Ciudad
del Vaticano, 7 de marzo 2015 (VIS).-''La liturgia no es algo
extraño, lejano, algo que mientras se celebra yo puedo pensar en
otras cosaso rezar el rosario. No, hay una correspondencia entre la
celebración litúrgica y lo que hago en la vida''. Estas fueron las
palabras del Papa durante la homilía pronunciada esta tarde en la
parroquia romana de Todos los Santos en el 50 aniversario de la
primera misa en italiano celebrada en esa misma parroquia por el
beato Pablo VI, tras la renovación de las normas litúrgicas
establecidas por el Concilio Vaticano II.
Francisco
comentó el pasaje del evangelio de san Juan que narra la expulsión
de los mercaderes del templo mientras exclama: ''¡No convirtáis la
casa de mi Padre en un mercado''. Una expresión que no se refiere
solamente a los negocios que se llevaban a cabo en los atrios del
templo, sino que ''atañe sobre todo a un tipo de religiosidad'' y
''el gesto de Jesús es un gesto de limpieza, de purificación, y la
actitud que El condena se halla en los textos proféticos que afirman
que Dios no quiere un culto exterior hecho de sacrificios materiales
y basado en el interés personal.Su gesto es la llamada a un culto
auténtico, a la correspondencia entre liturgia y vida... De ahí que
la Iglesia nos llame a promover una vida liturgica auténtica para
que haya sintonía entre lo que la liturgia celebra y lo que vivimos
en nuestra existencia''.
El
discípulo de Jesús ''no va a la Iglesia sólo para observar un
precepto, para cumplir con un Dios que no le debe molestar
demasiado''. El discípulo de Jesús va la Iglesia ''para encontrar
al Señor y hallar en su gracia, que actúa en los sacramentos, la
fuerza de pensar y obrar según el Evangelio. Por eso no nos
engañemos entrando en la casa del Señor y pensando en ''tapar'' con
oraciones y prácticas de devoción comportamientos contrarios a las
exigencias de la justicia, de la honradez o de la caridad hacia el
prójimo. No podemos sustituir con ''homenajes religiosos'' lo que al
prójimo se le debe, aplazando una conversión verdadera. El culto,
las celebraciones litúrgicas, son el ámbito privilegiado para
escuchar la voz del Señor que nos guía por el camino de la rectitud
y la perfección cristiana''.
De
lo que se trata es de ''cumplir un itinerario de conversión y de
penitencia para quitar de nuestra vida las escorias del pecado, como
hizo Jesús, limpiando el templo de intereses mezquinos. Y la
Cuaresma es el tiempo favorable para ello, es el tiempo de la
renovación interior, del perdón de los pecados, el tiempo en que
estamos llamados a redescubrir el Sacramento de la Penitencia y de la
Reconciliación que nos hace pasar de las tinieblas del pecado a la
luz de la gracia y de la amistad con Jesús''.
''Precisamente
aquí, hace cincuenta años -recordó- el beato Pablo VI inauguró,
en cierto sentido, la reforma litúrgica con la celebración de la
misa hablada en la lengua de la gente.Os deseo que esta circunstancia
reavive en todos el amor por la casa de Dios''.
Al
final de la misa y mientras salía de la iglesia, el Papa saludó a
los numerosos fieles que lo esperaban. ''Gracias, muchas gracias
-dijo-por vuestra acogida, vuestras oraciones conmigo en la misa y
demos las gracias al Señor por lo que ha hecho en su Iglesia en
estos cincuenta años de reforma litúrgica. Fue un gesto valiente de
la Iglesia el acercarse al Pueblo de Dios para que entendiese lo que
hace, es importante para nosotros poder seguir la misa así. Y no se
puede retroceder, hay que ir siempre adelante y el que retrocede se
equivoca. Siempre adelante por este camino''.
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