Ciudad
del Vaticano, 24 octubre 2014
(VIS).-Esta mañana en la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha
tenido lugar la conferencia de presentación del Encuentro Mundial de
los Movimientos Populares que se celebrará del 27 al 29 octubre de
2014 en Roma .El evento está organizado por el Pontificio Consejo
Justicia y Paz, en colaboración con la Academia Pontificia de las
Ciencias Sociales y con los dirigentes de los diversos movimientos.
Han
intervenido en el acto el cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson,
Presidente de Justicia y Paz, el arzobispo Marcelo Sánchez Sorondo,
Canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales y Juan
Grabosi, Responsable de la Confederación de los Trabajadores de
Economía Popular y miembro del Comité Organizador del encuentro,
destinado principalmente a las organizaciones y movimientos de los
excluidos.
Grabosi
conoció al Papa Francisco cuando éste era arzobispo de Buenos Aires
y subrayó que el entonces cardenal Bergoglio solidarizó con la
lucha de los excluidos en momentos muy difíciles para ellos y les
acompañó en el trabajo de organización de los cartoneros,
campesinos, ambulantes y, en general, de ''los herederos de la crisis
que trajo el capitalismo neoliberal'' . ''Francisco -afirmó- hoy nos
convoca nuevamente, ya desde una perspectiva universal, a los pobres
y a los pueblos pobres, organizados en miles de movimientos populares
para que demos la batalla -sin soberbia, pero con coraje, sin
violencia pero con tenacidad...- por esa dignidad que nos robaron y
por la justicia social''.
'”Nuestro
encuentro responde principalmente -prosiguió- a objetivos concretos
y sencillos, que todos compartimos y deseamos para nuestros hijos y
nietos, pero que están cada vez más lejos de las mayorías
populares: tierra, techo y trabajo...y expresa también la necesidad
de promover la organización de los pobres para construir desde abajo
la alternativa humana a esta globalización excluyente que nos
arrebata hasta los derechos sagrados al techo, el trabajo, la tierra,
el ambiente y la paz''.
En
el Encuentro Mundial de Movimientos Populares participan dirigentes
sociales de los cinco continentes que representan organizaciones de
base de tres sectores sociales cada vez más excluidos: los
trabajadores precarios, emigrantes, temporales, desempleados y los
que viven en autogestión , sin protección legal, reconocimiento
sindical ni derechos laborales; los campesinos, los sin tierra, los
pueblos originarios y las personas en riesgo de ser expulsadas del
campo a causa de la especulación agrícola y la violencia; las
personas, muchas de ellas emigrantes y desplazados, que viven en los
suburbios y asentamientos informales, marginados, olvidados, sin
infraestructura urbana adecuada. Junto a ellos organizaciones
sindicales, sociales, benéficas y de derechos humanos que se han
mostrado cercanas a estos movimientos y que han sido sugeridas por
ellos mismos para acompañarlos respetando el protagonismo de los
movimientos de base.
''Entre
los objetivos del Encuentro están -explicó Grabois- compartir el
pensamiento social de Francisco, debatir las causas de la creciente
desigualdad social y el aumento de la exclusión en todo el mundo,
reflexionar sobre las experiencias organizativas de los movimientos
populares en la resolución de las problemáticas de tierra, vivienda
y trabajo, evaluar cuál es el rol de los movimientos en los procesos
de construcción de la paz y en el cuidado del ambiente,
particularmente en las regiones afectadas por conflictos bélicos o
por disputas sobre los recursos naturales, discutir la relación de
los Movimientos Populares con la Iglesia, y cómo avanzar en la
creación de una instancia de articulación y colaboración
permanente''.
El
Encuentro se cerrará con dos actos que Grabois espera tengan gran
relieve: la publicación de una declaración final con el mayor
consenso posible y con la constitución de un Consejo de Movimientos
Populares que trabaje en la formulación de instancias de
articulación a nivel global.
Por
su parte el cardenal Turkson afirmó que era esencial para la Iglesia
y para el mundo ''escuchar el grito de justicia'' de los excluidos
pero no sólo por cuanto respecta a sus sufrimientos sino también a
sus expectativas, esperanzas y propuestas. Los marginados, dijo.,
''deben ser protagonistas de sus propias vidas y no receptores
pasivos de la caridad o los planes de otros. Deben protagonizar los
cambios económicos, sociales, políticos y culturales que son tan
necesarios...La Iglesia quiere hacer suyas las necesidades y
aspiraciones de los movimientos populares y unirse a quienes, con
diversas iniciativas, están haciendo cuanto está en sus manos para
impulsar el cambio social hacia un mundo más justo''.