CIUDAD DEL VATICANO, 13 DIC 2002 (VIS) - El Santo Padre recibió esta mañana colectivamente las cartas credenciales de siete nuevos embajadores ante la Santa Sede. El Papa se dirigió en francés a todos los diplomáticos, pero entregó a cada uno de ellos un discurso en el que se abordaban cuestiones específicas de su país.
Los nuevos embajadores son: Fode Maclean Dabor, de Sierra Leona; Marcia Gilbert-Roberts, de Jamaica; Praveen Lal Goyal, de India; Albert Owusu-Sarpong, de Ghana; Helga Hernes, de Noruega; Emmanuel Kayitana Imanzi, de Ruanda y Jean-Pierre Razafy-Andriamihaingo, de Madagascar.
"La paz -subrayó el Papa- es uno de los bienes más preciosos para las personas, los pueblos y los Estados. (...) Sin la paz no puede haber un verdadero desarrollo de los individuos, de las familias, de la sociedad y de la economía. La paz es un deber de todos. Querer la paz no es signo de debilidad sino de fuerza".
Tras poner de relieve que para lograr la paz hay que respetar el orden y el derecho internacionales, dijo: "Además, hay que considerar el valor primordial de las acciones comunes y multilaterales para resolverá los conflictos en los diferentes continentes".
El Santo Padre afirmó que "las miserias e injusticias son el origen de la violencia y contribuyen al mantenimiento y al desarrollo de conflictos locales o regionales. Pienso en particular -continuó-, en los países en los que el hambre se crece de manera endémica. La comunidad internacional está llamada a hacer lo posible para que estos flagelos se supriman poco a poco, especialmente con medios materiales y humanos que ayuden a los pueblos que tienen una mayor necesidad. Si la organización de las economías locales recibe un apoyo más importante, las poblaciones autóctonas ser n sin duda dueñas de su futuro".
"La pobreza -añadió- pesa hoy de un modo alarmante sobre el mundo, poniendo en peligro los equilibrios políticos, económicos y sociales. (...) Hay que reconocer el derecho de cada uno a tener lo necesario para vivir y a poder beneficiarse de una parte de la riqueza nacional". En este sentido, el Papa lanzó un llamamiento urgente a la comunidad internacional "para que se vuelva a plantear cuanto antes la doble cuestión de la distribución de las riquezas del planeta y de la asistencia técnica y científica equitativa a los países pobres, que es un deber de los países ricos. El apoyo al desarrollo -terminó- requiere formación en todos su campos".
CD;CARTAS CREDENCIALES;...;...;VIS;20021213;400;
Los nuevos embajadores son: Fode Maclean Dabor, de Sierra Leona; Marcia Gilbert-Roberts, de Jamaica; Praveen Lal Goyal, de India; Albert Owusu-Sarpong, de Ghana; Helga Hernes, de Noruega; Emmanuel Kayitana Imanzi, de Ruanda y Jean-Pierre Razafy-Andriamihaingo, de Madagascar.
"La paz -subrayó el Papa- es uno de los bienes más preciosos para las personas, los pueblos y los Estados. (...) Sin la paz no puede haber un verdadero desarrollo de los individuos, de las familias, de la sociedad y de la economía. La paz es un deber de todos. Querer la paz no es signo de debilidad sino de fuerza".
Tras poner de relieve que para lograr la paz hay que respetar el orden y el derecho internacionales, dijo: "Además, hay que considerar el valor primordial de las acciones comunes y multilaterales para resolverá los conflictos en los diferentes continentes".
El Santo Padre afirmó que "las miserias e injusticias son el origen de la violencia y contribuyen al mantenimiento y al desarrollo de conflictos locales o regionales. Pienso en particular -continuó-, en los países en los que el hambre se crece de manera endémica. La comunidad internacional está llamada a hacer lo posible para que estos flagelos se supriman poco a poco, especialmente con medios materiales y humanos que ayuden a los pueblos que tienen una mayor necesidad. Si la organización de las economías locales recibe un apoyo más importante, las poblaciones autóctonas ser n sin duda dueñas de su futuro".
"La pobreza -añadió- pesa hoy de un modo alarmante sobre el mundo, poniendo en peligro los equilibrios políticos, económicos y sociales. (...) Hay que reconocer el derecho de cada uno a tener lo necesario para vivir y a poder beneficiarse de una parte de la riqueza nacional". En este sentido, el Papa lanzó un llamamiento urgente a la comunidad internacional "para que se vuelva a plantear cuanto antes la doble cuestión de la distribución de las riquezas del planeta y de la asistencia técnica y científica equitativa a los países pobres, que es un deber de los países ricos. El apoyo al desarrollo -terminó- requiere formación en todos su campos".
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