Ciudad
del Vaticano, 29 de abril 2015 (VIS).-Después de abordar en las
catequesis de los miércoles anteriores el plan originario de Dios
sobre la pareja hombre-mujer, el Papa habló en la audiencia general
de hoy del matrimonio, recordando que el primer milagro de Jesús
tuvo lugar durante las bodas de Caná, cuando transformando el agua
en vino salvó la fiesta. ''Este
hecho -dijo- nos recuerda el Génesis, cuando Dios concluye la
creación con su obra maestra: el hombre y la mujer. Jesús empieza
sus milagros con esta obra maestra, en un matrimonio...Y nos enseña
que la obra maestra de la sociedad es la familia: el hombre y la
mujer que se aman...Desde aquel tiempo muchas cosas han
cambiado pero aquel ''signo'' de Cristo encierra un mensaje siempre
vigente''
''Hoy
en día no parece fácil hablar del matrimonio como de una fiesta que
se renueva con el tiempo, en las diferentes estaciones de la vida
de los cónyuges -señaló- Es un hecho que cada vez son menos las
personas que se casan. En muchos países aumenta, en cambio, el
número de separaciones, mientras disminuye el número de hijos. La
dificultad de permanecer juntos - tanto como pareja que como familia
-lleva a romper los lazos cada vez con más frecuencia y rapidez... y
muchos jóvenes tienden a abandonar el proyecto de un vínculo
irrevocable y una familia duradera... Hay
una especie de cultura de lo provisional, todo
es provisional, parece que no haya nada definitivo''.
De
ahí que uno de los interrogantes de nuestros días, observó el
Papa, sea el de porque los jóvenes no se casan y tengan poca
confianza en el matrimonio y en la familia. ''Las dificultades
-observó al respecto- no son sólo de carácter económico, aunque
indudablemente éstas sean serias. Muchos creen que el cambio que se
ha producido en las últimas décadas se deba a la emancipación de
la mujer. Pero este argumento tampoco es válido. Es
una injuria.... Es una forma del machismo que siempre quiere someter
a las mujeres.... Si los hombres nos comportamos así hacemos como
Adán, cuando Dios le preguntó: ¿Por qué has comido el fruto del
árbol?'' Y el contestó: ''Me lo dió la mujer'. La culpa es suya''.
''En
realidad, casi todos los hombres y mujeres querrían una seguridad
afectiva estable, un matrimonio sólido y una familia feliz ...pero,
por miedo al fracaso, muchos no quieren ni pensarlo siquiera ...Tal
vez este miedo al fracaso es el mayor obstáculo para acoger la
palabra de Cristo, que promete su gracia a la unión conyugal y a la
familia''.Y sin embargo, ''el matrimonio consagrado por Dios
defiende el vínculo entre el hombre y la mujer que Dios bendijo
desde la creación del mundo; y es una fuente de paz y bien para la
entera vida conyugal y familiar''. Como ejemplo, el Papa recordó,
que en los primeros tiempos del cristianismo, ''esta gran dignidad de
la relación entre el hombre y la mujer acabó con un abuso
considerado entonces completamente normal, es decir, el derecho de
los maridos de repudiar a sus esposas, aduciendo los motivos más
pretextuosos y humillantes.. El
Evangelio, el evangelio que anuncia este sacramento, acabó con esta
cultura del repudio habitual''.
''La
semilla cristiana de la igualdad radical entre los cónyuges hoy debe
dar nuevos frutos- explicó el Santo Padre- Así, el testimonio de la
dignidad social del matrimonio será persuasiva, el
testimonio de la reciprocidad entre marido y mujer, de la
complementariedad.. Y los cristianos tenemos que ser más
exigentes al respecto. Por ejemplo: sosteniendo el derecho al igual
salario por igual trabajo : ¡la desigualdad es un escándalo!
¿Por qué se da por descontado que las mujeres tengan que ganar
menos que los hombres? ¡No! Tienen los mismos derechos. Al
mismo tiempo hay que reconocer como riqueza siempre válida la
maternidad de la mujer y la paternidad del hombre, sobre todo en
beneficio de los niños. Igualmente, la virtud de la hospitalidad de
las familias cristianas es de vital importancia hoy en día,
especialmente en situaciones de pobreza, de degradación, de la
violencia familiar''.
''¡No
tengamos miedo de invitar a Jesús a la fiesta del matrimonio, ni a
su madre María!-exclamó al final Francisco-. Los cristianos, cuando
se casan "en el Señor", se convierten en un signo eficaz
del amor de Dios. Los cristianos no se casan sólo para ellos mismos.
Se casan en el Señor, en favor de toda la comunidad, de la sociedad
entera''.