CIUDAD DEL VATICANO, 10 MAY 2007 (VIS).-Poco antes de las 18,00 (23,00 de Roma) Benedicto XVI llegó al estadio municipal Paulo Machado de Carvalho de Pacaembu, donde fue recibido por más de 40.000 jóvenes, mientras decenas de miles seguían el acontecimiento a través de pantallas gigantes fuera del estadio. El Papa presidió una Liturgia de la Palabra, durante la cual se leyó el Cántico de las Criaturas mientras se proyectaban imágenes del paisaje brasileño.
El Papa se dirigió a los participantes en el encuentro citando las palabras de Juan Pablo II durante su visita al Mato Grosso en 1991: "Los jóvenes son los primeros protagonistas del tercer milenio, (...) trazarán el destino de esta nueva etapa de la humanidad", y agregó: "La caridad de Dios es infinita y el Señor nos pide, o mejor nos exige que abramos nuestros corazones, para que contengan cada vez más amor por nuestros semejantes y por los problemas que atañen no solo a la convivencia humana sino también a la defensa y la custodia del ambiente natural del que todos formamos parte".
"Nuestros bosques tienen más vida": no dejéis que se apague esta llama de esperanza que el himno nacional pone en vuestras bocas -exclamó el Santo Padre- La devastación ambiental de las Amazonas y las amenazas a la dignidad humana de sus poblaciones exigen un compromiso más decidido en todos los ambientes sociales".
Pero el tema central de la homilía papal fue el diálogo entre Jesús y el joven rico que narra el Evangelio de San Mateo y cuyo punto clave es la pregunta ¿"Qué hacer para conseguir la vida eterna?".
"La pregunta del Evangelio -explicó el Papa- no se refiere solo al futuro. Ni tampoco solamente a lo que sucederá después de la muerte. Por el contrario, exige un compromiso con el presente, aquí y ahora, que debe garantizar la autenticidad y, en consecuencia, el futuro. (...) Pone en cuestión el sentido de la vida. Por eso, se podría formular así: ¿Qué tengo que hacer para que mi vida tenga sentido?".
Cristo, "un maestro que no engaña, (...) nos invita a ver a Dios en todas las cosas, (...) incluso donde la mayoría ve solo la ausencia de Dios" y alienta al joven rico a "seguir los mandamientos, (...) en cuya base se encuentran la gracia y la naturaleza que (...) nos estimulan a hacer algo para realizarnos" y "realizarse por medio de la acción es (...) hacerse reales".
"Oímos hablar de los miedos de la juventud de hoy que nos desvelan una carencia enorme de esperanza -dijo Benedicto XVI-, miedo de morir, (...) de fracasar por no haber encontrado el sentido de la vida, (...) miedo de quedarse fuera, frente a la rapidez desconcertante de los hechos y las comunicaciones. (...) Pero cuando os miro, jóvenes aquí presentes (...) asumo la mirada de Cristo, una mirada de amor y confianza, con la certeza de que habéis encontrado el camino verdadero. ¡Sois los jóvenes de la Iglesia! (...) ¡Sed los apóstoles de los jóvenes!".
"Hay, en último análisis, un inmenso panorama de acción -observó el Papa- donde las cuestiones de orden social, económico y político adquieren un relieve particular, siempre que su fuente de inspiración sean el Evangelio y la doctrina social de la Iglesia. La construcción de una sociedad más justa y solidaria, reconciliada y pacífica, el compromiso para frenar la violencia, las iniciativas de promoción de la vida plena, del orden democrático y del bien común y, especialmente las que se proponen eliminar determinadas discriminaciones existentes en las sociedades latinoamericanas (...) no son motivo de exclusión sino de enriquecimiento recíproco".
El Santo Padre invitó también a los jóvenes a tener "un gran respeto por la institución del sacramento del matrimonio" y "al respeto mutuo durante el enamoramiento y el noviazgo, pues la vida conyugal, que por disposición divina está reservada a los casados, será fuente de felicidad y de paz en la medida en que sepáis hacer de la castidad, dentro y fuera del matrimonio, un baluarte de vuestras esperanzas futuras". El Papa recordó que algunos "están llamados a una entrega total y definitiva para consagrarse a Dios en la vida religiosa, (...) testimoniando la esperanza en el reino celestial entre los seres humanos".
"La juventud se presenta como una riqueza -dijo Benedicto XVI retomando el diálogo entre Jesús y el joven rico- porque lleva al descubrimiento de la vida como entrega y como tarea", pero el joven del Evangelio, "en el momento de la gran opción, no tuvo el valor para apostar todo por Jesucristo, (...) entendió que le faltaba generosidad y así no pudo llegar a la plena realización".
"No derrochéis vuestra juventud, no intentéis escapar de ella. (...) Consagradla a los altos ideales de la fe y la solidaridad humana. Jóvenes, vosotros no sois solamente el futuro de la Iglesia y de la humanidad, como si se tratase de una fuga del presente. Al contrario: sois el presente joven de la Iglesia y de la humanidad. Sois su rostro joven; (...) sin él, la Iglesia estaría desfigurada".
PV-BRASIL/JOVENES/PACAEMBU VIS 20070511 (800)