CIUDAD DEL VATICANO, 1 ABR 2009 (VIS).-Benedicto XVI, como anunció en el Ángelus del domingo pasado, dedicó la audiencia general de los miércoles a ilustrar su reciente viaje apostólico a Camerún y Angola. A la audiencia, celebrada en la Plaza de San Pedro, asistieron 20.000 personas.
En primer lugar, el Papa subrayó que con su visita quiso "abrazar a todos los pueblos africanos y bendecirlos en el nombre del Señor", comenzando por Camerún, un país que resume muchas de las características del continente africano, entre ellas "el alma profundamente religiosa que acomuna a los numerosos grupos étnicos que lo pueblan".
Después se refirió a su encuentro con los episcopados de Camerún, Angola y Sao Tomé y Príncipe, donde "reafirmó la urgencia de la evangelización, que compete en primer lugar a los obispos, subrayando la dimensión colegial fundada en la comunión sacramental", e invitó a los prelados a "promover la pastoral del matrimonio y de la familia, de la liturgia y de la cultura, también para que los laicos puedan resistir al empuje de las sectas y los grupos esotéricos", así como a proseguir en "el ejercicio de la caridad y la defensa de los derechos de los pobres".
En la nunciatura apostólica de Yaundé, el Santo Padre se encontró con los representantes de la comunidad musulmana, y recalcó "la importancia del diálogo interreligioso y de la colaboración entre cristianos y musulmanes para ayudar al mundo a abrirse a Dios".
Uno de los momentos culminantes del viaje fue la entrega del "Instrumentum laboris" de la II Asamblea sinodal para África, el 19 de marzo, en el estadio de Yaundé al final de la Eucaristía en honor de San José. "La Asamblea sinodal se desarrollará en Roma -dijo el Papa-, pero de alguna manera ha empezado ya en el corazón del continente africano, en el corazón de la familia cristiana que allí vive, sufre y espera. Por eso, me pareció una feliz coincidencia la publicación del "Instrumentum laboris" con la festividad de San José, modelo de esperanza y de fe como el primer patriarca Abraham. La fe en el "Dios cercano", que en Jesús nos mostró su rostro de amor, es la garantía de una esperanza fiable para África y para todo el mundo, la garantía de un futuro de reconciliación, de justicia y de paz".
Con los miembros del Consejo Especial para África del Sínodo de los Obispos, Benedicto XVI reflexionó sobre "la historia de África desde una perspectiva teológica y pastoral", recordando las profundas raíces del cristianismo en el suelo africano. "En la estación actual, cuando África está dedicada a consolidar la independencia política y la construcción de las identidades nacionales en un contexto globalizado, la Iglesia acompaña a los africanos recordando el gran mensaje del Concilio Vaticano II".
"En medio de los conflictos, desgraciadamente muy numerosos y dramáticos, que afligen todavía a tantas regiones en ese continente, la Iglesia -afirmó el Santo Padre- debe ser signo e instrumento de unidad y reconciliación para que toda África construya un futuro de justicia, solidaridad y paz, poniendo en práctica las enseñanzas del Evangelio".
El Papa tuvo unas palabras para los enfermos del Centro Cardenal Léger, con los que compartió en medio de los sufrimientos "la esperanza que procede de la fe".
Pasando a la segunda etapa de su viaje, Angola, el Santo Padre recordó que era una nación "salida de una larga guerra interna y ahora dedicada a la tarea de la reconciliación y de la reconstrucción nacional". Una tarea que no podría ser auténtica, si dejase de lado "a los más pobres que tienen derecho, como todos, a participar en los recursos de su tierra".
"Por eso, si el primer objetivo de mi visita fue obviamente confirmar a la Iglesia en la fe -señaló-, también quise alentar el proceso social en curso. En Angola se percibe claramente lo que mis predecesores han repetido: todo está perdido con la guerra, todo puede renacer con la paz. Pero para reconstruir una nación hacen falta grandes energías morales. Y, de nuevo, resulta importante el papel de la Iglesia, llamada a desarrollar una función educativa, trabajando en profundidad para renovar y formar las conciencias".
En la catedral de Luanda, dedicada a San Pablo, el Papa habló del Resucitado, "capaz de transformar a las personas y a la sociedad. Cambian los contextos históricos -y hay que tenerlo en cuenta-, pero Cristo sigue siendo la fuerza verdadera para la renovación radical del ser humano y de las comunidades humanas".
Volviendo a sus dos encuentros especiales, con los jóvenes y las mujeres del continente africano en Luanda, el Papa, después de lamentar la muerte de dos muchachas que intentaban entrar en el estadio Dos Coqueiros, dijo: "África es un continente muy joven, pero demasiados hijos suyos, niños y adolescentes, ya han sufrido graves heridas que solo Jesucristo, Crucificado y Resucitado puede curar, infundiéndoles la fuerza de amar y de comprometerse con la justicia y la paz".
En su encuentro con las mujeres, Benedicto XVI reafirmó "su pleno derecho a participar en la vida pública, sin menoscabo de su papel en la familia, misión fundamental que tienen que llevar a cabo siempre compartiéndola responsablemente con (...) sus maridos y padres".
"He dicho a los pueblos africanos que, si como el antiguo Israel fundan su esperanza en la Palabra de Dios, ricos de su patrimonio religioso y cultural, construirán un futuro de reconciliación y de pacificación estable para todos", exclamó el Santo Padre.
Por último, el Papa recordó la "acción generosa de los misioneros, religiosos, religiosas, voluntarios, sacerdotes y catequistas en las jóvenes comunidades llenas de entusiasmo y de fe", y pidió a todos que rezasen "por las poblaciones africanas, que tanto estimo, para que hagan frente con valor a los grandes retos sociales económicos y espirituales del presente".
AG/AFRICA/... VIS 20090401 (1000)