CIUDAD DEL VATICANO, 22 JUL 2007 (VIS).-Este domingo, antes de rezar el Angelus en la Plaza Calvi de Lorenzago de Cadore, donde transcurre un período de descanso, el Santo Padre se dirigió a las miles de personas allí presentes:
Benedicto XVI dijo que en estos días de descanso sentía "aún más intensamente el impacto de las noticias" que le llegaban "sobre enfrentamientos sangrientos y episodios de violencia que se verifican en muchas partes del mundo. Esto me lleva a reflexionar una vez más sobre el drama de la libertad humana en el mundo".
La tierra, dijo, es "un jardín" que Dios entregó a los hombres para que lo "custodiaran y cultivaran" y "si los hombres vivieran en paz con Dios y entre ellos la tierra sería verdaderamente un "paraíso".
"El pecado, por desgracia, arruinó este proyecto divino, engendrando divisiones y haciendo que entrase la muerte en el mundo. De este modo, los hombres ceden a las tentaciones del Maligno y se hacen la guerra. La consecuencia es que, en este estupendo "jardín", que es el mundo, se abren espacios de "infierno".
Tras poner de relieve que la guerra es "una calamidad", el Papa recordó que el 1 de agosto de 1917 -hace 90 años- el Papa Benedicto XV pidió que se pusiera fin a la primera guerra mundial y "tuvo la valentía de afirmar que ese conflicto era "una matanza inútil". Esta expresión se ha grabado en la historia. (...) Aquellas palabras tienen también un valor más amplio, profético, y se pueden aplicar a otros muchos conflictos que han desgajado innumerables vidas humanas".
El Santo Padre recordó cómo su antecesor también habló de "los caminos para construir una paz justa y duradera: la fuerza moral del derecho, el desarme equilibrado y controlado, el arbitrio en las controversias, la libertad de los mares, la condonación recíproca de los gastos bélicos, la restitución de los territorios ocupados y negociaciones justas para dirimir las cuestiones".
"La propuesta de la Santa Sede estaba orientada al futuro de Europa y del mundo, según un proyecto de inspiración cristiana, pero que podía ser compartido por todos, ya que se fundamenta en el derecho de gentes. Este es el mismo planteamiento que siguieron los siervos de Dios Pablo VI y Juan Pablo II en sus memorables discursos ante la Asamblea de las Naciones Unidas, repitiendo en nombre de la Iglesia: "¡Nunca más la guerra!".
"Desde este lugar de paz, en el que los horrores de las "matanzas inútiles" se experimentan con mayor intensidad como inaceptables, renuevo el llamamiento a seguir con tenacidad el camino del derecho, a rechazar con determinación la carrera de armamentos y la tentación de afrontar nuevas situaciones con viejos sistemas".
Concluido el Angelus, el Pontífice saludó a las autoridades religiosas y civiles presentes, y al hermano del Siervo de Dios Juan Pablo I, Edoardo Luciani, de 91 años, originario de la diócesis de Belluno, promotora del encuentro de hoy.
ANG/GUERRA/LORENZAGO DE CADORE VIS 20070723 (480)
Benedicto XVI dijo que en estos días de descanso sentía "aún más intensamente el impacto de las noticias" que le llegaban "sobre enfrentamientos sangrientos y episodios de violencia que se verifican en muchas partes del mundo. Esto me lleva a reflexionar una vez más sobre el drama de la libertad humana en el mundo".
La tierra, dijo, es "un jardín" que Dios entregó a los hombres para que lo "custodiaran y cultivaran" y "si los hombres vivieran en paz con Dios y entre ellos la tierra sería verdaderamente un "paraíso".
"El pecado, por desgracia, arruinó este proyecto divino, engendrando divisiones y haciendo que entrase la muerte en el mundo. De este modo, los hombres ceden a las tentaciones del Maligno y se hacen la guerra. La consecuencia es que, en este estupendo "jardín", que es el mundo, se abren espacios de "infierno".
Tras poner de relieve que la guerra es "una calamidad", el Papa recordó que el 1 de agosto de 1917 -hace 90 años- el Papa Benedicto XV pidió que se pusiera fin a la primera guerra mundial y "tuvo la valentía de afirmar que ese conflicto era "una matanza inútil". Esta expresión se ha grabado en la historia. (...) Aquellas palabras tienen también un valor más amplio, profético, y se pueden aplicar a otros muchos conflictos que han desgajado innumerables vidas humanas".
El Santo Padre recordó cómo su antecesor también habló de "los caminos para construir una paz justa y duradera: la fuerza moral del derecho, el desarme equilibrado y controlado, el arbitrio en las controversias, la libertad de los mares, la condonación recíproca de los gastos bélicos, la restitución de los territorios ocupados y negociaciones justas para dirimir las cuestiones".
"La propuesta de la Santa Sede estaba orientada al futuro de Europa y del mundo, según un proyecto de inspiración cristiana, pero que podía ser compartido por todos, ya que se fundamenta en el derecho de gentes. Este es el mismo planteamiento que siguieron los siervos de Dios Pablo VI y Juan Pablo II en sus memorables discursos ante la Asamblea de las Naciones Unidas, repitiendo en nombre de la Iglesia: "¡Nunca más la guerra!".
"Desde este lugar de paz, en el que los horrores de las "matanzas inútiles" se experimentan con mayor intensidad como inaceptables, renuevo el llamamiento a seguir con tenacidad el camino del derecho, a rechazar con determinación la carrera de armamentos y la tentación de afrontar nuevas situaciones con viejos sistemas".
Concluido el Angelus, el Pontífice saludó a las autoridades religiosas y civiles presentes, y al hermano del Siervo de Dios Juan Pablo I, Edoardo Luciani, de 91 años, originario de la diócesis de Belluno, promotora del encuentro de hoy.
ANG/GUERRA/LORENZAGO DE CADORE VIS 20070723 (480)