Ciudad
del Vaticano, 29 de abril 2015 (VIS).-Ayer noche en el teatro
Brancaccio de Roma los huéspedes de los centros de acogida de
Caritas de Roma fueron los protagonistas del espectáculo ''Si no
fuera por ti'' en que, dirigidos por Carlo Del Giudice, narran sus
historias. Contaron, como explica Caritas, historias de amor y de
desilusión, de abandono, pero también de amor correspondido, por
los hijos, por los padres, por la vida, por Dios. Se trató de una
ocasión única de diálogo entre Roma y sus ciudadanos más frágiles
en la que el Papa Francisco quiso participar enviando un mensaje en
vídeo a los actores.
''La
modalidad con que habláis a la ciudad -dijo- representa una ocasión
de intercambio significativo. Vosotros en la cátedra ...y los demás
que os escuchan y, estoy seguro, se maravillan de las riquezas que
les ofrecéis. ¿Quién iba a pensar que una persona sin hogar es
alguien de quien se p aprender? ¿Quién piensa que puede ser un
santo? En cambio esta noche vosotros haréis del escenario un lugar
de donde transmitir preciosas enseñanza sobre el amor, sobre la
necesidad del otro, sobre la solidaridad, sobre cómo en las
dificultades se encuentra el amor del Padre''.
''La
pobreza fue la gran enseñanza que nos dio Jesús cuando bajó a las
aguas del Jordán para ser bautizado por Juan el Bautista. No lo hizo
porque necesitase penitencia o conversión; lo hizo para ponerse en
medio de la gente, la gente necesitada del perdón, en medio de
nosotros, pecadores, y para cargarse del peso de nuestros pecados.
Ese fue el camino que eligió para consolarnos, salvarnos, liberarnos
de nuestra miseria. Lo que nos da la verdadera libertad, la verdadera
salvación y la verdadera felicidad es su amor de compasión, de
ternura, de compartición. El Buen Samaritano que nos recoge, a
nosotros, golpeados por los ladrones''
''San
Gregorio de Nisa -explicó -un gran teólogo de la antigüedad,
escribía: "Considerad bien quienes son los pobres en el
Evangelio y descubriréis su dignidad: ellos revistieron el rostro
del Señor. En su misericordia El les dio su propio rostro ".Y
San Agustín decía: "En la tierra Cristo es indigente en la
persona de sus pobres. Por tanto, debemos temer al Cristo de los
cielos en la tierra y reconocerlo en la tierra; en la tierra es
pobre, en el cielo es rico. En su propia humanidad ascendió al
cielo en cuanto rico, pero todavía está aquí entre nosotros en el
pobre que sufre.
''Yo
también deseo hacer mías estas palabras. No sois una carga para
nosotros. Sois la riqueza sin la cual nuestros intentos de descubrir
el rostro del Señor son vanos. Pocos días después de mi elección
-reveló Francisco- recibí de vosotros una carta de felicitación y
una oferta de oraciones. Recuerdo que os respondí inmediatamente
diciendo que os llevo en mi corazón y que estoy a vuestra
disposición. Confirmo esas palabras. En esa ocasión, os pedí que
rezaráis por mí. Os lo vuelvo a pedir. Lo necesito verdaderamente.
El
Papa dió a continuación las gracias a todos los operadores de
Cáritas romana ''Los siento -afirmó- como mis manos, las manos del
Obispo, que tocan el cuerpo de Cristo. También doy las gracias a
los muchos voluntarios de las parroquias de Roma y de otras partes de
Italia. Descubren un mundo que exige atención y solidaridad: hombres
y mujeres que buscan afecto, relaciones, dignidad, y con los que
todos podemos experimentar la caridad, aprendiendo a acoger,
escuchar y entregarse.
El
Santo Padre recordó que Roma ha estado constelada en todas las
épocas de personas impregnadas de amor de Dios. ''Pensamos en San
Lorenzo (sus joyas eran los pobres), en San Pamaquio (senador romano,
convertido, dedicado enteramente al servicio de los últimos), en
santa Fabiola (la primera que construyó un albergue para los pobres
en Porto), en San Felipe Neri, en el beato Angelo Paoli, en San José
Labre (hombre de la calle), hasta don Luigi di Liegro (el fundador de
nuestra Cáritas de Roma) -¡Cuánto me gustaría – exclamó -que
Roma pudiera brillar de "pietas" por los que sufren, de
refugio para quienes huyen de la guerra y la muerte; de
disponibilidad, de sonrisa y de magnanimidad para aquellos que han
perdido la esperanza. ¡Cómo me gustaría que la Iglesia de Roma
fuese cada vez más madre atenta y premurosa hacia los más
débiles!. Todos tenemos debilidades, todos, cada uno las suyas.
¡Cómo me gustaría que las comunidades parroquiales que rezan,
cuando entra en la iglesia un pobre, se arrodillasen en reverencia de
la misma forma que cuando entra el Señor! ¡Cómo me gustaría
esto, que se tocase la carne de Cristo presente en los más
necesitados de esta ciudad!''.
El
Papa concluyó su mensaje manifestando el deseo de encontrar a los
actores personalmente, como sucedió hace poco con las personas sin
hogar en la Capilla Sixtina y enviándoles su bendición.
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