CIUDAD DEL VATICANO, 8 FEB 2008 (VIS).-Durante el encuentro de ayer por la mañana con los párrocos y el clero de la diócesis de Roma, que tuvo lugar en el Aula de las Bendiciones, en el Vaticano, el Papa respondió a diez preguntas relacionadas con la juventud, la evangelización y el desafío educativo.
Respondiendo a una pregunta sobre los jóvenes, el Santo Padre afirmó que resulta difícil para un chico vivir como un cristiano, dados los estilos de vida dominantes. Por eso, es fundamental que los sacerdotes sepan dar testimonio de que cada hombre puede conocer a Dios, que puede ser su amigo y caminar junto a El. En este contexto, refiriéndose a la importancia de la presencia de Dios en la educación, a propósito de la carta que ha escrito recientemente sobre este tema a la diócesis de Roma, dijo que no es suficiente una formación profesional sin una formación del corazón, sin la presencia de Dios. Por otra parte, prosiguió, conocer el Evangelio es además un aspecto de la formación cultural.
Hablando de la Cuaresma, el Papa señaló que "este tiempo podría ser también un tiempo de ayuno de las palabras y de las imágenes, porque necesitamos -afirmó- un poco de silencio, un espacio sin el bombardeo constante de las imágenes, (...) y para ello tenemos que crearnos espacios de silencio y sin imágenes para volver a abrir nuestro corazón a la imagen verdadera y a la Palabra verdadera".
En respuesta a un sacerdote indio, que se encuentra en Roma desde hace unos años, Benedicto XVI afrontó el tema de la evangelización, retomando la Nota sobre el tema, publicada recientemente por la Congregación para la Doctrina de la Fe. El diálogo, dijo, significa respeto de los demás. Pero esta dimensión del diálogo, tan necesario, precisó, no excluye el anuncio del Evangelio, don de la Verdad, que no podemos tener sólo para nosotros mismos, sino que también debemos ofrecerlo a los demás.
Misión, subrayó, no es imposición, sino ofrecer el don de Dios, dejando que sea su bondad la que nos ilumine, si no, descuidaríamos un deber. También nosotros seríamos infieles si no proponemos nuestra fe, respetando la libertad de los demás. El Papa resaltó que el trabajo misionero es fundamental y reiteró que diálogo y misión no se excluyen; al contrario, se necesitan recíprocamente.
El Santo Padre también habló de la importancia de los Novísimos, reconociendo que quizá hoy en la Iglesia se habla demasiado poco del pecado, del Paraíso y del Infierno. "También por este motivo -aseguró-, he querido tocar el tema del Juicio Universal en la encíclica "Spe salvi". Quien no conoce el Juicio definitivo, afirmó, no conoce la posibilidad del fracaso y la necesidad de la redención. Quien no trabaja buscando el Paraíso, no trabaja siquiera para el bien de los hombres en la tierra". A este respecto, subrayó que "el nazismo y el comunismo afirmaron que solo querían cambiar el mundo y sin embargo lo destruyeron".
Finalmente, el Papa hizo hincapié en el papel cada vez más significativo de los diáconos permanentes -hay más de cien en Roma-, afirmando que debemos dar gracias a los padres del Concilio Vaticano II porque se ha recuperado su valor. Se trata de un ministerio, terminó, que representa un enlace entre el mundo laico y el ministerio sacerdotal".
OP/ENCUENTRO/CLERO ROMA VIS 20080208 (560)