Ciudad
del Vaticano, 6 de octubre 20113 (VIS).-A mediodía Francisco se
asomó a la ventana de su estudio para rezar el Ángelus con los
fieles -más de cien mil- reunidos en la Plaza de San Pedro y en la
adyacente Vía de la Conciliación.
El
Papa comenzó dando las gracias a Dios y al pueblo de Asís por la
jornada que transcurrió el pasado viernes en esa ciudad y, revelando
que era la primera vez que la visitaba, afirmó que había sido “un
gran don peregrinar allí, precisamente en la fiesta de San
Francisco”.
Después,
comentó el evangelio de hoy donde los discípulos piden a Cristo que
aumente su fe. “Me parece -dijo- que todos nosotros podemos hacer
nuestra esta invocación. También nosotros, como los Apóstoles,
digamos al Señor Jesús: “¡Auméntanos la fe!”. Sí, Señor,
nuestra fe es pequeña, débil, frágil, pero te la ofrecemos tal
cual es, para que Tú la hagas crecer”.
La
respuesta de Jesús a los discípulos es : “Si tuvierais fe como un
grano de mostaza, diríais a esta morera: arráncate y plántate en
el mar’, y os obedecería”. “El grano de mostaza es diminuto
-prosiguió el Papa-, pero Jesús dice que basta tener una fe así,
pequeña, pero verdadera, sincera, para hacer cosas humanamente
imposibles, impensables. ¡Y es verdad! Todos conocemos a personas
sencillas, humildes, pero con una fe fortísima, que verdaderamente
mueven las montañas. Pensemos por ejemplo en tantas mamás y papás,
que afrontan situaciones muy pesadas; o en algunos enfermos, incluso
gravísimos, que transmiten serenidad a quien los va a
visitar...¡Cuánta gente entre nosotros tiene esta fe fuerte,
humilde, y que hace tanto bien!”.
También
habló Francisco de las misiones, a las que está dedicado el mes de
octubre y recordó a los “tantos misioneros, hombres y mujeres, que
para llevar el Evangelio han superado obstáculos de todo tipo, han
dado verdaderamente la vida”, pero igualmente “cada uno de
nosotros en la vida de cada día, puede dar testimonio de Cristo, con
la fuerza de Dios, con la fuerza de la fe. Con la fe pequeñísima
que nosotros tenemos, pero que es fuerte”. Y esa fuerza “la
tomamos de Dios en la oración. La oración es la respiración de la
fe: en una relación de confianza, de amor, no puede faltar el
diálogo, y la oración es el diálogo del alma con Dios”.
Octubre
es además el mes del Rosario, y en este primer domingo, en Italia,
es tradición rezar la Súplica a la Virgen de Pompeya, la
Bienaventurada Virgen María del Santo Rosario. “Nos unimos
espiritualmente a este acto de confianza en nuestra Madre -agregó- y
recibimos de sus manos la corona del Rosario: ¡el Rosario es una
escuela de oración! ¡El Rosario es una escuela de fe!”.
Después
de rezar el Ángelus, el Papa se refirió a la beatificación, ayer
en Módena, de Rolando Rivi “un seminarista de aquella tierra,
Emilia, asesinado en 1945, cuando tenía 14 años, por odio a su fe,
culpable solamente de llevar la veste talar en ese período de
violencia desencadenada contra el clero, que levantaba la voz para
condenar en nombre de Dios las matanzas de la inmediata posguerra.
Pero la fe en Jesús triunfa sobre el espíritu del mundo. Demos
gracias a Dios por este joven mártir, testigo heroico del
Evangelio”.
“Quiero
recordar junto a vosotros -concluyó- a las personas que el jueves
pasado perdieron la vida en Lampedusa. Recemos todos en silencio por
estos hermanos y hermanas nuestros: mujeres, hombres, niños...
Dejemos que llore nuestro corazón. Recemos en silencio”. Y las
cien mil personas de la Plaza así lo hicieron.