Ciudad
del Vaticano, 29 de enero 2016 (Vis).-El arzobispo Rino Fisichella,
Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva
Evangelización y mons. Graham Bell
Subsecretario del mismo
dicasterio han presentado esta mañana en la Oficina de Prensa de la
Santa Sede dos iniciativas vinculadas con el Año Jubilar: el envío
de los Misioneros de la Misericordia y la traslación temporal a Roma
de las reliquias de san Pío de Pietrelcina y de san Leopoldo
Mandić.
''Han pasado casi dos meses desde que
el Papa Francisco abrió la Puerta Santa de San Pedro -dijo el
arzobispo Fisichella- En este lapso de tiempo, las Puertas de la
Misericordia se han abierto en todo el mundo. La increíble
participación de gente registrada en estos eventos permite verificar
cuánto la intuición del Jubileo Extraordinario por parte del Papa
Francisco correspondiese a una genuina expectativa del pueblo de
Dios, el cual ha acogido con alegría y entusiasmo este evento de
gracia. En verdad tenemos que afirmar que este Jubileo se está
viviendo intensamente en todo el mundo y cada Iglesia local está
organizando este tiempo de gracia como una forma genuina de
renovación de la Iglesia y como un momento particular de nueva
evangelización''.
''Cada día recibimos miles de fotos y
documentación de todo el mundo que atestiguan el compromiso y la fe
de los creyentes -prosiguió-Todo esto no ha impedido que también en
Roma, durante este período, los peregrinos hayan llegado en buen
número. Según los datos que estamos en grado de verificar, a la
fecha han participado en los eventos jubilares 1.392.000 personas. Un
dato interesante es que el 40% de las participaciones proviene del
exterior, en particular son de lengua española y francesa; de todas
formas, hemos registrado también peregrinos de Bangladesh, Hong
Kong, Corea, Kenia, Mozambique, El Salvador, Nueva Zelanda,
Argentina, México, Islas Fidji, Rusia, Bielorusia, Seychelles, Sri
Lanka, Costa de Marfil, Chad, Kuwait, Estados Unidos, Albania…
Reafirmo que no es este el criterio para juzgar el éxito o no del
Jubileo. Un Año Santo va más allá de los números y lo que busca
es tocar el corazón y la mente de las personas para ayudarlas a
comprender el grande amor con el cual Dios se hace presente en su
vida cotidiana. Es un tiempo par revisar nuestra vida de fe y
comprender si somos capaces de aquella conversión y renovación que
provienen justamente del saber mirar fijamente lo esencial. En todo
caso, un balance general no se puede hacer pasados dos meses, sino al
final. Cualquier otra consideración es, por el momento, parcial,
provisional y no merece especial atención''.
Mons.
Fisichella recordó que el Papa Francisco ha
realizado ya dos signos peculiares de su testimonio concreto de
misericordia: el viernes 18 de diciembre abrió la Puerta de la
caridad en el Comedor “Don Luigi di Liegro” donde celebró la
eucaristía en el refectorio, mientras que el 15 de enero visitó el
hogar para adultos mayores “Bruno Buozzi” en el barrio
Torrespaccata, para dirigirse luego a la Casa Iride donde estuvo con
enfermos en estado vegetativo y con los familiares que los asisten.
''Estos signos -subrayó- comportan un valor simbólico de frente a
tantas necesidades que presenta la sociedad de hoy; buscan que todos
puedan darse cuenta de las múltiples situaciones de dificultad
existentes en nuestras ciudades, ante las que se puede ofrecer una
pequeña respuesta de atención y de ayuda''.
Después
de estas consideraciones sobre los primeros meses del Jubileo, el
prelado se centró en dos eventos especiales. El primero de los
cuales tiene que ver con la presencia en Roma de las urnas que
contienen las reliquias de san Leopoldo Mandic y San Padre Pío de
Pietrelcina. ''Conociendo
la historia de estos dos santos que gastaron su vida al servicio de
la misericordia -dijo- se puede comprender la importancia de este
momento y porqué constituye realmente una primicia. P. Leopoldo
(1866-1942), canonizado por Juan Pablo II el 16 de diciembre de 1983
es menos conocido que el P. Pío; sin embargo, su fama de santidad se
ha extendido allende la Iglesia de Padua, donde vivió gran parte de
su vida y donde se conservan su memoria y sus reliquias. De origen
croato, este padre capuchino dedicó toda su existencia al
confesionario. Por casi treinta años pasó de las diez de la mañana
a las tres de la tarde en el secreto de su celda, transformada en
confesionario para miles de personas que encontraban en el trato con
él el testimonio privilegiado del perdón y de la misericordia.
Algunos de sus compañeros de comunidad decían que era un “ignorante
y de manga ancha, que absolvía a todos sin discernimiento”. Su
respuesta simple y humilde dejaba sin palabras: “Si el Crucificado
viniera a reprocharme que soy de manga ancha, le respondería: Este
mal ejemplo, me lo has dado Tú. Yo todavía no he llegado a la
locura de morir por las almas”.
Padre
Pío (1887-1968) canonizado también por Juan Pablo II en el 2002
''no necesita de muchas
presentaciones. Este pobre fraile capuchino gastó toda su vida en
san Giovanni Rotondo, sin dejar nunca esa pequeña ciudad. Es cierto,
mientras vivió algunos desde Roma lo hicieron sufrir, pero su
santidad fue superior. En el silencio de la obediencia también él
llegó a ser testigo privilegiado de la misericordia, dedicando toda
su vida a la celebración del sacramento de la reconciliación.
Estamos agradecidos con los Padres Capuchinos y con los Obispos de
las diócesis de Padua y Manfredonia-Vieste-San Giovanni Rotondo por
haber permitido cumplir el deseo del Papa de tener en Roma, durante
el Jubileo, las reliquias de estos dos santos. La gratitud va de la
mano con la certeza de que este evento permitirá a muchos peregrinos
expresar su devoción a los dos santos y recibir una vez más la
consolación mediante su intercesión''.
''El programa es muy sencillo
-explicó- Las urnas con las reliquias llegarán a Roma el 3 de
febrero y serán puestas en la basílica de san Lorenzo Extramuros;
la Iglesia estará abierta a los fieles desde las 3:00 p.m., hora en
la cual se realizará una celebración de acogida. Las reliquias
permanecerán en san Lorenzo hasta las 8:30 p.m. del día siguiente
para algunas celebraciones reservadas a la vasta familia franciscana.
Una vigilia nocturna de oración será organizada en la iglesia
jubilar de san Salvador en Lauro, a partir de las 10:00 p.m. del 4 de
febrero. La oración se prolongará el día siguiente, 5 de febrero,
con varias celebraciones hasta la santa Eucaristía de las 2:00 p.m.,
que será presidida por S.E. Michele Castoro, arzobispo de
Manfredonia-Vieste-San Giovanni Rotondo. A las 4:00 p.m. desde san
Salvador en Lauro partirá la procesión con las dos urnas de
reliquias que, atravesando toda la vía de la Conciliazione, llegará
hasta el atrio de la basílica de San Pedro. Allí el Card. Angelo
Comastri, Arcipreste de la Basílica Papal, acogerá las reliquias y
luego de un momento de oración las introducirá en la Basílica de
San Pedro; serán colocadas en la nave central, delante al altar de
Confesión, para la veneración de los fieles. En la basílica de San
Pedro, las reliquias permanecerán expuestas hasta la mañana del 11
de febrero cuando, después de una celebración eucarística de
acción de gracias, volverán a sus respectivos lugares de
proveniencia. Conviene precisar que el día 10 de febrero, Miércoles
de Ceniza, la basílica permanecerá cerrada por la mañana para la
Audiencia general y que, en la tarde, allí mismo se celebrará la
eucaristía de inicio de la Cuaresma. Todos los que quieran venerar
las reliquias, por tanto, están invitados a escoger uno de los días
anteriores, ojala haciendo uso del corredor jubilar para que tengan
facilidad a la hora de pasar por los controles normales de
seguridad''.
El
segundo evento hace referencia, precisamente, a la celebración del
Miércoles de Ceniza, cuando el Santo Padre entregará el mandato a
los Misioneros de la Misericordia. Como lo atestigua la Bula de
Indicción, Misericordiae vultus, los Misioneros serán un “signo
de la solicitud materna de la Iglesia por el Pueblo de Dios, para que
entre en profundidad en la riqueza de este misterio tan fundamental
para la fe. Serán sacerdotes a los cuales daré la autoridad de
perdonar también los pecados que están reservados a la Sede
Apostólica, de modo que se haga evidente la amplitud de su mandato.
''Serán, sobre todo, signo
vivo de cómo el Padre acoge cuantos están en busca de su perdón
-reafirmó mons. Fisichella- Serán misioneros de la misericordia
porque serán los artífices ante todos de un encuentro cargado de
humanidad, fuente de liberación, rico de responsabilidad, para
superar los obstáculos y retomar la vida nueva del Bautismo. Se
dejarán conducir en su misión por las palabras del Apóstol: ''Dios
sometió a todos a la desobediencia, para tener misericordia de
todos''.
Así entonces, los Misioneros de la
misericordia son solamente algunos sacerdotes que reciben el encargo
del Papa de ser, en sus propias iglesias, testigos privilegiados del
carácter extraordinario del evento jubilar. El Papa es el único que
nombra los Misioneros, no los obispos, y a ellos les confía el
mandato de anunciar la belleza de la misericordia de Dios, y de ser
confesores humildes y pacientes, capaces de dispensar un gran perdón
a cuantos se acercan a la Confesión. Los Misioneros son más de 1000
y provienen de todos los continentes. Me complace especialmente
recordar a los que vendrán de países lejanos y que revisten una
importancia especial: Birmania, Líbano, China, Corea del Sur,
Tanzania, Emiratos Árabes, Israel, Burundi, Vietnam, Zimbawe,
Letonia, Timor Este, Indonesia, Tailandia, Egipto. Contaremos además
con sacerdotes de rito oriental.
''Hemos constatado una gran
disponibilidad, pero hemos debido poner un límite a las numerosas
solicitudes recibidas, para que se mantenga el valor de este signo
peculiar que expresa el sentido extraordinario del evento -señaló-
Todos los Misioneros han recibido el permiso de sus respectivos
obispos o Superiores religiosos y estarán ahora a disposición de
cuantos querrán solicitar su presencia a lo largo de todo el período
jubilar y sobre todo durante la Cuaresma. Se harán presentes en Roma
700 Misioneros. El Papa Francisco los encontrará el 9 de febrero
para expresarles lo que guarda en su corazón respecto a esta
iniciativa que es, sin duda, una de las iniciativas más sugestivas y
significativas del Jubileo de la Misericordia. El día siguiente,
solamente los Misioneros de la misericordia concelebrarán con el
Santo Padre y en tal ocasión recibirán, como se sabe, el "mandato"
junto con la facultad de absolver también los pecados reservados a
la Santa Sede. Una curiosidad puede ayudar a comprender cuánto
interés pastoral ha suscitado esta iniciativa en el mundo. El Padre
Richard, en Australia, visitará 27 comunidades de su diócesis rural
de Maitland-Newcastle, donde solo hay una iglesia, pero ningún
sacerdote residente. A bordo de un camper pasará de una comunidad a
otra como “Missionary of mercy on wheels”, ¡Misionero de la
misericordia sobre ruedas! En fin, se trata de un signo de cuánto el
Jubileo desea llegar a todos para que cada uno pueda experimentar la
cercanía y la ternura de Dios''.
Finalmente,
otros momentos jubilares tienen que ver, ante todo, con la primera
Audiencia General en la plaza San Pedro, el sábado 30 de enero. Papa
Francisco ha aceptado con generosidad responder a las numerosas
peticiones de peregrinos que quieren encontrarlo. Por esta razón un
sábado al mes, según el calendario oficial, tendrá lugar una
audiencia especial además de las clásicas audiencias de cada
miércoles. Para esta primera audiencia se han inscrito ya más de
20.000 personas. Un momento de interés particular comporta también
el Jubileo de la Curia, de la Gobernación y de las Instituciones
pertenecientes a la Santa Sede que se llevará a cabo el próximo 22
de febrero. La celebración contempla una reflexión en el Aula Pablo
VI, a las 8:30 a.m., a cargo del P. Marko Rupnik. Concluida la
meditación, se iniciará la procesión por la plaza San Pedro con el
paso por la Puerta Santa y la celebración de la santa Eucaristía,
presidida por el Papa Francisco a las 10:30 a.m.
''El
Jubileo continúa su curso y estamos seguros que, según los deseos
del Papa Francisco -concluyó
el Presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva
Evangelización- seguirá
siendo una ocasión “para vivir en la vida de cada día la
misericordia que, desde siempre, el Padre nos ofrece”.