Ciudad
del Vaticano, 8 abril 2015 (VIS).- El Santo Padre ha reanudado la
celebración de la Audiencia General de los miércoles en la Plaza de
San Pedro. Continuando el ciclo de catequesis dedicado a la familia,
hoy ha completado la reflexión sobre los niños, ''el fruto más
bonito de la bendición que el Creador ha dado al hombre y a la
mujer'', y se ha centrado en las ''historias de pasión'' que por
desgracia viven muchos de ellos. ''Muchos niños -ha dicho- desde el
principio son rechazados, abandonados, despojados de su infancia y su
futuro. Hay quien se atreve a decir, casi en tono de disculpa, que
traerlos al mundo fue un error. ¡Esto es vergonzoso! ¡No
descarguemos en los niños nuestros pecados, por favor! ¡Los niños
nunca son "un error"!''
''Los
que tienen la tarea de gobernar, educar, incluso yo diría que todos
los adultos, -ha continuado- somos responsables de los niños y de
hacer todo lo posible para cambiar esta situación. Me refiero a la
pasión de los niños. Cada niño marginado, abandonado, que vive en
las calles mendigando, con todo tipo de trucos, sin escuela, sin
atención médica, es un grito que se eleva a Dios y que acusa al
sistema que hemos construido... Pero ninguno de estos niños es
olvidado por el Padre que está en los cielos. Ninguna de sus
lágrimas es en vano. Cómo tampoco debemos olvidar nuestra
responsabilidad, la responsabilidad social de las personas y de los
países''.
Francisco
ha recordado cómo Jesús pidió a los apóstoles que dejaran a los
niños acercarse a Él, y ha destacado que ''gracias a Dios, los
niños con graves dificultades tienen a menudo padres
extraordinarios, listos para sacrificarse y ser generosos en todo
momento. Pero a estos padres -ha añadido- no hay que dejarlos solos.
Debemos acompañarlos en su esfuerzo, y también ofrecerles momentos
de alegría compartida y alegría despreocupada, para que no sólo
estén sumidos en la rutina terapéutica''. El Papa ha mencionado
también cómo a menudo los niños sufren los efectos de vidas
desgastadas por trabajos precarios y mal pagados, por horarios
insostenibles, uniones inmaduras y separaciones irresponsables. ''A
menudo sufren violencias que no son capaces de superar, y ante los
ojos de los adultos se ven obligados a acostumbrarse a la
degradación''.
''Con
los niños no se bromea'' -ha remarcado el Pontífice diciendo que
tanto ahora como en el pasado, la Iglesia ofrece su maternidad al
servicio de los niños y de las familias, defendiendo siempre sus
derechos. ''Sería muy bonito -ha continuado- tener una sociedad que
cuando se trata de los niños, tuviera claro que ningún sacrificio
de los adultos es demasiado grande al fin de evitar que cualquier
pequeño piense que ha sido un error, que no valen nada o que se
sienta abandonado por la prepotencia de los mayores''...''El Señor
-finalizó- juzga nuestra vida escuchando aquello que le cuentan los
ángeles de los niños. Preguntémonos siempre ¿qué le contarán a
Dios de nosotros estos ángeles de los niños?''.
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