Ciudad
del Vaticano, 13 de febrero de 2016 (Vis).-El Santo Padre Francisco
comenzó ayer su décimosegundo viaje apostólico con el histórico
encuentro en el aeropuerto José Martí de La Habana (Cuba) con Su
Santidad el Patriarca de Moscú y de toda Rusia Kiril, encuentro
durante el cual firmaron una declaración conjunta.
El
Papa, tras doce horas de vuelo, llegó poco después de las 14.00
(hora local, 20.00 hora de Roma) a La Habana donde fue recibido por
el presidente de Cuba, Raúl Castro, en presencia, entre otros, del
cardenal arzobispo de San Cristóbal de La Habana, Jaime Ortega y
Alamino, del arzobispo de Santiago de Cuba, mons. Dionisio García
Ibañéz y del cardenal Kurt Koch, Presidente del Pontificio Consejo
para la Unidad de los Cristianos El encuentro con el Patriarca Kiril
tuvo lugar en una sala del aeropuerto y a a él asistieron también
el metropolitano Hilarión, Presidente del Departamento para las
Relaciones Externas del Patriarcado de Rusia y el cardenal Koch. Su
Santidad Kiril es miembro desde 1979 de la Comisión del Sacro Sínodo
Ortodoxo para la Unidad cristiana. En 2006 consagró la primera
iglesia ortodoxa Rusa en Roma y en 2008 inauguró en La Habna la
catedral de la Virgen de Kazan, primera iglesia ortodoxa de Cuba. Fue
elegido por amplia mayoría Patriarca de Moscú y de toda Rusia en
2009 y entronizado en la catedral del Cristo Salvador de Moscú,
ceremonia en la que participó por parte de la Santa Sede el cardenal
Walter Kasper, entonces Presidente del Pontificio Consejo para la
Promoción de la Unidad de los Cristianos.
Después
de dos horas de intenso coloquio, el Papa y el Patriarca se
trasladarón a un salón del aeropuerto, donde les esperaba el
Presidente Castro, para la firma de una Declaración conjunta,
articulada en 30 puntos en la que se reconoce que católicos y
ortodoxos comparten la Tradición espiritual común del primer
milenio del cristianismo, a pesar de la división causada por las
heridas de conflictos del pasado lejano y reciente y de las
diferencias heredadas de los antepasados en la comprensión y la
explicación de la fe en Dios. El Obispo de Roma y el Patriarca de
Moscú esperan, se lee en el texto, que su encuentro contribuya a la
obtención de la unidad mandada por Dios por la que Cristo había
rezado y subrayan que católicos y ortodoxos deben aprender a llevar
el testimonio común de la verdad en las áreas en las que es
posible y necesario.
Asimismo,
recuerdan a los cristianos sometidos a persecución en diversas
regiones del mundo y lanzan un llamamiento a la comunidad
internacional para que tome medidas inmediatas para evitar un mayor
desplazamiento de los cristianos en Oriente Medio. También
manifiestan su alegría por el renacer de la fe cristiana en Rusia y
los países del Este de Europa tras la caida de los regímenes ateos
y comparten su preocupación por el destino de millones de migrantes
y refugiados que tocan a las puertas de los países ricos, y por la
crisis de la familia en algunos países. Reiteran un llamamiento en
defensa del derecho inalienable a la vida y de la misión que une a
ortodoxos y católicos de predicar el Evangelio de Cristo en el mundo
contemporáneo y esperan que la división entre los creyentes
ortodoxos de Ucrania se supere para que todos vivan en paz y armonía
y que las comunidades católicas del país contribuyan a ello.
Después de la firma, el Papa
pronunció un breve y emotivo discurso improvisado: ''Hablamos como
hermanos, tenemos el mismo Bautismo, somos obispos. Hablamos de
nuestras Iglesias, y coincidimos en que la unidad se hace caminando
-dijo- Hablamos claramente, sin medias palabras, y yo les confieso
que he sentido la consolación del Espíritu en este diálogo.
Agradezco la humildad de Su Santidad, humildad fraterna, y sus buenos
deseos de unidad''.
''Hemos salido con una serie de
iniciativas que creo que son viables y se podrán realizar. Por eso
quiero agradecer, una vez más, a Su Santidad su benévola acogida,
como asimismo a los colaboradores - y nombro a dos-: Su Eminencia el
Metropolita Hilarión y Su Eminencia el Cardenal Koch, con todos sus
equipos que han trabajado para esto.
''No quiero irme sin dar un sentido
agradecimiento a Cuba, al gran pueblo cubano y a su Presidente aquí
presente -concluyó- Le agradezco su disponibilidad activa. Si sigue
así, Cuba será la capital de la unidad. Y que todo esto sea para
gloria de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y para el bien del
santo Pueblo fiel de Dios, bajo el manto de la Santa Madre de Dios''.
El Patriarca Kiril afirmó que aunque
las dificultades entre católicos y ortodoxos todavía no se hayan
allanado completamente, el encuentro con el Papa había sido muy
importante y la conversación con Francisco, densa de contenido, le
había dado la oportunidad de entender y sentir las respectivas
posiciones. Su Santidad Kiril subrayó que las dos Iglesias pueden
cooperar conjuntamente defendiendo a los cristianos de todo el
mundo y con plena responsabilidad trabajar unidas para que no haya
guerra, para que la vida humana se respete en todo el mundo y se
fortalezcan las bases de la moral personal, familiar y social, así
como para que a través de la participación de la Iglesia en la vida
de la sociedad humana moderna se glorifique el nombre de nuestro
Señor Jesucristo y del Espíritu Santo.
El encuentro finalizó con el
intercambio de regalos entre el Papa y el Patriarca. Francisco
regaló una reliquia de San Cirilo y un cáliz al Patriarca de Moscú
y Su Santidad Kiril entregó al Papa una copia original del ícono
de la virgen de Kazán.
Ofrecemos
a continuación el texto completo de la Declaración Conjunta:
''Que
la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la participación
del Espíritu Santo estén con todos vosotros''.
1.
Por la voluntad de Dios Padre, de quien procede todo don, en el
nombre de Nuestro Señor Jesucristo, con la ayuda del Espíritu Santo
Consolador, nosotros, Francisco, Papa y Obispo de Roma, y Kiril,
Patriarca de Moscú y Toda Rusia, reunimos hoy en La Habana. Damos
gracias a Dios, glorificado en la Santísima Trinidad, por este
encuentro, el primero en la historia.
Con
alegría, nos reunimos como hermanos en la fe cristiana que se
encontraron para ''hablar… personalmente'', de corazón a corazón,
y discutir las relaciones mutuas entre las Iglesias, los problemas
palpitantes de nuestro rebaño y las perspectivas del desarrollo de
la civilización humana.
2.
Nuestro encuentro fraterno se llevó a cabo en Cuba, en la
encrucijada entre el Norte y el Sur, el Este y el Oeste. Desde esta
isla, un símbolo de esperanza del Nuevo Mundo y de los dramáticos
acontecimientos de la historia del siglo XX, dirigimos nuestras
palabras a todas las naciones de América Latina y de otros
continentes.
Nos
alegra el hecho de que hoy en día aquí la fe cristiana evoluciona
dinámicamente. El potencial religioso de gran alcance en América
Latina, sus tradiciones cristianas multiseculares, manifestadas en la
experiencia personal de millones de personas, son clave para un gran
futuro de esta región.
3.
Al reunirnos a distancia de las antiguas disputas del Viejo Mundo,
sentimos muy fuertemente la necesidad de colaboración entre los
católicos y los ortodoxos, que deben estar siempre preparados para
responder a cualquiera que les pida razón de la esperanza.
4.
Damos gracias a Dios por los dones que hemos recibido a través de la
venida al mundo de su Hijo Unigénito. Compartimos la Tradición
espiritual común del primer milenio del cristianismo. Los testigos
de esta Tradición son la Santísima Madre de Dios, la Virgen María,
y los santos a quienes veneramos. Entre ellos están innumerables
mártires que mostraron su fidelidad a Cristo y se convirtieron en
''la semilla de cristianos''.
5.
A pesar de tener la Tradición común de diez primeros siglos, los
católicos y los ortodoxos, durante casi mil años, están privados
de comunicación en la Eucaristía. Permanecimos divididos dado a las
heridas causadas por los conflictos del pasado lejano y reciente, por
las diferencias heredadas de nuestros antepasados, en la comprensión
y la explicación de nuestra fe en Dios, un ser único que existe
como tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Lamentamos la
pérdida de la unidad, que era una consecuencia de la debilidad y la
pecaminosidad humana, que se produjo a despecho de la oración del
Primer Sacerdote, Cristo Salvador: ''Te pido que todos ellos estén
unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos
estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste''.
6.
Conscientes de muchos obstáculos que hay que superar, esperamos que
nuestro encuentro contribuya a la obtención de la unidad mandada por
Dios, por la que Cristo había rezado. Que nuestro encuentro inspire
a los cristianos de todo el mundo para invocar con el nuevo fervor al
Señor, orando sobre la plena unidad de todos sus discípulos. Que
ésta, en el mundo que espera de nosotros no sólo palabras, sino
acciones, sea un signo de esperanza para todas las personas de buena
voluntad.
7.
Teniendo firmeza en hacer todo lo necesario para superar las
diferencias históricas heredadas por nosotros, queremos reunir
nuestros esfuerzos a fin de dar testimonio del Evangelio de Cristo y
del patrimonio común de la Iglesia del primer milenio, respondiendo
conjuntamente a los desafíos del mundo moderno. Los ortodoxos y los
católicos deben aprender a llevar el testimonio común de la verdad
en aquellas áreas, en las que es posible y necesario. La
civilización humana ha entrado en un período de cambios epocales.
La conciencia cristiana y la responsabilidad pastoral no nos permiten
que permanezcamos indiferentes ante los desafíos que requieren una
respuesta conjunta.
8.
Nuestra atención está dirigida principalmente hacia aquellas
regiones del mundo donde los cristianos están sometidos a
persecución. En muchos países de Oriente Medio y África del Norte,
se exterminan familias completas de nuestros hermanos y hermanas en
Cristo, pueblos y ciudades enteros habitados por ellos. Sus templos
están sometidos a la destrucción bárbara y a los saqueos, los
santuarios – a la profanación, los monumentos – a la demolición.
En Siria, Irak y otros países de Oriente Medio observamos con dolor
el éxodo masivo de cristianos de la tierra donde nuestra fe comenzó
a extenderse, y donde ellos vivían a partir de los tiempos
apostólicos, junto con otras comunidades religiosas.
9.
Hacemos un llamamiento a la comunidad internacional a tomar medidas
inmediatas para evitar un mayor desplazamiento de los cristianos de
Oriente Medio. Levantando nuestras voces en defensa de los cristianos
perseguidos, también solidarizamos con sufrimientos de seguidores de
otras tradiciones religiosas, que se han convertido en víctimas de
la guerra civil, el caos y la violencia terrorista.
10.
En Siria e Irak esta violencia ha cobrado miles de vidas, dejando sin
hogares y medios de vida a unos millones de personas. Hacemos un
llamamiento a la comunidad internacional a unirse para poner fin a la
violencia y al terrorismo y al mismo tiempo, a través del diálogo,
a contribuir a la pronta obtención de la paz civil. Se requiere una
ayuda humanitaria de gran escala para el pueblo que sufre, y para
muchos refugiados en los países vecinos.
Solicitamos
a todos los que pueden, influir en el destino de todos los
secuestrados, incluyendo a los Metropolitas de Alepo, Pablo y Juan
Ibrahim, capturados en abril de 2013, para hacer todo lo necesario a
fin de su pronta liberación.
11.
Enviamos oraciones a Cristo, Salvador del mundo, sobre el
establecimiento en suelo de Oriente Medio de la paz, que es producto
de la justicia , sobre el fortalecimiento de la convivencia fraterna
entre diversos pueblos, Iglesias y religiones situados en esta
tierra, sobre el regreso de los refugiados a sus casas, sobre la
curación de los heridos y el reposo de almas de las víctimas
inocentes.
Dirigimos
a todas las partes que puedan estar involucradas en los conflictos,
un ferviente llamamiento para manifestar buena voluntad y llegar a la
mesa de negociación. Al mismo tiempo, es necesario que la comunidad
internacional haga todos los esfuerzos posibles para poner fin al
terrorismo mediante acciones comunes, conjuntas y sincronizadas.
Hacemos un llamamiento a todos los países involucrados en la lucha
contra el terrorismo, a las acciones responsables y prudentes.
Hacemos un llamado a todos los cristianos y a todos los creyentes en
Dios para rezar al Señor Creador y Providente que cuida el mundo,
que guarde su creación de la destrucción y no permita una nueva
guerra mundial. Para que la paz sea duradera y fiable, se requieren
esfuerzos especiales destinadas al regreso a los valores comunes, que
nos unen, basados en el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo.
12.
Admiramos la valentía de aquellos que entregan sus vidas por haber
dado testimonio de la verdad del Evangelio, prefiriendo la muerte
ante la abjuración de Cristo. Creemos que los mártires de nuestros
tiempos, procedentes de diferentes Iglesias, pero unidos por un
sufrimiento común, son la clave para la unidad de los cristianos. A
vosotros, los que sufren por Cristo, dirige su palabra el Apóstol
del Señor: ''Queridos hermanos,… alegraos de tener parte en los
sufrimientos de Cristo, para que también os llenéis de alegría
cuando su gloria se manifieste''.
13.
En esta época turbadora se necesita el diálogo interreligioso. Las
diferencias en comprensión de las verdades religiosas no deben
impedir que las personas de diversas religiones vivan en paz y
armonía. En las circunstancias actuales, los líderes religiosos
tienen una responsabilidad especial por la educación de su rebaño
en el espíritu de respeto por las creencias de aquellos que
pertenecen a otras tradiciones religiosas. Los intentos de justificar
actos criminales por consignas religiosas son absolutamente
inaceptables. Ningún crimen puede ser cometido en el nombre de Dios,
''porque Dios es Dios de paz y no de confusión''.
14.
Atestiguando el alto valor de la libertad religiosa, damos gracias a
Dios por el renacimiento sin precedentes de la fe cristiana que ahora
se lleva a cabo en Rusia y muchos países de Europa del Este, donde
por décadas han gobernado regímenes ateos. Hoy en día, las cadenas
del ateísmo militante cayeron, y en muchos lugares los cristianos
son libres de profesar su fe. Durante un cuarto de siglo, aquí se
erigieron decenas de miles de nuevos templos, se abrieron cientos de
monasterios y escuelas teológicas. Las comunidades cristianas
realizan amplias actividades caritativas y sociales, prestando
diversa asistencia a los necesitados. Los ortodoxos y los católicos
a menudo trabajan hombro con hombro. Ellos defienden la base
espiritual común de la sociedad humana, dando testimonio de los
valores evangélicos.
15.
Al mismo tiempo, nos preocupa la situación que tiene lugar en tantos
países, donde los cristianos enfrentan cada vez más la restricción
de la libertad religiosa y del derecho a dar testimonio sobre sus
creencias y a vivir de acuerdo con ellas. En particular, vemos que la
transformación de algunos países en las sociedades secularizadas,
ajenas de cualquier memoria de Dios y su verdad, implica una grave
amenaza para la libertad religiosa. Estamos preocupados por la
limitación de los derechos de los cristianos, por no hablar de la
discriminación contra ellos, cuando algunas fuerzas políticas,
guiadas por la ideología del secularismo que en numerosos casos se
vuelve agresivo, tienden a empujarles a los márgenes de la vida
pública.
16.
El proceso de la integración europea, que comenzó después de
siglos de conflictos sangrientos, fue acogido por muchas personas con
esperanza, como prenda de paz y seguridad. Al mismo tiempo,
advertimos en contra de aquella clase de integración que no respeta
la identidad religiosa. Respetamos la contribución de otras
religiones a nuestra civilización, pero estamos convencidos de que
Europa debe mantener la fidelidad a sus raíces cristianos. Hacemos
un llamamiento a los cristianos en Europa Occidental y Europa
Oriental a unirse a fin de dar testimonio conjunto sobre Cristo y el
Evangelio, para que Europa mantenga su alma formada por dos mil años
de la tradición cristiana.
17.
Nuestra atención está destinada a las personas que se encuentran en
una situación desesperada, viven en la pobreza extrema en el momento
en que la riqueza de la humanidad está creciendo. No podemos
permanecer indiferentes al destino de millones de migrantes y
refugiados que tocan a las puertas de los países ricos. El consumo
incontrolado, típico para algunos estados más desarrollados, agota
rápidamente los recursos de nuestro planeta. La creciente
desigualdad en la distribución de bienes terrenales, aumenta el
sentido de la injusticia del sistema de las relaciones
internacionales que se está implantando.
18.
Las Iglesias cristianas están llamadas a defender exigencias de la
justicia, del respeto a las tradiciones nacionales y de la
solidaridad efectiva con todos los que sufren. Nosotros, los
cristianos, no debemos olvidar que ''para avergonzar a los sabios,
Dios ha escogido a los que el mundo tiene por tontos; y para
avergonzar a los fuertes ha escogido a los que el mundo tiene por
débiles. Dios ha escogido a la gente despreciada y sin importancia
de este mundo, es decir, a los que no son nada, para anular a los que
son algo. Así nadie podrá presumir delante de Dios''.
19.
La familia es el centro natural de la vida de un ser humano y de la
sociedad. Estamos preocupados por la crisis de la familia en muchos
países. Los ortodoxos y los católicos, compartiendo la misma visión
de la familia, están llamados a testificar acerca de la familia como
de un camino hacia la santidad, que se manifiesta en la fidelidad
mutua de los cónyuges, su disponibilidad para dar a luz a los niños
y formarles, en la solidaridad entre las generaciones y el respeto
hacia los enfermizos.
20.
La familia es fundada sobre el matrimonio que es un acto libre y fiel
de amor entre un hombre y una mujer. El amor fortalece su unión, les
enseña a aceptar uno a otros como a un don. El matrimonio es la
escuela del amor y de la fidelidad. Lamentamos que otras formas de
convivencia se equiparan ahora con esta unión, y la visión de la
paternidad y la maternidad como de especial vocación del hombre y de
la mujer en el matrimonio, santificada por la tradición bíblica, se
expulsa de la conciencia pública.
21.
Hacemos un llamamiento a todos para respetar el derecho inalienable a
la vida. Unos millones de bebés están privados de la propia
posibilidad de aparecer a la luz. La sangre de los niños no nacidos
pide a gritos a Dios que haga justicia.
La
divulgación de la así llamada eutanasia conduce al hecho de que los
ancianos y enfermos comienzan a sentirse carga excesiva para su
familia y la sociedad en conjunto.
Expresamos
nuestra preocupación por el uso cada vez más extendido de las
tecnologías biomédicas de reproducción, porque la manipulación de
la vida humana es un ataque contra los fundamentos del ser de la
persona creada a imagen de Dios. Consideramos que nuestro deber es
hacer acordarse sobre la inmutabilidad de los principios morales
cristianos, basados en el respeto por la dignidad de la persona que
está destinada a la vida de acuerdo con el plan de su Creador.
22.
Queremos hoy dirigir unas palabras especiales a la juventud
cristiana. Vosotros, los jóvenes, no debéis esconder dinero en la
tierra , sino usar todas las dotes dadas por Dios, para afirmar la
verdad de Cristo en el mundo, realizar los mandamientos evangélicos
del amor a Dios y al prójimo. No tengáis miedo de ir contra la
corriente, defendiendo la verdad de Dios, con la que no siempre se
ajustan las normas seculares modernas.
23.
Dios os ama y espera de cada uno de vosotros que seáis sus
discípulos y apóstoles. Sed la luz de este mundo, para que otros,
viendo el bien que hacéis, alaben todos a vuestro Padre que está en
el cielo . Educad a los niños en la fe cristiana para entregarles la
perla preciosa de la fe que recibisteis de vuestros padres y
antepasados. No olvidéis que ''Dios os ha comprado por un precio'',
el precio de la muerte en la cruz de Dios Hombre, Jesucristo.
24.
Los ortodoxos y los católicos están unidos no sólo por la
Tradición común de la Iglesia del primer milenio, sino también por
la misión de predicar el Evangelio de Cristo en el mundo
contemporáneo. Esta misión requiere respeto mutuo entre los
miembros de las comunidades cristianas, excluye cualquier forma del
proselitismo.
No
somos competidores, sino hermanos: debemos arrancar de este concepto
ejecutando todas actividades relacionadas con nuestros lazos y
contactos con el mundo exterior. Instamos a los católicos y a los
ortodoxos de todo el mundo para aprender a vivir juntos en paz, amor
y armonía unos con otros (Romanos 15, 5). Es inaceptable el uso de
medios incorrectos para obligar a los fieles a pasar de una Iglesia a
otra, dejando de lado su libertad religiosa y sus propias
tradiciones. Estamos llamados a poner en práctica el mandamiento de
San Pablo Apóstol y ''anunciar el evangelio donde nunca antes se
había oído hablar de Cristo, para no construir sobre cimientos
puestos por otros''.
25.
Esperamos que nuestro encuentro contribuya a la reconciliación donde
hay tensiones entre los greco-católicos y los ortodoxos. Hoy en día
es obvio que el método de ''la unión'' de los siglos pasados que
implica la unidad de una comunidad con la otra a costa de la
separación de su Iglesia, no es la manera de restaurar la unidad. Al
mismo tiempo, las comunidades eclesiásticas que han aparecido como
resultado de circunstancias históricas tienen derecho a existir y
hacer todo lo necesario para satisfacer menesteres espirituales de
sus fieles, buscando la paz con sus vecinos. Los ortodoxos y los
greco-católicos necesitan la reconciliación y la búsqueda de
formas de convivencia mutuamente aceptables.
26.
Lamentamos el enfrentamiento en Ucrania que ya cobró muchas vidas,
causó sufrimientos innumerables a los civiles, hundió la sociedad
en una profunda crisis económica y humanitaria. Hacemos un
llamamiento a todas las partes del conflicto a tener prudencia,
mostrar la solidaridad social y trabajar activamente para el
establecimiento de la paz. Instamos a nuestras Iglesias en Ucrania a
trabajar para lograr la armonía social, abstenerse de participar en
la confrontación y de apoyar el desarrollo del conflicto.
27.
Esperamos que la división entre los creyentes ortodoxos en Ucrania
sea vencida sobre la base de las normas canónicas existentes, que
todos los cristianos ortodoxos de Ucrania vivan en paz y armonía, y
que las comunidades católicas del país contribuyan a ello, para que
nuestra hermandad cristiana sea aún más evidente.
28.
En el mundo de hoy, multifacético y al mismo tiempo unido por el
destino común, los católicos y los ortodoxos están llamados a
colaborar fraternamente para anunciar el Evangelio de la salvación,
dar testimonio común de la dignidad moral y la auténtica libertad
humana, ''para que el mundo crea''. Este mundo, en el que se están
socavando rápidamente los fundamentos morales de la existencia
humana, espera de nosotros el fuerte testimonio cristiano en todos
los ámbitos de la vida personal y social. ¿Podremos en la época
crucial dar testimonio conjunto del Espíritu de la verdad? De esto
depende, en gran medida, el futuro de la humanidad.
29.
Que Jesucristo, Dios Hombre, Nuestro Señor y Salvador, nos ayude en
el anuncio valiente de la verdad de Dios y de la Buena Noticia de
salvación. El Señor nos fortalece espiritualmente con su promesa
infalible: ''No tengáis miedo, pequeño rebaño, que el Padre, en su
bondad, ha decidido daros el reino'' .
Cristo
es una fuente de alegría y de esperanza. La fe en él transfigura la
vida del ser humano, la llena de significado. Lo han vivido por su
propia experiencia todos aquellos de los que se puede decir con las
palabras de San Pedro Apóstol: ''Antes, ni siquiera erais pueblo,
pero ahora sois pueblo de Dios; antes Dios no os tenía compasión,
pero ahora tiene compasión de vosotros''.
30.
Llenos de gratitud por el don de comprensión mutua que se manifestó
en nuestra reunión, nos dirigimos con esperanza a la Santísima
Madre de Dios, haciendo solicitud con las palabras de la antigua
oración: ''Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios''. Que
la Santísima Virgen María con su amparo fortalezca la hermandad de
todos que la veneran, para que ellos, en un momento determinado por
Dios, se junten, en paz y concordia, en el único pueblo de Dios,
¡sea glorificado el nombre de la Trinidad Consustancial e
Inseparable!