Ciudad
del Vaticano, 15 de julio de 2015 (Vis).-El obispo Marcelo Sánchez
Sorondo, Canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias, ha
presentado esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el
encuentro ''Esclavitud moderna y cambio climático: el compromiso de
las ciudades'', y el simposio ''Prosperidad, gente y planeta: lograr
el desarrollo sostenible en nuestras ciudades'' que tendrán lugar en
la Casina Pío IV (Vaticano, 21 -22 de julio) y a los que están
invitados los alcaldes de las grandes ciudades, los administradores
locales y varios representantes de las Naciones Unidas. También
intervienieron en el acto los consultores expertos de comunicación
Michael Shank y Alessandro Gaetano.
''La
Pontificia Academia de las Ciencias -explicó el prelado –
concuerda con el Santo Padre en la clara relación entre estas dos
situaciones de emergencia: la crisis climática y la crisis social,
ambas de origen antrópico. Nuestro afán, siguiendo la encíclica
Laudato Si', es que la sociedad tome conciencia de estos fenómenos,
de la responsabilidad humana en estas crisis y reaccione con firmeza,
con un nuevo imperativo moral de toda la humanidad a favor del bien
común''
''En
este contexto moral -continuó- las ciudades , con sus alcaldes,
juegan un papel clave. En la actualidad, la mayoría de la humanidad
se concentra en las zonas urbanas y esa tendencia está destinada a
aumentar. Además, todas nuestras tradiciones culturales, afirman
la dignidad intrínseca y la responsabilidad social de cada individuo
en relación con el bien común. Igualmente hacen hincapié en la
importancia de la convivencia en la polis para la plena realización
de la identidad social, cultural y religiosa de cada ser humano y en
la belleza, la maravilla y la bondad inherente del mundo... que se
confía a nuestro cuidado, no para preservarlo como un museo, sino
para desarrollarlo de acuerdo a su potencial, siguiendo las leyes
propias de la naturaleza. Se trata de un imperativo moral para el
respeto y el desarrollo, y no para la devastación de nuestra "casa
común".
Mons.
Sánchez Sorondo señaló que, como constata la Pontificia Academia
de las Ciencias Sociales, los pobres y los excluidos, no obstante
incidan mínimamente en las alteraciones del clima y vivan a menudo
en las periferias de las ciudades son los más expuestos a la
terrible amenaza que representan los trastornos climáticos inducidos
por el ser humano y, sin embargo, el mundo tiene ahora a su alcance
los conocimientos científicos, las herramientas tecnológicas y los
medios financieros para invertir esa tendencia de origen
antropogénico, poniendo fin, al mismo tiempo, a la pobreza extrema a
través de soluciones que incluyen las energías renovables y la baja
emisión de gases de efecto invernadero. ''La financiación de la
iniciativa a favor de esta "ecología integral", incluyendo
la contención decisiva del cambio climático inducido por el hombre
-afirmó el obispo- también se vería reforzada a través de la
búsqueda incesante de la paz, lo que permitiría una redistribución
del gasto público destinado a los gastos militares en favor de
inversiones urgentes para el beneficio de la inclusión social y de
la vigilancia efectiva de las emisiones, en particular en las
ciudades''.
Refiriéndose
a la presencia de los alcaldes en los eventos del 21 y el 22 de
julio, subrayó que la intención de la Pontificia Academia era la de
que esos administradores públicos se comprometieran a promover en
las ciudades y asentamientos urbanos ''la emancipación de los pobres
y de los que viven en condiciones de vulnerabilidad, la reducción de
la exposición a los fenómenos catastróficos derivados de
alteraciones profundas de naturaleza ambiental, económica y social
que crean un terreno fértil para la migración forzada y la trata de
seres humanos''.
''Al
mismo tiempo -dijo- nos gustaría que los alcaldes se comprometieran
a poner fin a los abusos, a la explotación, a la trata de personas y
a todas las formas de esclavitud moderna dentro de sus comunidades.
Estos dramas, definidos por el Papa Benedicto XVI y por el Papa
Francisco como crímenes contra la humanidad, también incluyen el
trabajo forzado, la prostitución, el tráfico de órganos y la
servidumbre doméstica.También nos gustaría que desarrollasen
programas de reasentamiento e integración social de las víctimas,
en ámbito nacional y local con el fin de evitar su deportación''.
''Básicamente
-finalizó el canciller- nos gustaría que nuestras ciudades y
asentamientos urbanos fueran cada vez más socialmente inclusivos,
seguros, flexibles y ecológicamente integrados''.
Los
estudios de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales sobre el
impacto del cambio climático se pueden consultar en el sitio
www.pas.va