Ciudad
del Vaticano, 25 diciembre 2014 (VIS).- Al mediodía de hoy,
solemnidad de la Natividad del Señor, el Papa pronunció desde el
balcón central de la basílica vaticana el tradicional mensaje
navideño que publicamos a continuación e impartió,al final,la
bendición "Urbi et Orbi" :
''Queridos
hermanos y hermanas, ¡feliz Navidad!
Jesús,
el Hijo de Dios, el Salvador del mundo, nos ha nacido. Ha nacido en
Belén de una virgen, cumpliendo las antiguas profecías. La virgen
se llama María, y su esposo José.
Son
personas humildes, llenas de esperanza en la bondad de Dios, que
acogen a Jesús y lo reconocen. Así, el Espíritu Santo iluminó a
los pastores de Belén, que fueron corriendo a la cueva y adoraron al
niño. Y luego el Espíritu guio a los ancianos Simeón y Ana en el
templo de Jerusalén, y reconocieron en Jesús al Mesías. ''Mis ojos
han visto a tu Salvador – exclama Simeón –, a quien has
presentado ante todos los pueblos''.
Sí,
hermanos, Jesús es la salvación para todas las personas y todos los
pueblos.
A
él, el Salvador del mundo, le pido hoy que guarde a nuestros
hermanos y hermanas de Irak y de Siria, que padecen desde hace
demasiado tiempo los efectos del conflicto que aún perdura y, junto
con los pertenecientes a otros grupos étnicos y religiosos, sufren
una persecución brutal. Que la Navidad les traiga esperanza, así
como a tantos desplazados, prófugos y refugiados, niños, adultos y
ancianos, de aquella región y de todo el mundo; que la indiferencia
se transforme en cercanía y el rechazo en acogida, para que los que
ahora están sumidos en la prueba reciban la ayuda humanitaria
necesaria para sobrevivir a los rigores del invierno, puedan regresar
a sus países y vivir con dignidad. Que el Señor abra los corazones
a la confianza y otorgue la paz a todo el Medio Oriente, a partir la
tierra bendecida por su nacimiento, sosteniendo los esfuerzos de los
que se comprometen activamente en el diálogo entre israelíes y
palestinos.
Que
Jesús, Salvador del mundo, custodie a cuantos están sufriendo en
Ucrania y conceda a esa amada tierra superar las tensiones, vencer el
odio y la violencia y emprender un nuevo camino de fraternidad y
reconciliación.
Que
Cristo Salvador conceda paz a Nigeria, donde se derrama más sangre y
demasiadas personas son apartadas injustamente de sus seres queridos
y retenidas como rehenes o masacradas. También invoco la paz para
otras partes del continente africano. Pienso, en particular, en
Libia, el Sudán del Sur, la República Centroafricana y varias
regiones de la República Democrática del Congo; y pido a todos los
que tienen responsabilidades políticas a que se comprometan,
mediante el diálogo, a superar contrastes y construir una
convivencia fraterna duradera.
Que
Jesús salve a tantos niños víctimas de la violencia, objeto de
tráfico ilícito y trata de personas, o forzados a convertirse en
soldados; niños, tantos niños que sufren abusos. Que consuele a las
familias de los niños muertos en Pakistán la semana pasada. Que sea
cercano a los que sufren por enfermedad, en particular a las víctimas
de la epidemia de ébola, especialmente en Liberia, Sierra Leona y
Guinea. Agradezco de corazón a los que se están esforzando con
valentía para ayudar a los enfermos y sus familias, y renuevo un
llamamiento ardiente a que se garantice la atención y el tratamiento
necesario.
El
Niño Jesús. Pienso en todos los niños hoy maltratados y muertos,
sea los que lo padecen antes de ver la luz, privados del amor
generoso de sus padres y sepultados en el egoísmo de una cultura que
no ama la vida; sean los niños desplazados a causa de las guerras y
las persecuciones, sujetos a abusos y explotación ante nuestros ojos
y con nuestro silencio cómplice; a los niños masacrados en los
bombardeos, incluso allí donde ha nacido el Hijo de Dios. Todavía
hoy, su silencio impotente grita bajo la espada de tantos Herodes.
Sobre su sangre campea hoy la sombra de los actuales Herodes. Hay
verdaderamente muchas lágrimas en esta Navidad junto con las
lágrimas del Niño Jesús.
Queridos
hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo ilumine hoy nuestros
corazones, para que podamos reconocer en el Niño Jesús, nacido en
Belén de la Virgen María, la salvación que Dios nos da a cada uno
de nosotros, a todos los hombres y todos los pueblos de la tierra.
Que el poder de Cristo, que es liberación y servicio, se haga oír
en tantos corazones que sufren la guerra, la persecución, la
esclavitud. Que este poder divino, con su mansedumbre, extirpe la
dureza de corazón de muchos hombres y mujeres sumidos en lo mundano
y la indiferencia, en la globalización de la indiferencia. Que su
fuerza redentora transforme las armas en arados, la destrucción en
creatividad, el odio en amor y ternura. Así podremos decir con
júbilo: ''Nuestros ojos han visto a tu Salvador''.
Con
estos pensamientos, feliz Navidad a todos''.