mundo de las emociones y oscurece el cielo de la
esperanza. Las señales ya son preocupantes, y las vemos. Me gustaría
indicar entre muchos otros dos puntos que nos comprometen con
urgencia.
''Es
indudable -dijo el Papa - que tenemos que hacer mucho más en favor
de la mujer si queremos fortalecer la reciprocidad entre hombres y
mujeres. De hecho, es necesario no sólo que se escuche más a las
mujeres sino que su voz tenga un peso real, una autoridad
reconocida en la sociedad y en la Iglesia. La forma en que Jesús las
consideraba, en un contexto menos favorable que el nuestro, es una
luz poderosa que ilumina un camino que lleva muy lejos, del que
hemos recorrido sólo un tramo pequeño. Es un camino que hay que
recorrer con más creatividad y audacia''.
El
segundo punto ''se refiere a la cuestión del hombre y mujer creados
a imagen de Dios. Me pregunto -observó Francisco- si la crisis
colectiva de fe en Dios, que nos hace tanto daño y nos enferma de
resignación a la incredulidad y al cinismo, no esté también
ligada a la crisis de la alianza entre el hombre y la mujer. De
hecho, el relato bíblico, con el gran fresco simbólico sobre el
paraíso terrestre y el pecado original, nos dice precisamente que la
comunión con Dios se refleja en la comunión de la pareja humana y
la pérdida de confianza en el Padre celestial genera división y
conflicto entre el hombre y la mujer''.
''De
aquí viene la gran responsabilidad de la Iglesia, de todos los
creyentes, y sobre todo de las familias creyentes para redescubrir la
belleza del diseño del creador que graba la imagen de Dios, también
en la alianza entre el hombre y la mujer. La tierra se llena de
armonía y confianza cuando la alianza entre el hombre y la mujer se
vive en el bien. Y si el hombre y la mujer la buscan entre ellos y
con Dios la encontrarán sin duda. Jesús nos anima explícitamente
a dar testimonio de esta belleza, que es la imagen de Dios'',
concluyó el Pontífice.
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