Ciudad
del Vaticano, 11 junio 2012
(VIS).-Cuarenta miembros de la Pontificia Academia Eclesiástica
fueron recibidos esta mañana por el Santo Padre. El encuentro ha
tenido lugar poco antes de que se concluya el curso de esa
institución y para algunos de sus alumnos se acerque el día de
partir para el servicio en las Representaciones Pontificias
esparcidas por el mundo. “El Papa cuenta con vosotros -dijo
Benedicto XVI- para ayudarle en el desarrollo de su ministerio
universal”.
En
el discurso que dirigió a los futuros representantes pontificios, el
Papa resaltó el valor de la virtud de la fidelidad “que expresa
muy bien el vínculo especial entre el Papa y sus directos
colaboradores, tanto en la Curia Romana como en las Representaciones
Pontificias: un vínculo que para muchos tiene su raíz en el
carácter sacerdotal del que están investidos, y se especifica
después en la peculiar misión confiada a cada uno en el servicio al
Sucesor de Pedro”.
“En
el contexto bíblico, la fidelidad es sobre todo un atributo divino:
Dios se nos da a conocer como Aquél que es fiel para siempre a la
alianza que ha establecido con su pueblo, no obstante la infidelidad
de éste (...) Aplicada al hombre, la virtud de la fidelidad está
profundamente unida al don sobrenatural de la fe, llegando a ser
expresión de la solidez que caracteriza a quien ha puesto en Dios el
fundamento de toda su vida”.
“En
esta óptica -prosiguió- os animo a vivir el vínculo personal con
el Vicario de Cristo como parte de vuestra espiritualidad. Se trata,
ciertamente, de un elemento característico de todo católico, y más
aún de todo sacerdote. Sin embargo, para los que trabajan en la
Santa Sede adquiere un carácter particular, desde el momento que
ellos ponen al servicio del Sucesor de Pedro buena parte de sus
propias energías, su tiempo y su ministerio cotidiano. Se trata de
una grave responsabilidad, pero también de un don especial, que con
el tiempo va desarrollando un vínculo afectivo con el Papa, de
confianza interior, un i'dem sentire' natural, que se expresa
justamente con la palabra 'fidelidad'”.
“Y
desde la fidelidad a Pedro, que os envía, deriva también una
especial fidelidad hacia aquellos a los cuales sois enviados: de
hecho, se pide a los Representantes del Romano Pontífice, y a sus
colaboradores, de hacerse intérpretes de su solicitud por todas las
Iglesias, así como de la cercanía y afecto con el que sigue el
camino de cada pueblo. Debéis, por tanto, alimentar una relación de
profunda estima y benevolencia, incluso diría de verdadera amistad,
hacia las Iglesias y las comunidades a las cuales seréis enviados.
También hacia ellas tenéis un deber de fidelidad, que se concreta
en la dedicación asidua al trabajo cotidiano, en la presencia en
medio de ellas en los momentos alegres y tristes, a veces incluso
dramáticos de su historia, en la adquisición de un conocimiento
profundo de su cultura, del camino eclesial, en el saber apreciar
todo lo que la gracia divina ha obrado en cada pueblo y nación”.
“De
esta forma, animaréis y estimularéis también a las Iglesias
particulares a crecer en fidelidad al Romano Pontífice, y a
encontrar en el principio de comunión con la Iglesia universal una
orientación segura para su propia peregrinación en la historia. Y,
no por último, ayudaréis al Sucesor de Pedro a ser fiel a la misión
recibida de Cristo, permitiéndole conocer más de cerca la grey que
se le ha confiado y hacerse presente en ella por medio de su palabra,
su cercanía y su afecto. Pienso en este momento con gratitud en la
ayuda que recibo cotidianamente de muchos colaboradores de la Curia
Romana y de las Representaciones Pontificias, como también en el
apoyo que me llega de la oración de innumerables hermanos y hermanas
de todo el mundo”.
“Queridos
amigos -concluyó- en la medida en que seáis fieles, seréis también
dignos de fe. Sabemos por otra parte que la fidelidad que se vive en
la Iglesia y en la Santa Sede no es una lealtad 'ciega' porque está
iluminada por la fe en Aquél que ha dicho: 'Tú eres Pedro, y sobre
esta piedra edificaré mi Iglesia' “.