Ciudad
del Vaticano, 15 enero 2015
(VIS).-Esta mañana, a primera hora, el Papa dejó la nunciatura
apostólica de Colombo para dirigirse en coche hasta el aeropuerto.
De camino hizo una parada en la capilla dedicada a Nuestra Señora de
Lanka del Instituto Cultural Benedicto XVI, en Bolawalana, para rezar
en privado durante unos minutos. Allí fue recibido por el padre
Mahamale Quintus Fernando, rector de dicho instituto y unos
doscientos cincuenta trabajadores que colaboraron en 2011 en la
construcción del centro. En el interior de la capilla le esperaban
10 padres jesuitas de la comunidad cercana del instituto, un coro y y
algunos pescadores de la zona.
La
capilla de Nuestra Señora de Lanka, se remonta a 1911 e inicialmente
estaba dedicada a Nuestra Señora de Lourdes. Cuando comenzó la II
Guerra Mundial, el cardenal Jean-Marie Masson O.M.I., arzobispo de
Colombo, hizo una voto a la Virgen: Si el país no sufría los
horrores de la guerra, construiría en el lugar de la capilla un
santuario con el nombre de Nuesta Señora de Lanka. Las obras
terminaron en 1974 y en febrero de ese mismo año se consagró con el
título de Basílica Menor, concedido por Pablo VI. Por otro lado, el
Instituto Cultural Benedicto XVI fue una iniciativa que comenzó el
cardenal Malcolm Ranjith, arzobispo de Colombo en 2011, para
colaborar con las autoridades y otras agencias del país en la
reconstrucción de la nación tras los treinta años vividos de
guerra civil.
Desde
allí, Francisco, retomó su viaje hacia el aeropuerto donde le
esperaban para despedirlo Maithripala Sirisena, Presidente de la
República, algunas autoridades civiles y un grupo de fieles.
A
las nueve, hora local, el avión del Papa despegaba de Colombo con
dirección a la capital filipina. Tras seis oras y cuarto de viaje
aterrizó en la Villamor Air Base de Manila donde fue recibido por
los representantes de las autoridades religiosas y civiles, entre
ellas el nuncio apostólico en ese país, el arzobispo Giuseppe
Pinto, y el presidente del país Benigno Aquino III.
Nada
más bajar del avión dos niños ofrecieron flores al Pontífice
entre besos y abrazos, más de un centenar de adolescentes cantaban y
bailaban al son de un ''bienvenido Papa Francisco'', y un grupo
numeroso de niños más pequeños con vestidos blancos y lazos
amarillos realizaron una alegre coreografía. Al salir de la base
aérea, el Santo Padre se subió en un papamóvil descubierto y
recorrió los nueve kilómetros que separan la base aérea de la
nunciatura apostólica en Manila saludando a la multitud de fieles
que encontraba a su paso. Una vez en la nunciatura apostólica,
Francisco cenó en privado y se retiró a descansar.