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El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

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jueves, 1 de octubre de 2015

Francisco elogia el gran patrimonio espiritual y misionero de los Combonianos del Sagrado Corazón


Ciudad del Vaticano, 1 de octubre de 2015 (Vis).-Los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús, que participan en el capítulo general de ese Instituto, han sido recibidos esta mañana por el Santo Padre en la Sala Clementina. En el discurso que les dirigió, Francisco habló de las palabras que definen su nombre e identidad.

Como Misioneros, los Combonianos son ''servidores y mensajeros del Evangelio especialmente para los que no lo conocen o lo han olvidado- dijo el Papa- En la base de todo está la relación personal con Cristo que... determina nuestro ser y actuar y se vive se alimenta sobre todo en la oración, en el permanecer al lado del Señor... En este espacio orante se encuentra el verdadero tesoro que dar a los hermanos mediante el anuncio. El misionero, de hecho, se hace servidor del Dios que habla, que quiere hablar a los hombres y mujeres de hoy, como Jesús hablaba a los de su tiempo...En la Palabra de Dios está la sabiduría que procede de lo alto y que permite encontrar lenguajes, actitudes, herramientas aptas para responder a los retos de la humanidad que cambia''.

Como Combonianos del Corazón de Jesús contribuyen ''con alegría a la misión de la Iglesia testimoniando el carisma de san Daniele Comboni, carecterizado por el amor misericordioso del Corazón de Cristo por las personas indefensas. De este Corazón brota la fuente de misericordia que salva y genera esperanza. Por lo tanto, como consagrados a Dios por la misión, estáis llamados a imitar a Jesús misericordioso y manso, para vivir vuestro servicio con corazón humilde, atendiendo a los más abandonados de nuestro tiempo...De ese Corazón se aprende la mansedumbre necesaria para emprender la acción apostólico incluso en contextos difíciles y hostiles. Ese Corazón que tanto amó a los seres humanos os empuja a las periferias de la sociedad para dar testimonio de la perseverancia del amor paciente y fiel''.


Al final, el Papa expresó a los misioneros el deseo de que este capítulo general ilumine el camino de su Instituto en los próximos años, ayudándoles a descubrir ''cada vez más su gran patrimonio de espiritualidad y de actividad misionera. Así podréis -dijo- proseguir con confianza vuestra apreciada colaboración en la misión de la Iglesia. Que os sirva de estímulo y aliento el ejemplo de tantos hermanos vuestros que ofrecieron su vida por la causa del Evangelio, dispuestos también al testimonio supremo de la sangre. Todos saben que la historia del Instituto Comboniano está jalonada por una cadena ininterrumpida de mártires que llega hasta nuestros días. Son semilla fecunda en la difusión del Reino y protectores de vuestro compromiso apostólico''. 

Emigrantes y refugiados nos interpelan. La respuesta del Evangelio de la misericordia


Ciudad del Vaticano, 1 de octubre 2015 (Vis).-Emigrantes y refugiados nos interpelan. La respuesta del Evangelio de la misericordia es el título del Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado que se celebrará el próximo 17 de enero de 2016. El documento, que ofrecemos a continuación, está fechado en el Vaticano el 12 de septiembre, festividad del Santo Nombre de María.

''En la bula de convocación al Jubileo Extraordinario de la Misericordia recordé que ''hay momentos en los que de un modo mucho más intenso estamos llamados a la mirada fija en la misericordia para poder ser también nosotros mismos signo eficaz del obrar del Padre'' . En efecto, el amor de Dios tiende alcanzar a todos y a cada uno, transformando a aquellos que acojan el abrazo del Padre entre otros brazos que se abren y se estrechan para que quien sea sepa que es amado como hijo y se sienta ''en casa'' en la única familia humana. De este modo, la premura paterna de Dios es solícita para con todos, como lo hace el pastor con su rebaño, y es particularmente sensible a las necesidades de la oveja herida, cansada o enferma. Jesucristo nos habló así del Padre, para decirnos que él se inclina sobre el hombre llagado por la miseria física o moral y, cuanto más se agravan sus condiciones, tanto más se manifiesta la eficacia de la misericordia divina.

En nuestra época, los flujos migratorios están en continuo aumento en todas las áreas del planeta: refugiados y personas que escapan de su propia patria interpelan a cada uno y a las colectividades, desafiando el modo tradicional de vivir y, a veces, trastornando el horizonte cultural y social con el cual se confrontan. Cada vez con mayor frecuencia, las víctimas de la violencia y de la pobreza, abandonando sus tierras de origen, sufren el ultraje de los traficantes de personas humanas en el viaje hacia el sueño de un futuro mejor. Si después sobreviven a los abusos y a las adversidades, deben hacer cuentas con realidades donde se anidan sospechas y temores. Además, no es raro que se encuentren con falta de normas claras y que se puedan poner en práctica, que regulen la acogida y prevean vías de integración a corto y largo plazo, con atención a los derechos y a los deberes de todos. Más que en tiempos pasados, hoy el Evangelio de la misericordia interpela las conciencias, impide que se habitúen al sufrimiento del otro e indica caminos de respuesta que se fundan en las virtudes teologales de la fe, de la esperanza y de la caridad, desplegándose en las obras de misericordia espirituales y corporales.

Sobre la base de esta constatación, he querido que la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado de 2016 sea dedicada al tema: ''Emigrantes y refugiados nos interpelan. La respuesta del Evangelio de la misericordia''. Los flujos migratorios son una realidad estructural y la primera cuestión que se impone es la superación de la fase de emergencia para dar espacio a programas que consideren las causas de las migraciones, de los cambios que se producen y de las consecuencias que imprimen rostros nuevos a las sociedades y a los pueblos. Todos los días, sin embargo, las historias dramáticas de millones de hombres y mujeres interpelan a la Comunidad internacional, ante la aparición de inaceptables crisis humanitarias en muchas zonas del mundo. La indiferencia y el silencio abren el camino a la complicidad cuanto vemos como espectadores a los muertos por sofocamiento, penurias, violencias y naufragios. Sea de grandes o pequeñas dimensiones, siempre son tragedias cuando se pierde aunque sea sólo una vida.

Los emigrantes son nuestros hermanos y hermanas que buscan una vida mejor lejos de la pobreza, del hambre, de la explotación y de la injusta distribución de los recursos del planeta, que deberían ser divididos ecuamente entre todos. ¿No es tal vez el deseo de cada uno de ellos el de mejorar las propias condiciones de vida y el de obtener un honesto y legítimo bienestar para compartir con las personas que aman?

En este momento de la historia de la humanidad, fuertemente marcado por las migraciones, la identidad no es una cuestión de importancia secundaria. Quien emigra, de hecho, es obligado a modificar algunos aspectos que definen a la propia persona e, incluso en contra de su voluntad, obliga al cambio también a quien lo acoge. ¿Cómo vivir estos cambios de manera que no se conviertan en obstáculos para el auténtico desarrollo, sino que sean oportunidades para un auténtico crecimiento humano, social y espiritual, respetando y promoviendo los valores que hacen al hombre cada vez más hombre en la justa relación con Dios, con los otros y con la creación?

En efecto, la presencia de los emigrantes y de los refugiados interpela seriamente a las diversas sociedades que los acogen. Estas deben afrontar los nuevos hechos, que pueden verse como imprevistos si no son adecuadamente motivados, administrados y regulados. ¿Cómo hacer de modo que la integración sea una experiencia enriquecedora para ambos, que abra caminos positivos a las comunidades y prevenga el riesgo de la discriminación, del racismo, del nacionalismo extremo o de la xenofobia?

La revelación bíblica anima a la acogida del extranjero, motivándola con la certeza de que haciendo eso se abren las puertas a Dios, y en el rostro del otro se manifiestan los rasgos de Jesucristo. Muchas instituciones, asociaciones, movimientos, grupos comprometidos, organismos diocesanos, nacionales e internacionales viven el asombro y la alegría de la fiesta del encuentro, del intercambio y de la solidaridad. Ellos han reconocido la voz de Jesucristo: ''Mira, que estoy a la puerta y llamo''. Y, sin embargo, no cesan de multiplicarse los debates sobre las condiciones y los límites que se han de poner a la acogida, no sólo en las políticas de los Estados, sino también en algunas comunidades parroquiales que ven amenazada la tranquilidad tradicional.

Ante estas cuestiones, ¿cómo puede actuar la Iglesia si no inspirándose en el ejemplo y en las palabras de Jesucristo? La respuesta del Evangelio es la misericordia.

En primer lugar, ésta es don de Dios Padre revelado en el Hijo: la misericordia recibida de Dios, en efecto, suscita sentimientos de alegre gratitud por la esperanza que nos ha abierto al misterio de la redención en la sangre de Cristo. Alimenta y robustece, además, la solidaridad hacia el prójimo como exigencia de respuesta al amor gratuito de Dios, ''que fue derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo'' . Así mismo, cada uno de nosotros es responsable de su prójimo: somos custodios de nuestros hermanos y hermanas, donde quiera que vivan. El cuidar las buenas relaciones personales y la capacidad de superar prejuicios y miedos son ingredientes esenciales para cultivar la cultura del encuentro, donde se está dispuesto no sólo a dar, sino también a recibir de los otros. La hospitalidad, de hecho, vive del dar y del recibir.

En esta perspectiva, es importante mirar a los emigrantes no solamente en función de su condición de regularidad o de irregularidad, sino sobre todo como personas que, tuteladas en su dignidad, pueden contribuir al bienestar y al progreso de todos, de modo particular cuando asumen responsablemente los deberes en relación con quien los acoge, respetando con reconocimiento el patrimonio material y espiritual del país que los hospeda, obedeciendo sus leyes y contribuyendo a sus costes. A pesar de todo, no se pueden reducir las migraciones a su dimensión política y normativa, a las implicaciones económicas y a la mera presencia de culturas diferentes en el mismo territorio. Estos aspectos son complementarios a la defensa y a la promoción de la persona humana, a la cultura del encuentro entre pueblos y de la unidad, donde el Evangelio de la misericordia inspira y anima itinerarios que renuevan y transforman a toda la humanidad.

La Iglesia apoya a todos los que se esfuerzan por defender los derechos de todos a vivir con dignidad, sobre todo ejerciendo el derecho a no tener que emigrar para contribuir al desarrollo del país de origen. Este proceso debería incluir, en su primer nivel, la necesidad de ayudar a los países del cual salen los emigrantes y los prófugos. Así se confirma que la solidaridad, la cooperación, la interdependencia internacional y la ecua distribución de los bienes de la tierra son elementos fundamentales para actuar en profundidad y de manera incisiva sobre todo en las áreas de donde parten los flujos migratorios, de tal manera que cesen las necesidades que inducen a las personas, de forma individual o colectiva, a abandonar el propio ambiente natural y cultural. En todo caso, es necesario evitar, posiblemente ya en su origen, la huida de los prófugos y los éxodos provocados por la pobreza, por la violencia y por la persecución.

Sobre esto es indispensable que la opinión pública sea informada de forma correcta, incluso para prevenir miedos injustificados y especulaciones a costa de los migrantes.

Nadie puede fingir de no sentirse interpelado por las nuevas formas de esclavitud gestionada por organizaciones criminales que venden y compran a hombres, mujeres y niños como trabajadores en la construcción, en la agricultura, en la pesca y en otros ámbitos del mercado. Cuántos menores son aún hoy obligados a alistarse en las milicias que los transforman en niños soldados. Cuántas personas son víctimas del tráfico de órganos, de la mendicidad forzada y de la explotación sexual. Los prófugos de nuestro tiempo escapan de estos crímenes aberrantes, que interpelan a la Iglesia y a la comunidad humana, de manera que ellos puedan ver en las manos abiertas de quien los acoge el rostro del Señor ''Padre misericordioso y Dios de toda consolación'' .


Queridos hermanos y hermanas emigrantes y refugiados. En la raíz del Evangelio de la misericordia el encuentro y la acogida del otro se entrecruzan con el encuentro y la acogida de Dios: Acoger al otro es acoger a Dios en persona. No se dejen robar la esperanza y la alegría de vivir que brotan de la experiencia de la misericordia de Dios, que se manifiesta en las personas que encuentran a lo largo de su camino. Los encomiendo a la Virgen María, Madre de los emigrantes y de los refugiados, y a san José, que vivieron la amargura de la emigración a Egipto. Encomiendo también a su intercesión a quienes dedican energía, tiempo y recursos al cuidado, tanto pastoral como social, de las migraciones. Sobre todo, les imparto de corazón la Bendición Apostólica''.

Presentación del Mensaje del Papa para la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado: ''La emigración no es yuxtaposición de culturas, sino encuentro de pueblos''


Ciudad del Vaticano, 1 de octubre de 2015 (Vis).-El cardenal Antonio María Veglió, Presidente del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Emigrantes e Itinerantes y el arzobispo Joseph Kalathiparambil, Secretario del mismo dicasterio, han presentado esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede el Mensaje del Santo Padre para la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado que se publica hoy.

El cardenal Vegliò explicó que por una parte la Jornada se inserta naturalmente en el contexto del Año de la Misericordia, punto de referencia para toda la Iglesia en los próximos meses, y por otra, la dimensión adquirida por el fenómeno de las migraciones y sus muchas tragedias exige, en todas sus formas, una respuesta.

Por eso se espera que este año la Jornada se celebre en toda la Iglesia, sea en ámbito nacional que diocesano, como Jornada Jubilar de los Emigrantes y Refugiados, y se convierta así en una oportunidad real para que toda la comunidad cristiana reflexione, rece y actúe. ''La migración -señaló- afecta especialmente a nuestras iglesias locales, ya que son los puntos más cercanos a los migrantes y refugiados. Allí nos encontramos con ellos cara a cara y nuestro encuentro puede asumir una dimensión concreta''.

''No podemos permanecer indiferentes o en silencio frente a tantas tragedias. No se puede por menos que expresar el dolor más profundo ante tantos sufrimientos; son hombres y mujeres - a menudo pobres, hambrientos, perseguidos, heridos espiritual o físcamente, explotados o víctimas de la guerra - que buscan una vida mejor... Este es el fundamento del tema elegido por el Santo Padre para la próxima Jornada'', añadió el purpurado, esbozando a continuación las cuestiones que, en el documento del Papa, interpelan a los individuos y a la comunidad.

En primer lugar, se habla de una crisis humanitaria en el contexto de la migración que afecta no sólo a Europa, sino a todo el mundo. Este hecho, como escribe el Santo Padre, ''requiere una profundización para entender mejor las causas que desencadenan las migraciones junto con las consecuencias que de ellas se derivan, no solo en los lugares de llegada, sino también en un panorama global, para abordar el fenómeno con justicia y salvaguardando la dignidad humana''.

En segundo lugar, el Mensaje evidencia la cuestión de la identidad, ''La llegada de los inmigrantes a un nuevo contexto social requiere un proceso de adaptación mutua a una nueva situación -observó el cardenal- Su inclusión en la nueva sociedad les exige también un esfuerzo interior que requiere una serie de cambios en los elementos de su identidad para adaptarse al nuevo contexto social y cultural''. Asimismo, la llegada del emigrante interpela seriamente a las sociedades de acogida para que ''el proceso de inserción e integración respete los valores que hacen al hombre más hombre en relación con Dios, con los demás y con la creación, pero permita al mismo tiempo que el migrante sea capaz de contribuir al crecimiento de la sociedad que lo recibe. El Santo Padre nos invita a encontrar un delicado equilibrio entre los dos extremos, evitando la creación de un gueto cultural, por un lado, y cualquier atisbo de nacionalismo extremo y xenofobia por otro''.

El Mensaje evidencia igualmente el tema de la acogida, subrayando que ''la Iglesia tiene una "palabra" profética a la hora de sensibilizar a la acogida, que resuena con fuerza en las distintas acciones y obras de las que se hacen cargo concretamente las comunidades cristianas''.

Frente a estas cuestiones y preguntas, el Papa afirma que ''la respuesta del Evangelio es la misericordia." La misericordia lleva a la solidaridad con el prójimo; la misericordia lleva a cultivar la cultura del encuentro …, interpela a todos para que cada uno esté dispuesto no solo a dar, sino también a recibir de los demás y tiende a construir comunión y unidad''.

''La complejidad de la migración hace que sea difícil separar sus diferentes aspectos, políticos, legislativos, humanitarios o de seguridad -destacó el prelado- La perspectiva de la cultura del encuentro implica la mirada a la persona del migrante en su conjunto, con todos sus aspectos .... Así, su presencia no se convierte en una mera yuxtaposición de diferentes culturas en un mismo territorio, sino en un encuentro de pueblos, donde el anuncio del Evangelio "inspira y alienta itinerarios que renuevan y transforman toda la humanidad" .

El tercer argumento del Mensaje papal es ''la defensa del derecho de toda persona a vivir con dignidad, permaneciendo en su propia patria ... Toda persona tiene derecho a emigrar - un derecho grabado entre los derechos fundamentales de los seres humanos-. Pero además, y antes que éste, hay que reafirmar el derecho a no emigrar, es decir, a poder permanecer en la propia tierra. En primer lugar -observa Francisco, esto implica la necesidad de ayudar a los países de los que parten los migrantes y los refugiados ... Las respuestas no se limitan solo a la guerra contra los traficantes o a la restricción de las normas de inmigración, sino que hay que tener en cuenta que quienes disfrutan de la prosperidad deberían poner a disposición de los pobres y necesitados (entendidos tanto individualmente que como naciones) los medios para satisfacer sus necesidades y emprender el camino del desarrollo a través de una distribución equitativa de los recursos del planeta''.


Por último, el Pontefice, recuerda la responsabilidad de los medios de comunicación y la importancia de que contribuyan a desenmascarar ''los falsos prejuicios sobre la migración, mostrándola de la manera más auténtica posible''.

Decretos de la Congregación para las Causas de los Santos


Ciudad del Vaticano, 1 de octubre de 2015 (Vis).-El Papa Francisco recibió ayer tarde al cardenal Angelo Amato SDB, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, y en el curso de la misma autorizó la promulgación de los siguientes decretos:

MARTIRIO

-Siervos de Dios Valentín Palencia Marquina, español, sacerdote diocesano y sus cuatro compañeros asesinados por odio a la fe el 15 de enero de 1937.

VIRTUDES HEROICAS:

-Siervo de Dios Giovanni Folci, italiano, (1890 - 1963), sacerdote diocesano ,Fundador de la Obra del Divino Prisionero.

-Siervo de Dios Franciszek Blachnicki, polaco, (1921 - 1987), sacerdote diocesano

-Siervo de Dios José Rivera Ramírez, español, (1925 - 1991), sacerdote diocesano

-Siervo de Dios Juan Manuel Martín del Campo, mexicano, (1917 - 1996), sacerdote diocesano .

-Siervo de Dios Antonio Filomeno Maria Losito, italianom (1838 - 1917), sacerdote de la Congregación del Santísimo Redentor.

-Sierva de Dios Maria Benedetta Giuseppa Frey, italiana, (en el siglo Ersilia Penelope, 1836 - 1913), monja cisterciense.


-Sierva de Dios Anna Chrzanowska, polaca, (1902 - 1973), laica, oblata de las Ursulinas de San Benito. 

Audiencias


Ciudad del Vaticano, 1 de octubre de 2015 (Vis).-El Santo Padre ha recibido en audiencia:

-Francisco José Ottonelli, nuevo embajador de Uruguay ante la Santa Sede que ha presentado sus cartas credenciales.

-Cardenal Jorge Liberato Urosa Savino, arzobispo de Caracas (Venezuela), Presidente honorario de la Conferencia Episcopal Venezolana acompañado por Mons. Diego Rafael Padrón Sánchez, arzobispo de Cumaná, Mons, José Luis Azuaje Ayala, obispo de Barinas, Mons. Mario del Valle Moronta Rodríguez,obispo de San Cristóbal de Venezuela y por el rev.do Victor Hugo Basabe, respectivamente Presidente, primero y segundo vicepresidentes y secretario general del mismo organismo.


-Filip Vucak, embajador de Croacia, en visita de despedida.

Actos Pontificios


Ciudad del Vaticano, 1 de octubre de 2015 (Vis).-El Santo Padre:

-Nombró a monseñor Luigi Renna como obispo de Cerignola-Ascoli Satriano (superficie 1.327, población 110.880, católicos 101.672, sacerdotes 58, religiosos 87, diáconos permanentes 8) en Italia. El obispo electo nació en 1966 en Corato (Italia) y fue ordenado sacerdote en 1991. Es Licenciado en Teología Moral por la Pontificia Universidad Gregoriana y Doctor por la Pontificia Universidad Lateranense. En su ministerio pastoral ha sido entre otros, vicario parroquial, vicerrector y rector de seminario, director de la Escuela de Formación diocesana Mons. Di Donna, profesor de religión, Docente de Teología Moral en la Facultad Teológica de Molfetta, director de revista diocesana. Desde 2005 era director del Archivo diocesano San Lucas Evangelista y desde 2006 director de la Escuela de Formación para los agentes de pastoral; desde 2009 es rector del Pontificio Seminario Regional Pio XI de Molfetta. Sucede al obispo Felice di Molfetta, cuya renuncia al gobierno pastoral de la diócesis fue aceptada por límite de edad.

-Nombró al padre Giovanni Roncari OFM Cap, como obispo de Pitigliano-Sovana-Orbetello (superficie 2.177, población 72.100, católicos 70.000, sacerdotes 75, religiosos 68, diáconos permanentes 9) en Italia. El obispo electo nació en 1949 en Verona (Italia), pronunció los votos solemnes en 1972 y fue ordenado sacerdote en 1975. Es Licenciado en Historia de la Iglesia por la Universidad Gregoriana. En su ministerio pastoral ha sido entre otros, capellan de hospital, asistente de la juventud franciscana en Montughi, vicario parroquial, profesor de Historia de la Iglesia en la Facultad Teológica de Italia Central, párroco, cargo que desempeña actualmente junto con el de vicario episcopal para el clero
de la arquidiócesis de Florencia.

-Confirmó la elección efectuada por el Sínodo de los Obispos de la Iglesia patriarcal Armenia del sacerdote Sarkis Davidian como obispo de Ispahan de los Armenios ( católicos 2.000, sacerdotes 1, religiosos 12) en Irán. El obispo electo nació en 1943 en Alepo (Siria) y fue ordenado sacerdote en 1970. Ha sido párroco en Francia (Marsella) y en Líbano. Actualmente desempeñaba su ministerio pastoral en Kanaker (Armenia).

-Aceptó la renuncia del obispo Emilio L. Bataclan al oficio de auxiliar de la diócesis de Cebu (Filipinas) por límite de edad.



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