CIUDAD DEL VATICANO, 26 SEP 2009 (VIS).-Benedicto XVI partió a las 9,40 del aeropuerto romano de Ciampino y tras dos horas de vuelo aterrizó en el aeropuerto internacional Stará Ruzyne de Praga, comenzando de este modo su primer viaje apostólico a la República Checa y el decimotercero de su pontificado. A su llegada, el Papa fue recibido por el presidente de la República, Václav Klaus, por el cardenal Miloslav Vlk, arzobispo de Praga y el arzobispo Jan Graubner, de Olomouc y presidente de la Conferencia Episcopal.
En su discurso, el Santo Padre afirmó que "si toda la cultura europea ha sido profundamente plasmada por la herencia cristiana, esto es verdad en modo particular en la tierra checa, porque gracias a la acción misionera de los santos Cirilo y Metodio en el siglo noveno, la antigua lengua eslava fue transcrita por primera vez.. Apóstoles de los pueblos eslavos y fundadores de su cultura, con razón son venerados como patronos de Europa".
Este territorio, continuó, "ha sido un punto de encuentro de pueblos, tradiciones y culturas diversas. No se puede negar que esto causó a veces fricciones. Sin embargo, con el tiempo se ha revelado un encuentro fructuoso. De ahí el papel significativo que ha jugado la tierra checa en la historia intelectual, cultural y religiosa de Europa, a veces como un campo de batalla, y más a menudo como un puente".
Tras recordar que en los próximos meses se conmemora el vigésimo aniversario del a revolución con la que se cerró "de modo pacífico una época particularmente dura para este país, en la que la circulación de ideas y de movimientos culturales estaba rígidamente controlada", el Papa dijo que se unía a "la acción de gracias por la liberación de estos regímenes opresivos".
"Si la caída del muro de Berlín supuso un hito en la historia mundial, esto fue todavía más real para los países de Europa Central y del Este, haciéndoles capaces de asumir aquel lugar que les corresponde en el consenso de las naciones, en calidad de actores soberanos".
El Santo Padre subrayó que "no se debe minusvalorar sin embargo el coste de cuarenta años de represión política. El intento despiadado del gobierno de aquel tiempo de reducir al silencio a la Iglesia fue una particular tragedia para esta tierra. Vuestra historia, desde el tiempo de San Venceslao, de Santa Ludmilla y de San Adalberto, hasta San Juan Nepomuceno, ha estado marcada por el testimonio valiente de mártires cuya fidelidad a Cristo fue testimoniada con voz más clara y más elocuente de la de sus asesinos".
"Este año es el cuarenta aniversario -continuó- de la muerte del Siervo de Dios el cardenal Josef Beran, arzobispo de Praga. Deseo rendir un homenaje a él y a su sucesor, el cardenal Frantisek Tomasek, a quien tuve el privilegio de conocer personalmente, por su indómito testimonio cristiano frente a la persecución. Ellos y otros valientes e innumerables sacerdotes, religiosos y laicos, hombres y mujeres, han mantenido viva la llama de la fe en este país. Ahora que se ha recuperado la libertad religiosa, hago un llamamiento a todos los ciudadanos de la República para que redescubran las tradiciones cristianas que han plasmado su cultura y exhorto a la comunidad cristiana a seguir extendiendo su voz mientras la nación afronta los desafíos del nuevo milenio".
Benedicto XVI concluyó citando su última encíclica, "Caritas in veritate": "Sin Dios el hombre no sabe adonde ir ni tampoco logra entender quién es". "La verdad del Evangelio es indispensable para una sociedad próspera, porque abre a la esperanza y nos hace capaces de descubrir nuestra dignidad inalienable de hijos de Dios".
Terminada la ceremonia, el Papa se dirigió a la Iglesia de Santa María de la Victoria.
PV-REP. CHECA/LLEGADA/PRAGA VIS 20090926 (620)