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El 'Vatican Information Service' (VIS) es un boletín informativo de la Oficina de Prensa Santa Sede. Transmite diariamente información sobre la actividad magisterial y pastoral del Santo Padre y de la Curia Romana... []

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martes, 9 de marzo de 2004

OTROS ACTOS PONTIFICIOS


CIUDAD DEL VATICANO, 9 MAR 2004 (VIS).-El Santo Padre nombró:

- Obispo Robert Joseph McManus, hasta ahora auxiliar de Providence (EE.UU.), obispo de Worcester (superficie 3.966, población 762.207, católicos 390.657, sacerdotes 373, religiosos 640, diáconos permanentes 76) en Estados Unidos. Sucede al obispo Daniel Patrick Reilly, cuya renuncia al gobierno pastoral de la diócesis fue aceptada por límite de edad.

- Monseñor Robert Joseph Cunningham obispo de Ogdensburg (superficie 31.161, población 462.000, católicos 143.700, sacerdotes 143, religiosos 174, diáconos permanentes 55) en Estados Unidos. El obispo electo nació en 1943 en Buffalo (EE.UU.), fue ordenado sacerdote en 1969 y hasta ahora era administrador diocesano de Buffalo y párroco de San Luis.

- Obispo Timothy Anthony McDonnell, hasta ahora auxiliar de la archidiócesis de New York (EE.UU), obispo de Springfield in Massachusetts (superficie 7.306, población 790.000, católicos 251.311, sacerdotes 195, religiosos 619, diáconos permanentes 58) en Estados Unidos.

 - Monseñor Robert W.Finn obispo coadjutor de Kansas City-Saint Joseph (superficie 39.946, población 1.394.054, católicos 151.000, sacerdotes 204, religiosos 437, diáconos permanentes 53) en Estados Unidos. El obispo electo nació en 1953 en Saint Louis (EE.UU.), fue ordenado sacerdote en 1979 y hasta ahora era director de la revista diocesana "Saint Louis Review".

- Mary Ann Glendon presidente de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales. La nueva presidente es profesora de derecho en la Universidad de Harvard (EE.UU.).
NER:RE:NEC:NA/…/…                                      VIS 20040309 (230)

AUDIENCIAS


CIUDAD DEL VATICANO, 9 MAR 2004 (VIS).-El Santo Padre recibió hoy en audiencias separadas:

- Arzobispo Diego Causero, nuncio apostólico en la República Checa.

- Arzobispo Renzo Fratini, nuncio apostólico en Nigeria.

- Padre Izydor Matuszewski, prior general de los monjes de San Pablo Ermitaño.

- Arzobispo Roberto Octavio González Nieves, de San Juan de Puerto Rico (Puerto Rico).
AP/…/…                                   VIS 20040309 (50)

PRIMERA ENCICLICA DE JUAN PABLO II: "REDEMPTOR HOMINIS"


CIUDAD DEL VATICANO, 9 MAR 2004 (VIS).-Cinco meses después de su elección al pontificado, Juan Pablo II dirigió a todos los creyentes su primera carta encíclica "Redemptor hominis". Al cumplirse el próximo 15 de marzo el vigesimoquinto año de su publicación, ofrecemos una síntesis de este documento, en el que el nuevo Papa trazaba las líneas maestras de su pontificado: el esfuerzo por acercar a todos los hombres a Cristo, el ecumenismo, la necesidad de potenciar la dimensión moral del progreso y la defensa de los derechos humanos.

  Estas tareas que debe afrontar la Iglesia para entrar en el nuevo milenio tienen su fundamento en una verdad expresada al inicio de la carta: "El Redentor del hombre, Jesucristo, es el centro del cosmos y de la historia".

  La encíclica se divide en cuatro capítulos: "Herencia", "El misterio de la Redención", "El hombre redimido y su situación en el mundo contemporáneo" y "La misión de la Iglesia y la suerte del hombre". Fue firmada en Roma el 4 de marzo de 1979.

I. HERENCIA. La historia avanza hacia el final del segundo milenio, que será el año de un gran Jubileo. Esta fecha nos recordará de modo especial la verdad clave de la fe, expresada por San Juan al principio de su Evangelio: "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros". Con este acto redentor, la historia del hombre alcanza su punto culminante: "A través de la Encarnación, Dios ha dado a la vida humana la dimensión que quería dar al hombre desde sus comienzos".

  Partiendo de esta idea fundamental, Juan Pablo II desea poner en práctica las enseñanzas del Concilio Vaticano II y continuar así la obra realizada por Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo I.

  Durante el "difícil período postconciliar", Pablo VI supo mostrar al mundo el auténtico rostro de la Iglesia y preservarla contra los excesos de la autocrítica. Gracias a él, "la Iglesia está ahora mucho más unida en la comunión de servicio y en la conciencia del apostolado".

  El Papa Juan XXIII puso de manifiesto la necesidad de trabajar para alcanzar la unidad de los cristianos, según la voluntad que el mismo Cristo expresó en la oración del Cenáculo: "Padre, que todos sean uno". La actividad ecuménica significa "apertura, acercamiento, disponibilidad al diálogo, búsqueda común de la verdad en el pleno sentido evangélico y cristiano". Todo ello con perseverancia, humildad y valor, y sin renunciar a la verdad divina enseñada por la Iglesia.

II. EL MISTERIO DE LA REDENCION. Para aproximarse al Padre, la Iglesia debe continuar caminando hacia Cristo, Redentor del mundo, porque solo en El está la salvación. La Cruz sobre el Calvario manifiesta la eterna paternidad de Dios, que mediante Cristo se aproxima de nuevo a la humanidad, revelándonos su amor y su misericordia.

  El hombre no puede vivir sin amor, ya que entonces no se comprende a sí mismo, su vida carece de sentido. Por ello, "Cristo Redentor revela plenamente el hombre al mismo hombre". La Iglesia sabe que Jesucristo ha devuelto al hombre la dignidad y el sentido de su existencia en el mundo. Su tarea fundamental, especialmente en nuestros días, es "revelar a Cristo al mundo, ayudar a todo hombre para que se encuentre a sí mismo en El". Esta misión apostólica parece encontrar en nuestra época más oposición que en las anteriores; sin embargo, es más necesaria que nunca.

III. EL HOMBRE REDIMIDO Y SU SITUACION EN EL MUNDO CONTEMPORANEO. Al seguir a Cristo, la Iglesia no puede permanecer insensible frente a lo que sirve al verdadero bien del hombre -tanto temporal como eterno-, ni ante lo que lo amenaza. Su preocupación por que la vida en el mundo sea conforme a la dignidad del hombre es la preocupación del propio Cristo, el Buen Pastor.

  El hombre actual parece estar amenazado por el resultado del trabajo de sus manos y de su intelecto. Vive con miedo, temiendo que sus productos puedan convertirse en instrumentos de autodestrucción. La razón de ello es que el desarrollo de la técnica y de la civilización "exige un desarrollo proporcional de la moral y de la ética. Este último parece, por desgracia, haberse quedado atrás".

  En efecto, "la situación del hombre en el mundo contemporáneo parece distante tanto de las exigencias objetivas del orden moral, como de las exigencias de la justicia o aún más del amor social". Es necesario recordar el sentido del dominio sobre la tierra que el Creador concedió al hombre como tarea. Dicho dominio consiste en la prioridad de la ética sobre la técnica, de la persona sobre las cosas, del espíritu sobre la materia.    

  El hombre no puede renunciar al puesto que le corresponde en el mundo, no puede convertirse en esclavo de las cosas, de los sistemas económicos, de la producción o de sus propios productos. Una civilización puramente materialista trae como consecuencia esta esclavitud.

  Así, la mentalidad consumista vigente hoy en los países desarrollados ha conducido al establecimiento de estructuras económicas y políticas que dilapidan a un ritmo acelerado los recursos materiales, amenazando el medio ambiente. Al mismo tiempo, extienden incesantemente las zonas de miseria.

  Para cambiar esta situación, se necesitan soluciones audaces y creativas adecuadas a la auténtica dignidad del hombre. El principio que debe guiar la búsqueda de mecanismos e instituciones eficaces es la solidaridad, especialmente en el plano de una más justa y amplia distribución de la riqueza. Pero la indispensable transformación de las estructuras económicas no será fácil "si no se realiza una auténtica conversión de la mente y el corazón".

  Otro campo estrechamente relacionado con la misión de la Iglesia en el mundo es la defensa de los derechos humanos. La paz se mantiene mediante el respeto de estos derechos; la guerra surge cuando son violados.
 
  Por eso, la Iglesia debe, junto a los hombres de buena voluntad, preguntar continuamente si se respeta la Declaración de los Derechos del hombre. Los derechos del poder, que derivan de su deber fundamental -velar por el bien común de la sociedad-, solamente se pueden entender desde la base del respeto a los derechos humanos. 

  Entre ellos, el derecho a la libertad religiosa y a la libertad de conciencia ocupan un lugar preeminente. No respetarlos supone cometer "una injusticia radical con respecto a lo que es (...) auténticamente humano". El respeto a estos derechos es un importante indicador del verdadero progreso del hombre en cualquier sociedad.

IV. LA MISION DE LA IGLESIA Y LA SUERTE DEL HOMBRE. La vida eterna, prometida por el Padre en Jesucristo, "es el cumplimiento final de la vocación del hombre". La Iglesia, que vive de esta realidad del hombre, debe "concentrarse y reunirse en torno al misterio de la Redención, encontrando en él la fuerza y la luz indispensables para la propia misión".

  A la luz del Concilio Vaticano II, la Iglesia aparece como responsable de la correcta transmisión de la verdad divina. Por eso, debe adherirse fielmente a ella cuando profesa y enseña la fe. La responsabilidad por esta verdad significa también "amarla y buscar su comprensión más exacta, para hacerla más cercana a nosotros mismos y a los demás". En este campo, es indispensable una estrecha colaboración de los teólogos con el Magisterio. Como servidores de la verdad, "los teólogos no pueden nunca perder de vista el significado de su servicio en la Iglesia".

  La responsabilidad de la Iglesia por la verdad divina ha de ser compartida por todos. Los teólogos y los hombres de ciencia creyentes están llamados hoy a "unir la fe con la ciencia y la sabiduría, para contribuir a su recíproca compenetración". Los especialistas de las diversas disciplinas, como miembros del Pueblo de Dios, participan de la misión profética de Cristo al servicio de la verdad divina.

  La vida sacramental de la Iglesia y de cada cristiano alcanza su plenitud en la Eucaristía. En este sacramento se renueva continuamente, por voluntad de Cristo, el misterio del sacrificio de la Cruz, con el que nos obtuvo del Padre los dones del Espíritu Santo y de la nueva vida inmortal en la resurrección. 
 
  Al celebrar el Sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, es preciso "respetar la plena dimensión del misterio divino (...) en el cual se recibe a Cristo, realmente presente, y el alma se llena de gracias". Todos en la Iglesia, pero especialmente los obispos y los sacerdotes, deben velar para que este sacramento sea el centro de la vida del Pueblo de Dios.

  La Eucaristía está estrechamente ligada a la penitencia: "Sin un constante y siempre renovado esfuerzo por la conversión, la participación en la Eucaristía estaría privada de su plena eficacia redentora". Ambos sacramentos están íntimamente relacionados con la vida conforme al espíritu del Evangelio. La Iglesia que se prepara continuamente para la nueva venida del Señor debe de ser la Iglesia de la Eucaristía y de la penitencia. "Solo bajo ese aspecto espiritual de su vitalidad y de su actividad es la Iglesia de la misión divina".

  La vocación cristiana consiste en servir y reinar. A la luz de las enseñanzas de Cristo, solo sirviendo se puede reinar verdaderamente. Al mismo tiempo, "el servir exige tal madurez espiritual, que es preciso definirlo como un 'reinar'".

  Este servicio real impone sobre cada uno de nosotros, siguiendo el ejemplo de Cristo, "el deber exigirnos exactamente aquello a lo que hemos sido llamados". La fidelidad a la vocación es especialmente importante en las tareas que requieren un mayor compromiso y que tienen mayor influencia sobre la vida del prójimo y de la sociedad.

  Colaborando con la gracia que Cristo nos ha ganado, "podemos conseguir aquel reinar, esto es, realizar una humanidad madura en cada uno de nosotros". Ello significa el pleno uso de la libertad que nos ha dado el Creador: "Cristo nos enseña que el mejor uso de la libertad es la caridad, que se realiza en la donación y en el servicio".

  La Iglesia sirve auténticamente a la humanidad cuando tutela estas verdades con amor ferviente, y cuando las transmite y las concreta en la vida humana. De este modo, se confirma que "el hombre es y se hace siempre el 'camino' de la vida cotidiana de la Iglesia".
 
  Ante las tareas que la Iglesia tiene por delante y las dificultades que puede encontrar, se hace imprescindible una intensa oración. "Solamente la oración puede lograr que todos estas grandes tareas y dificultades no se conviertan en fuentes de crisis, sino en ocasión y fundamento de conquistas cada vez más maduras en el camino del Pueblo de Dios hacia la Tierra Prometida".
Pinchar aquí para leer el documento completo
ENC/REDEMPTOR HOMINIS/...                                                           VIS 20040309 (1700)

"APOSTOLORUM SUCCESSORES": DIRECTORIO PARA LOS OBISPOS


CIUDAD DEL VATICANO, 9 MAR 2004 (VIS).-La Congregación para los Obispos acaba de publicar "Apostolorum successores", un directorio para el ministerio pastoral de los obispos", respondiendo al deseo, manifestado durante el Sínodo de octubre de 2001 sobre el ministerio del obispo, de una versión actualizada del directorio de 1973 "Ecclesiae imago". Una nota explicativa publicada hoy aclara que "el título está en la raíz del ministerio del obispo y define perfectamente la figura y la misión de la Iglesia".

  El volumen de 300 páginas, editado en italiano y en proceso de traducción a otros idiomas, "tiene en cuenta los documentos del Concilio Vaticano II, el Código de Derecho Canónico de 1983, los diversos documentos pontificios publicados en estos años y sobre todo la exhortación apostólica 'Pastores gregis'".

  "El directorio es fundamentalmente pastoral y práctico, además de una herramienta que se propone ayudar a los obispos a desarrollar su complejo servicio eclesial respondiendo a las exigencias de la Iglesia y de la sociedad de hoy, al principio del tercer milenio, caracterizada por retos y problemas nuevos, de gran progreso a cambios repentinos. Son grandes las responsabilidades que pesan sobre los hombros de un obispo, por el bien de la diócesis y también de la sociedad. Muchos son los que se dirigen al obispo sea para la vida religiosa como en busca de guía, apoyo y consuelo en las dificultades, confiándole sus problemas y preocupaciones".

  "El obispo es un padre  que vive para sus hijos -dice la nota-, haciendo todo lo posible para formar las conciencias y fomentar el crecimiento en la fe".

  A continuación se resumen los nueve capítulos del volumen, seguidos por una conclusión y una observación sobre la "sede vacante": las causas y procedimientos que hay que seguir hasta el nombramiento del nuevo obispo.

  Del capítulo primero al tercero se analizan la identidad y la misión del obispo, su preocupación por la Iglesia universal y la colegialidad episcopal. El tercer capítulo, completamente nuevo respecto al anterior directorio, está dedicado a la espiritualidad y la formación permanente del obispo. Recuerda "su camino hacia la santidad en la caridad pastoral" y subraya las "virtudes teologales y las dotes humanas sobre las que se debe apoyar el obispo en su ministerio pastoral".

  El cuarto capítulo explica algunos principios fundamentales que deben guiar el ministerio pastoral, como el principio de la verdad, de la colaboración, del respeto de las competencias, de la persona justa en el lugar justo, de la justicia y la legalidad.

  Los capítulos quinto al séptimo tratan del ministerio del obispo en la Iglesia particular y están articulados según el triple "munus", los tres deberes del obispo: enseñar, santificar y gobernar.

  El octavo capítulo está dedicado a la parroquia y suministra orientaciones para la asistencia espiritual, el plan pastoral diocesano y la visita pastoral del obispo, así como sobre problemas particulares, por ejemplo, las cuestiones pastorales relativas a las grandes ciudades.

  También es completamente nuevo el noveno capítulo, relativo al obispo emérito de quien se enumeran los derechos y deberes respecto a la Iglesia universal y a la particular.
CE/DIRECTORIO OBISPOS/…                          VIS 20040309 (530)

GRAN POTENCIAL DE LOS MEDIOS EN PROMOCION VALORES SANOS


CIUDAD DEL VATICANO, 9 MAR 2004 (VIS).-Esta mañana en la Sala Clementina, el Santo Padre recibió a los participantes en la plenaria del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales y en las palabras que les dirigió en inglés recordó que la reunión de este año "coincide con el cuarenta aniversario del decreto del Concilio Vaticano II sobre los medios de comunicación 'Inter Mirifica', así como con el cuarenta aniversario de la fundación de vuestro dicasterio".

  "Os invito -prosiguió- a inspiraros en el documento conciliar para proseguir vuestra misión de ayuda a los que trabajan en este vasto campo y a modelar con 'espíritu humano y cristiano' los medios de comunicación". Después, citando su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones 2004 el Santo Padre afirmó: "De esta forma los medios estáran en una mejor posición para utilizar su 'inmenso potencial positivo para promover sanos valores humanos y familiares, contribuyendo así a la renovación de la sociedad'".

  "Invoco sobre vosotros y vuestro trabajo la luz y la guía del Espíritu Santo y cordialmente imparto a todos mi bendición apostólica".
AC/PLENARIA COMUNICACIONES/…                   VIS 20040309 (190)

GRAN POTENCIAL DE LOS MEDIOS EN PROMOCION VALORES SANOS


CIUDAD DEL VATICANO, 9 MAR 2004 (VIS).-Esta mañana en la Sala Clementina, el Santo Padre recibió a los participantes en la plenaria del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales y en las palabras que les dirigió en inglés recordó que la reunión de este año "coincide con el cuarenta aniversario del decreto del Concilio Vaticano II sobre los medios de comunicación 'Inter Mirifica', así como con el cuarenta aniversario de la fundación de vuestro dicasterio".

"Os invito -prosiguió- a inspiraros en el documento conciliar para proseguir vuestra misión de ayuda a los que trabajan en este vasto campo y a modelar con 'espíritu humano y cristiano' los medios de comunicación". Después, citando su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones 2004 el Santo Padre afirmó: "De esta forma los medios estáran en una mejor posición para utilizar su 'inmenso potencial positivo para promover sanos valores humanos y familiares, contribuyendo así a la renovación de la sociedad'".

"Invoco sobre vosotros y vuestro trabajo la luz y la guía del Espíritu Santo y cordialmente imparto a todos mi bendición apostólica".
AC/PLENARIA COMUNICACIONES/… VIS 20040309 (190)

"APOSTOLORUM SUCCESSORES": DIRECTORIO PARA LOS OBISPOS

CIUDAD DEL VATICANO, 9 MAR 2004 (VIS).-La Congregación para los Obispos acaba de publicar "Apostolorum successores", un directorio para el ministerio pastoral de los obispos", respondiendo al deseo, manifestado durante el Sínodo de octubre de 2001 sobre el ministerio del obispo, de una versión actualizada del directorio de 1973 "Ecclesiae imago". Una nota explicativa publicada hoy aclara que "el título está en la raíz del ministerio del obispo y define perfectamente la figura y la misión de la Iglesia".

El volumen de 300 páginas, editado en italiano y en proceso de traducción a otros idiomas, "tiene en cuenta los documentos del Concilio Vaticano II, el Código de Derecho Canónico de 1983, los diversos documentos pontificios publicados en estos años y sobre todo la exhortación apostólica 'Pastores gregis'".

"El directorio es fundamentalmente pastoral y práctico, además de una herramienta que se propone ayudar a los obispos a desarrollar su complejo servicio eclesial respondiendo a las exigencias de la Iglesia y de la sociedad de hoy, al principio del tercer milenio, caracterizada por retos y problemas nuevos, de gran progreso a cambios repentinos. Son grandes las responsabilidades que pesan sobre los hombros de un obispo, por el bien de la diócesis y también de la sociedad. Muchos son los que se dirigen al obispo sea para la vida religiosa como en busca de guía, apoyo y consuelo en las dificultades, confiándole sus problemas y preocupaciones".

"El obispo es un padre que vive para sus hijos -dice la nota-, haciendo todo lo posible para formar las conciencias y fomentar el crecimiento en la fe".

A continuación se resumen los nueve capítulos del volumen, seguidos por una conclusión y una observación sobre la "sede vacante": las causas y procedimientos que hay que seguir hasta el nombramiento del nuevo obispo.

Del capítulo primero al tercero se analizan la identidad y la misión del obispo, su preocupación por la Iglesia universal y la colegialidad episcopal. El tercer capítulo, completamente nuevo respecto al anterior directorio, está dedicado a la espiritualidad y la formación permanente del obispo. Recuerda "su camino hacia la santidad en la caridad pastoral" y subraya las "virtudes teologales y las dotes humanas sobre las que se debe apoyar el obispo en su ministerio pastoral".

El cuarto capítulo explica algunos principios fundamentales que deben guiar el ministerio pastoral, como el principio de la verdad, de la colaboración, del respeto de las competencias, de la persona justa en el lugar justo, de la justicia y la legalidad.

Los capítulos quinto al séptimo tratan del ministerio del obispo en la Iglesia particular y están articulados según el triple "munus", los tres deberes del obispo: enseñar, santificar y gobernar.

El octavo capítulo está dedicado a la parroquia y suministra orientaciones para la asistencia espiritual, el plan pastoral diocesano y la visita pastoral del obispo, así como sobre problemas particulares, por ejemplo, las cuestiones pastorales relativas a las grandes ciudades.

También es completamente nuevo el noveno capítulo, relativo al obispo emérito de quien se enumeran los derechos y deberes respecto a la Iglesia universal y a la particular.
CE/DIRECTORIO OBISPOS/… VIS 20040309 (530)

PRIMERA ENCICLICA DE JUAN PABLO II: "REDEMPTOR HOMINIS"


CIUDAD DEL VATICANO, 9 MAR 2004 (VIS).-Cinco meses después de su elección al pontificado, Juan Pablo II dirigió a todos los creyentes su primera carta encíclica "Redemptor hominis". Al cumplirse el próximo 15 de marzo el vigesimoquinto año de su publicación, ofrecemos una síntesis de este documento, en el que el nuevo Papa trazaba las líneas maestras de su pontificado: el esfuerzo por acercar a todos los hombres a Cristo, el ecumenismo, la necesidad de potenciar la dimensión moral del progreso y la defensa de los derechos humanos.

Estas tareas que debe afrontar la Iglesia para entrar en el nuevo milenio tienen su fundamento en una verdad expresada al inicio de la carta: "El Redentor del hombre, Jesucristo, es el centro del cosmos y de la historia".

La encíclica se divide en cuatro capítulos: "Herencia", "El misterio de la Redención", "El hombre redimido y su situación en el mundo contemporáneo" y "La misión de la Iglesia y la suerte del hombre". Fue firmada en Roma el 4 de marzo de 1979.

I. HERENCIA. La historia avanza hacia el final del segundo milenio, que será el año de un gran Jubileo. Esta fecha nos recordará de modo especial la verdad clave de la fe, expresada por San Juan al principio de su Evangelio: "El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros". Con este acto redentor, la historia del hombre alcanza su punto culminante: "A través de la Encarnación, Dios ha dado a la vida humana la dimensión que quería dar al hombre desde sus comienzos".

Partiendo de esta idea fundamental, Juan Pablo II desea poner en práctica las enseñanzas del Concilio Vaticano II y continuar así la obra realizada por Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo I.

Durante el "difícil período postconciliar", Pablo VI supo mostrar al mundo el auténtico rostro de la Iglesia y preservarla contra los excesos de la autocrítica. Gracias a él, "la Iglesia está ahora mucho más unida en la comunión de servicio y en la conciencia del apostolado".

El Papa Juan XXIII puso de manifiesto la necesidad de trabajar para alcanzar la unidad de los cristianos, según la voluntad que el mismo Cristo expresó en la oración del Cenáculo: "Padre, que todos sean uno". La actividad ecuménica significa "apertura, acercamiento, disponibilidad al diálogo, búsqueda común de la verdad en el pleno sentido evangélico y cristiano". Todo ello con perseverancia, humildad y valor, y sin renunciar a la verdad divina enseñada por la Iglesia.

II. EL MISTERIO DE LA REDENCION. Para aproximarse al Padre, la Iglesia debe continuar caminando hacia Cristo, Redentor del mundo, porque solo en El está la salvación. La Cruz sobre el Calvario manifiesta la eterna paternidad de Dios, que mediante Cristo se aproxima de nuevo a la humanidad, revelándonos su amor y su misericordia.

El hombre no puede vivir sin amor, ya que entonces no se comprende a sí mismo, su vida carece de sentido. Por ello, "Cristo Redentor revela plenamente el hombre al mismo hombre". La Iglesia sabe que Jesucristo ha devuelto al hombre la dignidad y el sentido de su existencia en el mundo. Su tarea fundamental, especialmente en nuestros días, es "revelar a Cristo al mundo, ayudar a todo hombre para que se encuentre a sí mismo en El". Esta misión apostólica parece encontrar en nuestra época más oposición que en las anteriores; sin embargo, es más necesaria que nunca.

III. EL HOMBRE REDIMIDO Y SU SITUACION EN EL MUNDO CONTEMPORANEO. Al seguir a Cristo, la Iglesia no puede permanecer insensible frente a lo que sirve al verdadero bien del hombre -tanto temporal como eterno-, ni ante lo que lo amenaza. Su preocupación por que la vida en el mundo sea conforme a la dignidad del hombre es la preocupación del propio Cristo, el Buen Pastor.

El hombre actual parece estar amenazado por el resultado del trabajo de sus manos y de su intelecto. Vive con miedo, temiendo que sus productos puedan convertirse en instrumentos de autodestrucción. La razón de ello es que el desarrollo de la técnica y de la civilización "exige un desarrollo proporcional de la moral y de la ética. Este último parece, por desgracia, haberse quedado atrás".

En efecto, "la situación del hombre en el mundo contemporáneo parece distante tanto de las exigencias objetivas del orden moral, como de las exigencias de la justicia o aún más del amor social". Es necesario recordar el sentido del dominio sobre la tierra que el Creador concedió al hombre como tarea. Dicho dominio consiste en la prioridad de la ética sobre la técnica, de la persona sobre las cosas, del espíritu sobre la materia.

El hombre no puede renunciar al puesto que le corresponde en el mundo, no puede convertirse en esclavo de las cosas, de los sistemas económicos, de la producción o de sus propios productos. Una civilización puramente materialista trae como consecuencia esta esclavitud.

Así, la mentalidad consumista vigente hoy en los países desarrollados ha conducido al establecimiento de estructuras económicas y políticas que dilapidan a un ritmo acelerado los recursos materiales, amenazando el medio ambiente. Al mismo tiempo, extienden incesantemente las zonas de miseria.

Para cambiar esta situación, se necesitan soluciones audaces y creativas adecuadas a la auténtica dignidad del hombre. El principio que debe guiar la búsqueda de mecanismos e instituciones eficaces es la solidaridad, especialmente en el plano de una más justa y amplia distribución de la riqueza. Pero la indispensable transformación de las estructuras económicas no será fácil "si no se realiza una auténtica conversión de la mente y el corazón".

Otro campo estrechamente relacionado con la misión de la Iglesia en el mundo es la defensa de los derechos humanos. La paz se mantiene mediante el respeto de estos derechos; la guerra surge cuando son violados.

Por eso, la Iglesia debe, junto a los hombres de buena voluntad, preguntar continuamente si se respeta la Declaración de los Derechos del hombre. Los derechos del poder, que derivan de su deber fundamental -velar por el bien común de la sociedad-, solamente se pueden entender desde la base del respeto a los derechos humanos.

Entre ellos, el derecho a la libertad religiosa y a la libertad de conciencia ocupan un lugar preeminente. No respetarlos supone cometer "una injusticia radical con respecto a lo que es (...) auténticamente humano". El respeto a estos derechos es un importante indicador del verdadero progreso del hombre en cualquier sociedad.

IV. LA MISION DE LA IGLESIA Y LA SUERTE DEL HOMBRE. La vida eterna, prometida por el Padre en Jesucristo, "es el cumplimiento final de la vocación del hombre". La Iglesia, que vive de esta realidad del hombre, debe "concentrarse y reunirse en torno al misterio de la Redención, encontrando en él la fuerza y la luz indispensables para la propia misión".

A la luz del Concilio Vaticano II, la Iglesia aparece como responsable de la correcta transmisión de la verdad divina. Por eso, debe adherirse fielmente a ella cuando profesa y enseña la fe. La responsabilidad por esta verdad significa también "amarla y buscar su comprensión más exacta, para hacerla más cercana a nosotros mismos y a los demás". En este campo, es indispensable una estrecha colaboración de los teólogos con el Magisterio. Como servidores de la verdad, "los teólogos no pueden nunca perder de vista el significado de su servicio en la Iglesia".

La responsabilidad de la Iglesia por la verdad divina ha de ser compartida por todos. Los teólogos y los hombres de ciencia creyentes están llamados hoy a "unir la fe con la ciencia y la sabiduría, para contribuir a su recíproca compenetración". Los especialistas de las diversas disciplinas, como miembros del Pueblo de Dios, participan de la misión profética de Cristo al servicio de la verdad divina.

La vida sacramental de la Iglesia y de cada cristiano alcanza su plenitud en la Eucaristía. En este sacramento se renueva continuamente, por voluntad de Cristo, el misterio del sacrificio de la Cruz, con el que nos obtuvo del Padre los dones del Espíritu Santo y de la nueva vida inmortal en la resurrección.

Al celebrar el Sacramento del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, es preciso "respetar la plena dimensión del misterio divino (...) en el cual se recibe a Cristo, realmente presente, y el alma se llena de gracias". Todos en la Iglesia, pero especialmente los obispos y los sacerdotes, deben velar para que este sacramento sea el centro de la vida del Pueblo de Dios.

La Eucaristía está estrechamente ligada a la penitencia: "Sin un constante y siempre renovado esfuerzo por la conversión, la participación en la Eucaristía estaría privada de su plena eficacia redentora". Ambos sacramentos están íntimamente relacionados con la vida conforme al espíritu del Evangelio. La Iglesia que se prepara continuamente para la nueva venida del Señor debe de ser la Iglesia de la Eucaristía y de la penitencia. "Solo bajo ese aspecto espiritual de su vitalidad y de su actividad es la Iglesia de la misión divina".

La vocación cristiana consiste en servir y reinar. A la luz de las enseñanzas de Cristo, solo sirviendo se puede reinar verdaderamente. Al mismo tiempo, "el servir exige tal madurez espiritual, que es preciso definirlo como un 'reinar'".

Este servicio real impone sobre cada uno de nosotros, siguiendo el ejemplo de Cristo, "el deber exigirnos exactamente aquello a lo que hemos sido llamados". La fidelidad a la vocación es especialmente importante en las tareas que requieren un mayor compromiso y que tienen mayor influencia sobre la vida del prójimo y de la sociedad.

Colaborando con la gracia que Cristo nos ha ganado, "podemos conseguir aquel reinar, esto es, realizar una humanidad madura en cada uno de nosotros". Ello significa el pleno uso de la libertad que nos ha dado el Creador: "Cristo nos enseña que el mejor uso de la libertad es la caridad, que se realiza en la donación y en el servicio".

La Iglesia sirve auténticamente a la humanidad cuando tutela estas verdades con amor ferviente, y cuando las transmite y las concreta en la vida humana. De este modo, se confirma que "el hombre es y se hace siempre el 'camino' de la vida cotidiana de la Iglesia".

Ante las tareas que la Iglesia tiene por delante y las dificultades que puede encontrar, se hace imprescindible una intensa oración. "Solamente la oración puede lograr que todos estas grandes tareas y dificultades no se conviertan en fuentes de crisis, sino en ocasión y fundamento de conquistas cada vez más maduras en el camino del Pueblo de Dios hacia la Tierra Prometida".
Pinchar aquí para leer el documento completo
ENC/REDEMPTOR HOMINIS/... VIS 20040309 (1700)

AUDIENCIAS


CIUDAD DEL VATICANO, 9 MAR 2004 (VIS).-El Santo Padre recibió hoy en audiencias separadas:

- Arzobispo Diego Causero, nuncio apostólico en la República Checa.

- Arzobispo Renzo Fratini, nuncio apostólico en Nigeria.

- Padre Izydor Matuszewski, prior general de los monjes de San Pablo Ermitaño.

- Arzobispo Roberto Octavio González Nieves, de San Juan de Puerto Rico (Puerto Rico).
AP/…/… VIS 20040309 (50)

OTROS ACTOS PONTIFICIOS


CIUDAD DEL VATICANO, 9 MAR 2004 (VIS).-El Santo Padre nombró:

- Obispo Robert Joseph McManus, hasta ahora auxiliar de Providence (EE.UU.), obispo de Worcester (superficie 3.966, población 762.207, católicos 390.657, sacerdotes 373, religiosos 640, diáconos permanentes 76) en Estados Unidos. Sucede al obispo Daniel Patrick Reilly, cuya renuncia al gobierno pastoral de la diócesis fue aceptada por límite de edad.

- Monseñor Robert Joseph Cunningham obispo de Ogdensburg (superficie 31.161, población 462.000, católicos 143.700, sacerdotes 143, religiosos 174, diáconos permanentes 55) en Estados Unidos. El obispo electo nació en 1943 en Buffalo (EE.UU.), fue ordenado sacerdote en 1969 y hasta ahora era administrador diocesano de Buffalo y párroco de San Luis.

- Obispo Timothy Anthony McDonnell, hasta ahora auxiliar de la archidiócesis de New York (EE.UU), obispo de Springfield in Massachusetts (superficie 7.306, población 790.000, católicos 251.311, sacerdotes 195, religiosos 619, diáconos permanentes 58) en Estados Unidos.

- Monseñor Robert W.Finn obispo coadjutor de Kansas City-Saint Joseph (superficie 39.946, población 1.394.054, católicos 151.000, sacerdotes 204, religiosos 437, diáconos permanentes 53) en Estados Unidos. El obispo electo nació en 1953 en Saint Louis (EE.UU.), fue ordenado sacerdote en 1979 y hasta ahora era director de la revista diocesana "Saint Louis Review".

- Mary Ann Glendon presidente de la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales. La nueva presidente es profesora de derecho en la Universidad de Harvard (EE.UU.).
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