Inicio - VIS Vaticano - Recibir VIS - Contáctenos - Calendario VIS

El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

últimas 5 noticias

VISnews en Twitter Ver en YouTube

lunes, 4 de enero de 2016

Ángelus: Abrir las puertas de nuestro corazón a la Palabra de Jesús


Ciudad del Vaticano, 3 enero 2016 (VIS).- En el primer domingo del año y el segundo después de Navidad, Francisco se asomó a la ventana de su estudio en el palacio apostólico a medio día para rezar el Ángelus con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro. ''El Verbo, o sea la Palabra creadora de Dios, se hizo carne y habitó entre nosotros -dijo hablando del prólogo del Evangelio de san Juan-. Esa Palabra, que reside en el cielo, es decir en la dimensión de Dios -continuó-, ha venido a la tierra a fin de que nosotros la escucháramos y pudiéramos conocer y tocar con las manos el amor del Padre. El Verbo de Dios es su mismo Hijo Unigénito, hecho hombre, lleno de amor y de fidelidad, es el mismo Jesús''.

El Papa explicó que el Evangelista ''no esconde el carácter dramático de la Encarnación del Hijo de Dios, subrayando que al don de amor de Dios se contrapone la no acogida por parte de los hombres. La Palabra es la luz, y sin embargo los hombres han preferido las tinieblas; la Palabra vino entre los suyos, pero ellos no la han acogido. Le han cerrado la puerta en la cara al Hijo de Dios. Es el misterio del mal que asecha también nuestra vida y que requiere por nuestra parte vigilancia y atención para que no prevalezca. El Libro del Génesis dice una bella frase que nos hace comprender esto: dice que el mal está agazapado a la puerta. Ay de nosotros si lo dejamos entrar; sería él entonces el que cerraría nuestra puerta a quien quiera. En cambio, estamos llamados a abrir de par en par la puerta de nuestro corazón a la Palabra de Dios, a Jesús, para llegar a ser así sus hijos''.


Con estas palabras recordó que una vez más la Iglesia propone esta invitación que acoge la Palabra de salvación, este misterio de la luz. ''Si acogemos a Jesús, creceremos en el conocimiento y en el amor del Señor y aprenderemos a ser misericordiosos como Él -dijo-. Especialmente en este Año Santo de la Misericordia, hagamos de modo que el Evangelio sea cada vez más carne en nuestra vida. Acercarse al Evangelio, meditarlo y encarnarlo en la vida cotidiana es la mejor manera para conocer a Jesús y llevarlo a los demás. Ésta es la vocación y la alegría de todo bautizado: indicar y donar a los demás a Jesús; pero para hacer esto debemos conocerlo y tenerlo dentro de nosotros, como Señor de nuestra vida. Y Él nos defiende del mal, del diablo, que siempre está agazapado ante nuestra puerta, ante nuestro corazón, y quiere entrar. Antes de finalizar, animó a todos a encomendarse a María que es ''precisamente en el pesebre donde contemplamos en estos días su dulce imagen de Madre de Jesús y Madre nuestra''.

En los momentos alegres o tristes, confiemos en el Señor


Ciudad del Vaticano, 3 enero 2016 (VIS).- Al finalizar el rezo mariano, el Papa saludó a los peregrinos presentes y renovó a todos su deseo de paz y de bien en el Señor. ''¡En los momentos alegres y en aquellos tristes -añadió-, confiemos en Él, que es nuestra misericordia y nuestra esperanza!.


Recordó también el compromiso que asumimos el primer día del año, Jornada de la Paz: Vence la indiferencia y conquista la paz. ''Con la gracia de Dios -dijo-, podremos ponerlo en práctica'' y mencionó asimismo el consejo que muchas veces nos ha dado de llevar un pequeño Evangelio en el bolsillo y leer todos los días un párrafo ''para conocer mejor a Jesús, para abrir nuestro corazón a Jesús, y así podemos hacerlo conocer mejor a los demás''. 

Francisco abre la Puerta Santa de Santa María la Mayor


Ciudad del Vaticano, 2 enero 2016 (VIS).- El viernes por la tarde, a las 17.00 horas, El Papa Francisco se desplazó a la Basílica de Santa María la Mayor donde abrió la Puerta Santa tras celebrar la Santa Misa.

Publicamos a continuación la homilía pronunciada por el Santo Padre.

''Con este saludo nos dirigimos a la Virgen María en la Basílica romana dedicada a ella con el título de Madre de Dios. Es el comienzo de un antiguo himno, que cantaremos al final de esta santa Eucaristía, de autor desconocido y que ha llegado hasta nosotros como una oración que brota espontáneamente del corazón de los creyentes: ''Dios te salve, Madre de misericordia, Madre de Dios y Madre del perdón, Madre de la esperanza y Madre de la gracia, Madre llena de santa alegría''. En estas pocas palabras se sintetiza la fe de generaciones de personas que, con sus ojos fijos en el icono de la Virgen, piden su intercesión y su consuelo.

Hoy más que nunca resulta muy apropiado que invoquemos a la Virgen María, sobre todo como Madre de la Misericordia. La Puerta Santa que hemos abierto es de hecho una puerta de la Misericordia. Quien atraviesa ese umbral está llamado a sumergirse en el amor misericordioso del Padre, con plena confianza y sin miedo alguno; y puede recomenzar desde esta Basílica con la certeza de que tendrá a su lado la compañía de María. Ella es Madre de la misericordia, porque ha engendrado en su seno el Rostro mismo de la misericordia divina, Jesús, el Emmanuel, el Esperado de todos los pueblos, el ''Príncipe de la Paz''. El Hijo de Dios, que se hizo carne para nuestra salvación, nos ha dado a su Madre, que se hace peregrina con nosotros para no dejarnos nunca solos en el camino de nuestra vida, sobre todo en los momentos de incertidumbre y de dolor.

María es Madre de Dios que perdona, que da el perdón, y por eso podemos decir que es Madre del perdón. Esta palabra -''perdón''- tan poco comprendida por la mentalidad mundana, indica sin embargo el fruto propio y original de la fe cristiana. El que no sabe perdonar no ha conocido todavía la plenitud del amor. Y sólo quien ama de verdad es capaz de llegar a perdonar, olvidando la ofensa recibida. A los pies de la cruz, María vio a su Hijo ofrecerse totalmente a sí mismo y así dar testimonio de lo que significa amar como Dios ama. En aquel momento escuchó a Jesús pronunciar palabras que probablemente nacían de lo que ella misma le había enseñado desde niño: ''Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen''. En aquel momento, María se convirtió para todos nosotros en Madre del perdón. Ella misma, siguiendo el ejemplo de Jesús y con su gracia, fue capaz de perdonar a los que estaban matando a su Hijo inocente.

Para nosotros, María se convierte en un icono de cómo la Iglesia debe extender el perdón a cuantos lo piden. La Madre del perdón enseña a la Iglesia que el perdón ofrecido en el Gólgota no conoce límites. No lo puede detener la ley con sus argucias, ni los saberes de este mundo con sus disquisiciones. El perdón de la Iglesia debe tener la misma amplitud que el de Jesús en la Cruz, y el de María a sus pies. No hay alternativa. Y por eso el Espíritu Santo ha hecho que los Apóstoles sean instrumentos eficaces de perdón, para que todo lo que nos ha conseguido la muerte de Jesús pueda llegar a todos los hombres, en cualquier momento y lugar.

El himno mariano, por último, continúa diciendo: ''Madre de la esperanza y Madre de la gracia, Madre llena de santa alegría''. La esperanza, la gracia y la santa alegría son hermanas: todas son don de Cristo, es más, son otros nombres suyos, escritos, por así decir, en su carne. El regalo que María nos hace al darnos a Jesucristo es el del perdón que renueva la vida, que le permite cumplir de nuevo la voluntad de Dios, y que la llena de auténtica felicidad. Esta gracia abre el corazón para mirar el futuro con la alegría de quien espera. Es la enseñanza que proviene del Salmo: ''Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme. Devuélveme la alegría de tu salvación''. La fuerza del perdón es el auténtico antídoto contra la tristeza provocada por el rencor y por la venganza. El perdón nos abre a la alegría y a la serenidad porque libera el alma de los pensamientos de muerte, mientras el rencor y la venganza perturban la mente y desgarran el corazón quitándole el reposo y la paz.

Atravesemos, por tanto, la Puerta Santa de la Misericordia con la certeza de que la Virgen Madre nos acompaña, la Santa Madre de Dios, que intercede por nosotros. Dejémonos acompañar por ella para redescubrir la belleza del encuentro con su Hijo Jesús. Abramos de par en par nuestro corazón a la alegría del perdón, conscientes de ver restituida la esperanza cierta, para hacer de nuestra existencia cotidiana un humilde instrumento del amor de Dios.


Y con amor de hijos aclamémosla con las mismas palabras pronunciadas por el pueblo de Éfeso, en tiempos del histórico Concilio: ''Santa Madre de Dios''.

Ángelus: Enemiga de la paz no es sólo la guerra sino también la indiferencia


Ciudad del Vaticano, 1 enero 2016 (VIS).- Al finalizar la celebración eucarística el Papa Francisco se ha asomado a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Ángelus junto a los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. Antes del rezo mariano, el Papa deseo un feliz año y pidió al Señor que nos conceda la paz al celebrar la Jornada Mundial de la Paz.

''Sabemos -ha dicho- que con el año nuevo no cambiará todo, y que tantos problemas de ayer permanecerán también mañana. Entonces quisiera dirigir un deseo sostenido de una esperanza real, que traigo de la Liturgia de hoy... Os deseo que el Señor ponga su mirada sobre vosotros y que puodais alegraros, sabiendo que cada día su rostro misericordioso, más brillante que el sol, resplandece sobre vosotros y ¡no se oculta nunca! Descubrir el rostro de Dios hace nueva la vida. Porque es un Padre enamorado del hombre, que no se cansa nunca de recomenzar del inicio con nosotros para reencontrarnos. El Señor tiene una paciencia con nosotros, no se cansa nunca de recomenzar desde el inicio cada vez que nosotros caemos. Pero no promete cambios mágicos, Él no usa la varita mágica. Ama cambiar la realidad desde dentro, con paciencia y amor; pide entrar en nuestra vida con delicadeza, como la lluvia en la tierra, para llevar fruto. Y siempre nos espera y nos mira con ternura. Cada mañana, al despertar, podemos decir: ''Hoy el Señor hace resplandecer su rostro sobre mí''. Hermosa oración que es una realidad''.

Francsco recordó que hoy celebramos la Jornada Mundial de la Paz, “Vence la indiferencia y conquista la paz” y ha dicho que la paz, que Dios Padre desea sembrar en el mundo, ''debe ser cultivada por nosotros. No sólo, debe ser también ''conquistada''. Esto implica una verdadera lucha, una lucha espiritual que tiene lugar en nuestro corazón. Porque enemiga de la paz no es sólo la guerra, sino también la indiferencia, que hace pensar sólo a sí mismos para crear muros, sospechas, miedos y cerrazones. Estas cosas son enemigas de la paz. Tenemos, gracias a Dios, tantas informaciones; pero a veces estamos tan sumergidos de noticias que nos distraemos de la realidad, del hermano y de la hermana que necesitan de nosotros. Comencemos a abrir el corazón, despertando la atención hacia el prójimo, a quien es más cercano. Este es el camino para la conquista de la paz''.


Para ello el Papa ha pedido ayuda a la Reina de la Paz, la Madre de Dios, de quien hoy celebramos la solemnidad. Ha explicado que Ella ''guarda las alegrías y desata los nudos de nuestra vida, llevándolos al Señor... Encomendemos a la Madre el año nuevo -ha finalizado-, para que crezcan la paz y la misericordia''.  

Francisco: Estamos llamados a sumergirnos en el océano de la misericordia


Ciudad del Vaticano, 1 enero 2016 (VIS).- Este viernes, solemnidad de Santa María Madre de Dios y octava de Navidad, el Santo Padre ha presidido la Misa en la Basílica Vaticana. Concelebraron cardenales, obispos y sacerdotes, y participaron los Pueri Cantores que concluyen su XL Congreso Internacional. Hoy también se celebra la XLIX Jornada Mundial de la Paz, cuyo tema es "Vence la indiferencia y conquista la paz".

Ofrecemos a continuación la homilía pronunciada por el Papa Francisco:

''Hemos escuchado las palabras del apóstol Pablo: ''Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer''. ¿Qué significa el que Jesús nazca en la ''plenitud de los tiempos''? Si nos fijamos únicamente en el momento histórico, podemos quedarnos pronto defraudados. Roma dominaba con su potencia militar gran parte del mundo conocido. El emperador Augusto había llegado al poder después de haber combatido cinco guerras civiles. También Israel había sido conquistado por el Imperio Romano y el pueblo elegido carecía de libertad. Para los contemporáneos de Jesús, por tanto, ese no era en modo alguno el mejor momento. La plenitud de los tiempos no se define desde una perspectiva geopolítica.

Se necesita, pues, otra interpretación, que entienda la plenitud desde el punto de vista de Dios. Para la humanidad, la plenitud de los tiempos tiene lugar en el momento en el que Dios establece que ha llegado la hora de cumplir la promesa que había hecho. Por tanto, no es la historia la que decide el nacimiento de Cristo; es más bien su venida en el mundo la que permite a la historia alcanzar su plenitud. Por esta razón, el nacimiento del Hijo de Dios señala el comienzo de una nueva era en la que se cumple la antigua promesa. Como escribe el autor de la Carta a los Hebreos: ''En muchas ocasiones y de muchas maneras habló Dios antiguamente a los padres por los profetas. En esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo de su gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa''. La plenitud de los tiempos es, pues, la presencia en nuestra historia del mismo Dios en persona. Ahora podemos ver su gloria que resplandece en la pobreza de un establo, y ser animados y sostenidos por su Verbo que se ha hecho ''pequeño'' en un niño. Gracias a él, nuestro tiempo encuentra su plenitud.

Sin embargo, este misterio contrasta siempre con la dramática experiencia histórica. Cada día, aunque deseamos vernos sostenidos por los signos de la presencia de Dios, nos encontramos con signos opuestos, negativos, que nos hacen creer que está ausente. La plenitud de los tiempos parece desmoronarse ante la multitud de formas de injusticia y de violencia que hieren cada día a la humanidad. A veces nos preguntamos: ¿Cómo es posible que perdure la opresión del hombre contra el hombre, que la arrogancia del más fuerte continúe humillando al más débil, arrinconándolo en los márgenes más miserables de nuestro mundo? ¿Hasta cuándo la maldad humana seguirá sembrando la tierra de violencia y odio, que provocan tantas víctimas inocentes? ¿Cómo puede ser este un tiempo de plenitud, si ante nuestros ojos muchos hombres, mujeres y niños siguen huyendo de la guerra, del hambre, de la persecución, dispuestos a arriesgar su vida con tal de que se respeten sus derechos fundamentales? Un río de miseria, alimentado por el pecado, parece contradecir la plenitud de los tiempos realizada por Cristo.

Y, sin embargo, este río en crecida nada puede contra el océano de misericordia que inunda nuestro mundo. Todos estamos llamados a sumergirnos en este océano, a dejarnos regenerar para vencer la indiferencia que impide la solidaridad y salir de la falsa neutralidad que obstaculiza el compartir. La gracia de Cristo, que lleva a su cumplimiento la esperanza de la salvación, nos empuja a cooperar con él en la construcción de un mundo más justo y fraterno, en el que todas las personas y todas las criaturas puedan vivir en paz, en la armonía de la creación originaria de Dios.

Al comienzo de un nuevo año, la Iglesia nos hace contemplar la Maternidad de María como icono de la paz. La promesa antigua se cumple en su persona. Ella ha creído en las palabras del ángel, ha concebido al Hijo, se ha convertido en la Madre del Señor. A través de ella, a través de su ''sí'', ha llegado la plenitud de los tiempos. El Evangelio que hemos escuchado dice: ''Conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón''. Ella se nos presenta como un vaso siempre rebosante de la memoria de Jesús, Sede de la Sabiduría, al que podemos acudir para saber interpretar coherentemente su enseñanza. Hoy nos ofrece la posibilidad de captar el sentido de los acontecimientos que nos afectan a nosotros personalmente, a nuestras familias, a nuestros países y al mundo entero. Donde no puede llegar la razón de los filósofos ni los acuerdos de la política, llega la fuerza de la fe que lleva la gracia del Evangelio de Cristo, y que siempre es capaz de abrir nuevos caminos a la razón y a los acuerdos.

Bienaventurada eres tú, María, porque has dado al mundo al Hijo de Dios; pero todavía más dichosa por haber creído en él. Llena de fe has concebido a Jesús antes en tu corazón que en tu seno, para hacerte Madre de todos los creyentes. Derrama sobre nosotros tu bendición en este día consagrado a ti; muéstranos el rostro de tu Hijo Jesús, que derrama sobre todo el mundo su misericordia y su paz''.



'Te Deum': El bien vence siempre


Ciudad del Vaticano, 31 diciembre 2015 (VIS).- El Santo Padre presidió el jueves a las 17.00, en la Basílica Vaticana, las primeras Vísperas de la Solemnidad de Santa María Madre de Dios. Siguieron la exposición del Santísimo Sacramento, el canto del tradicional himno 'Te Deum' en acción de gracias por la conclusión del año civil, y la bendición eucarística. Al finalizar, Francisco salió a pié para bendecir el pesebre de la Plaza de San Pedro.

''Recorrer los días del año transcurrido -ha dicho el Papa-, puede ser como un recuerdo de hechos y eventos que llevan a momentos de alegría y de dolor, o como buscando comprender si hemos percibido la presencia de Dios que todo renueva y sostiene con su ayuda. Estamos llamados a verificar los acontecimientos del mundo que se realizaron según la voluntad de Dios, o si han escuchado principalmente los proyectos de los hombres, a menudo cargados de intereses privados, de insaciable sed de poder y de violencia gratuita''.

''Y, sin embargo, -ha continuado- hoy nuestros ojos tienen necesidad de focalizar en modo particular los signos que Dios nos ha concedido, para tocar con mano la fuerza de su amor misericordioso. No podemos olvidar que muchos días han sido marcados por la violencia, por la muerte, por el sufrimiento increíble de tantos inocentes, de refugiados forzados a dejar su patria, de hombres, mujeres y niños sin casa estable, alimento y sustento. Y sin embargo, cuántos grandes gestos de bondad, de amor y de solidaridad han llenado las jornadas de este año, ¡que no han sido noticias en los telediarios! Estos signos de amor no pueden y no deben ser obscurecidos por la prepotencia del mal. El bien vence siempre, también si en cualquier momento puede aparecer más débil o escondido''.


''Nuestra ciudad de Roma no es extraña a esta condición del mundo entero. Quisiera -ha añadido- que llegase a todos sus habitantes la invitación sincera para ir más allá de las dificultades del momento presente. Que el compromiso por recuperar los valores fundamentales del servicio, honestidad y solidaridad permita superar las graves incertidumbres que han dominado la escena de este año, y que son síntomas de escaso sentido de dedicación al bien común. Que no falte nunca la aportación positiva del testimonio cristiano para permitir a Roma según su historia, y con la materna protección de María Salus Populi Romani, de ser intérprete privilegiada de fe, de acogida, de fraternidad y de paz''.

A los Pueri Cantores: ''No nos olvidemos de los santos escondidos''


Ciudad del Vaticano, 31 diciembre 2015 (VIS).- Esta mañana el Santo Padre ha encontrado en el Aula Pablo VI a los participantes en el XL Congreso Internacional promovido por la Federación Internacional de los Pueri Cantores, que se celebra en Roma del 28 de diciembre al 1 de enero. Durante el encuentro, los jóvenes coristas han tenido la oportunidad de hacerle varias preguntas al Papa que ha manifestado su amor por el canto pero ha explicado de manera divertida que no sabe cantar. Francisco ha compartido anécdotas de su infancia con los jóvenes y ha destacado que el canto educa el alma y hace bien al alma. ''La vida cristiana es un camino -ha dicho-, pero no un camino triste sino un camino alegre. Y por esto canta. Canta y camina... y así tu alma gozará más de la alegría del Evangelio''.

Otra pregunta ha sido si Él no se enfadaba nunca y cuál eran los buenos propósitos para el año nuevo, a lo que Francisco ha respondido con una parábola. ''Una vez un chico se acercó a Jesús y le dijo: Jesús, maestro bueno. Y Jesús le miró y le dijo: No, sólo Dios es bueno. ¿Y nosotros?, ¿Somos malos? No, mitad y mitad, tenemos un poco de todo. Nosotros tenemos esa herida del pecado original que nos lleva a no ser tan buenos siempre. Pero recordad que sólo Dios es bueno, y si tu quieres encontrar bondad, ve al Señor, Él es todo bondad, todo amor, todo misericordia''. Francisco con estas palabras ha recordado a los muchos santos que están escondidos en la vida cotidiana, personas buenas que se acercan al Señor, pero también ha hablado de esas muchas otras personas que pasan su vida siempre enfadados. ''Enfadarse -ha añadido- es una cosa que hace daño no solo a la otra persona, sino también a ti mismo, te envenena a ti mismo. Hay gente, que seguro conoceréis, que tienen el alma amarga, siempre con amarguras, que viven enfadados. ¡Parece que todas las mañanas se lavan los dientes con vinagre!... esto es una enfermedad''. Asimismo, sobre sus buenos propósitos ha destacado el rezar más para ''conducir al pueblo de Dios sobre todo con la oración que es el primer servicio'' y ha pedido a los presentes que ellos también rezasen más ''porque la Iglesia va hacia delante con la oración de los santos. ¡Rezad por la Iglesia!''.


Durante el encuentro también han preguntado al Papa si el mundo va a continuar siempre así, lleno de historias tristes y dramáticas. ''El mundo puede mejorar -ha declarado- Pero hay una cosa de la que no gusta hablar, pero que se debe hablar: en el mundo hay una lucha entre el bien y el mal, dicen los filósofos, la lucha entre el diablo y Dios... la Biblia dice que esto continuará hasta el final... y todos nosotros tenemos dentro un campo de batalla. Una lucha entre el bien y el mal''. Asimismo el Papa ha añadido que en el mundo hay muchas cosa buenas pero que no se publicitan, que no salen por ejemplo en la televisión. ''Hay -ha dicho- una atracción hacia el mal: parece que gusta más ver las cosas malas que las cosas bonitas y grandes. El diablo pone de su parte, esto es verdad, pero también Dios pone de su parte. Hay mucha gente santa... ¡No nos dejemos engañar! En el mundo hay cosas malas, malas, y esto es el trabajo del diablo contra Dios; pero hay muchas cosas santas, cosas grandes que son obra de Dios. Hay santos escondidos. No olvidemos esta palabra, los santos escondidos que nosotros no vemos''.

Entra en vigor el acuerdo entre la Santa Sede y Palestina


Ciudad del Vaticano, 2 enero 2016 (VIS).- Ha entrado en vigor el acuerdo entre la Santa Sede y el Estado de Palestina, firmado el 26 de junio de 2015. Los dos estados han notificado mutuamente la finalización de los procedimientos necesarios para su entrada en vigor, en conformidad con el artículo 30 de dicho Acuerdo.


El acuerdo, que consta de un preámbulo y de 32 artículos, aborda los aspectos esenciales de la vida y la actividad de la Iglesia en el Estado de Palestina, reafirmando al mismo tiempo el apoyo a una solución negociada y pacífica de la situación en la región. 

Actos Pontificios


Ciudad del Vaticano, 4 enero 2016 (VIS).- El Santo Padre:

-Ha nombrado al reverendo Célestin-Marie Gaoua como obispo de la diócesis de Sokodé (superficie 12.610, población 1.300.000, católicos 153.000, sacerdotes 66, religiosos 135) en Togo. El obispo electo nació en Wahala (Togo) en 1957 y ha sido ordenado sacerdote en 1986. Durante su ministerio pastoral ha sido, entre otros, rector de seminario, vicario, misionero, párroco de varias parroquias y administrador parroquial. En la actualidad era rector del seminario mayor filosófico en Tchitchao (Togo). Sucede al obispo Ambroise Kotamba Djoliba, cuya renuncia al gobierno pastoral de la diócesis fue aceptada por límite de edad.

-Ha nombrado al reverendo William Ernesto Iraheta Rivera como obispo de Santiago de María (superficie 2.866, población 563.000, católicos 449.700, sacerdotes 85, religiosos 88) en El Salvador. El obispo electo nació en Jayaque (El Salvador) en 1962, y fue ordenado sacerdote en 1988. Ha estudiado Matemáticas, Ciencias, Filosofía y Teología. Durante su ministerio pastoral ha sido, entre otros, párroco de varias parroquias, vice párroco, director de centro escolástico, moderador de la curia archidiocesana, director de Cáritas, delegado episcopal. En la actualidad era párroco de la parroquia San Marcos. Sucede al obispo Rodrigo Orlando Cabrera Cuéllar, cuya renuncia al gobierno pastoral de la diócesis fue aceptada por límite de edad.

-Eregió la nueva eparquía de St. Mary Queen of Peace, de Estados Unidos de América y Canadá de los Siro-Malankareses.


-Nombró al obispo Thomas Mar Eusebios Naickamparambil, como primer obispo eparquial de St. Mary Queen of Peace, de Estados Unidos de América y Canadá de los Siro-Malankareses.
Copyright © VIS - Vatican Information Service