CIUDAD DEL VATICANO, 25 DIC 2005 (VIS).-A las 12,00 de hoy, solemnidad de la Natividad del Señor, el Papa pronunció desde el balcón central de la basílica vaticana el tradicional mensaje navideño, el primero de su pontificado, que fue transmitido por 111 canales de televisión de 68 países.
"En este día solemne -dijo el Santo Padre- resuena el anuncio del ángel, que es también una invitación para nosotros, hombres y mujeres del tercer milenio, a acoger al Salvador. Que los hombres de hoy no duden en recibirlo en sus propias casas, en las ciudades, en las naciones y en cada rincón de la tierra".
Benedicto XVI afirmó que "si el hombre de la era tecnológica se encamina hacia una atrofia espiritual y a un vacío del corazón, corre el riesgo de ser víctima de los mismos éxitos de su inteligencia y de los resultados de sus capacidades operativas. Por eso es importante que abra la propia mente y el propio corazón a la Navidad de Cristo, acontecimiento de salvación capaz de imprimir renovada esperanza a la existencia de todo ser humano".
"(Despierta, hombre del tercer milenio!", exclamó. "En Navidad, el Omnipotente se hace niño y pide ayuda y protección; su modo de ser Dios pone en crisis nuestro modo de ser hombres; su llamar a nuestras puertas nos interpela, interpela nuestra libertad y nos pide que revisemos nuestra relación con la vida y nuestro modo de concebirla".
"Hombre moderno, adulto y, sin embargo, a veces débil en el pensamiento y en la voluntad, (déjate llevar de la mano por el Niño de Belén, no temas, fíate de Él! La fuerza vivificante de su luz te alienta a comprometerte en la construcción de un nuevo orden mundial fundado sobre relaciones éticas y económicas justas. Su amor guía a los pueblos y esclarece su conciencia común de ser "familia" llamada a construir vínculos de confianza y de ayuda mutua".
El Papa aseguró que "una humanidad unida podrá afrontar los numerosos y preocupantes problemas del momento actual: desde la amenaza terrorista a las condiciones de pobreza humillante en la que viven millones de seres humanos, desde la proliferación de las armas a las pandemias y al deterioro ambiental que amenaza el futuro del planeta".
Haciendo un recorrido por los distintos continentes, el Santo Padre pidió por "la paz y el desarrollo integral en Africa, oponiéndose a las luchas fratricidas, para que se consoliden los procesos políticos todavía frágiles y se salvaguarden los más elementales derechos de los que están sumidos en trágicas situaciones, como en Darfur y en otras regiones de África central".
Benedicto XVI pidió a Dios que "lleve a los pueblos latinoamericanos a vivir en paz y concordia. Que anime a los hombres de buena voluntad en Tierra Santa, en Irak, en Líbano, donde, aunque no falten signos esperanzadores, éstos han de ser confirmados por comportamientos inspirados en la lealtad y la sabiduría; que favorezca los procesos de diálogo en la Península coreana y en otras partes de los países asiáticos, a fin de que se superen las divergencias peligrosas y, con espíritu amistoso, se alcancen los logros de paz que tanto esperan sus pobladores".
Tras su mensaje, el Papa impartió la bendición "Urbi et Orbi" (a Roma y al mundo) en 32 idiomas.
MESS/URBI ET ORBI/... VIS 20051228 (560)