Ciudad
del Vaticano, 9 de marzo 2015 (VIS).-Ayer tarde el Papa Francisco
visitó la parroquia romana de Santa María Madre del Redentor en el
barrio periférico de Tor Bella Monaca, donde fue acogido por más de
mil jóvenes. Antes de llegar a la iglesia, el Santo Padre se detuvo
en el Centro Caritas, donde las Misioneras de la Caridad prestan
asistencia a los enfermos y discapacitados, para saludarlos. ''Jesús
no nos abandona nunca -dijo- y sabe, porque lo vivió en la Cruz, que
es el dolor, la tristeza, el estar solos y tantas otras cosas... No
perdáis nunca la confianza en El''.
Después
ya en la iglesia, encontró a un grupo de niños y jóvenes y
respondió a sus preguntas. La primera, fue la de cómo puede haber
infierno si Dios perdona a todos. El Papa respondió que el infierno
era querer alejarse de Dios porque no se desea su amor. ''Pero
-añadió- si tu fueras un pecador tremendo, con todos los pecados
del mundo a cuestas, y además te condenasen a la pena de muerte y
cuando estás para morir blasfemas, insultas y todo lo demás.. Y en
ese momento, miras al Cielo y dices:¡Señor!. ¿Donde vas, al Cielo
o al infierno?¡ Al Cielo!... Va al infierno solamente el que dice a
Dios : ''No te necesito, me las arreglo solo, como hizo el diablo que
es el único del que estamos seguros que está en el infierno''.
La
segunda fue sobre cómo vivir la moral cristiana. ''La moralidad
cristiana -respondió Francisco- es una gracia, una respuesta al amor
que El es el primero en darte... Y Jesús te ayuda a salir adelante,
y si caes es el que te levanta y hace que continues. Pero si uno
piensa que la vida moral sea solamente ''hacer esto'' y ''no hacer
aquello'' … no es cristiano. Eso es una filosofía moral, pero no,
no es cristiano. Cristiano es el amor de Jesús que es el primero en
amarnos. La moralidad cristiana es ésta: ¿Has caído? Levántate
enseguida y continúa. Este es el camino. Pero siempre con Jesús.''
Por
último, antes de celebrar la misa, Francisco habló con el consejo
pastoral parroquial y sus colaboradores que le expusieron la
situación de la zona, en la que viven muchas familias marginadas, y
que no está exenta de problemas como la dependencia de las drogas o
la delincuencia. ''La gente de Tor Bella Monaca es buena gente
-subrayó Francisco- Tienen el mismo defecto que tenían Jesús,
María y José: son pobres. Con la diferencia de que José tenía
trabajo y mucha gente aquí no lo tiene, pero tiene que dar de comer
a sus hijos. Y, ¿cómo se las arregla? Ya lo sabéis... Es la bondad
puesta a dura prueba por la injusticia del desempleo o de la
discriminación. Y esto es pecado, grave. Tanta gente obligada a
hacer cosas que no están bien, quizás porque no encuentra otra
forma...porque se ve con la espalda a la pared. Pero muchas veces la
gente cuando se siente acompañada, cuando siente que la quieren, no
cae en las redes de los que explotan a los pobres. Porque los
mafiosos explotan también a la gente pobre para que hagan el trabajo
sucio y después, en el caso de que la policía lo descubra, los que
pagan son esta pobre gente y no los mafiosos que están seguros
porque se pagan hasta la seguridad. Por eso, para ayudar a la gente …
el primer mandamiento pastoral es la cercanía: estar cerca de
ellos.... No podemos ir a una casa donde hay niños enfermos o
hambrientos y decir :''Tu tienes que..”No. Tenemos que ir con la
cercanía, con esa caricia que Jesús nos enseñó... Este es el gran
consejo pastoral que os doy''.
En
la homilía pronunciada en Santa María Madre del Redentor, el Obispo
de Roma comentó el evangelio de San Juan que relata la expulsión de
los mercantes del templo, revelando que en el texto le impresionaban,
sobre todo, dos cosas: una imagen y una palabra. ''La imagen -afirmó-
es la de Jesús con el látigo en la mano que echa a todos los que se
aprovechaban del Templo para hacer negocios... Estaba lo sagrado, el
Templo y la suciedad, fuera... Y Jesús empuña el látigo y limpia
el templo''.
''Y
la frase, la palabra -continuó- es la que dcie que tanta gente creía
en El; una frase terrible: ''Pero Jesús mismo no se fiaba de ellos,
porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese
testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre''.
''No podemos engañar a Jesús: Nos conoce en profundidad... Ante El
no podemos fingir que somos unos santos y cerrar los ojos, para
después llevar una vida que no es la que El quiere...Y todos sabemos
el nombre que Jesús daba a los que tenían dos caras: hipócritas''.
''Nos
sentará bien entrar en nuestro corazón y mirar a Jesús. Decirle:
''Señor, mira, hay cosas buenas, pero también hay cosas que no lo
son. Jesús, ¿te fías de mi? Soy pecador''. Jesús no se asusta por
eso... Lo que lo aleja son las dos caras: mostrarse justo para cubrir
el pecado escondido... Cuando entramos en nuestro corazón,
encontramos tantas cosas que no están bien, como Jesús encontró en
el Templo la suciedad del comercio... Pero podemos continuar el
diálogo con Jesús: ''¿Te fías de mi?...Entonces te abro la puerta
y tú limpias mi alma''.
''Y
entonces -concluyó Francisco- pedir al Señor que, como fue a
limpiar el Templo, venga a limpiar el alma...Y nos imaginamos que
venga con un látigo de cuerdas... ¡No, no limpia el alma con ese
látigo!. ¿Sabéis cual es el látigo con que Jesús limpia nuestra
alma? La misericordia. Abrid el corazón a la misericordia de
Jesús...Y si abrimos nuestro corazón a la misericordia de Jesús,
para que limpie nuestro corazón, nuestra alma, Jesús se fiará de
nosotros''.
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