Ciudad
del Vaticano, 5 abril 2015 (VIS).- A las 10.15 horas de hoy, domingo
de Pascua, el Santo Padre Francisco celebró en la Plaza de San Pedro
-adornada con 40.000 plantas y flores (tulipanes, narcisos,
jacintos), sobre todo con los colores del Vaticano, blanco y
amarillo, regalo de los floristas holandeses- la solemne Misa de la
Resurrección del Señor. En la celebración, que comenzó con el
ritual del "Resurrexit" -la apertura de un icono del
Resucitado, situado junto al altar papal- participaron, a pesar del
frío y la lluvia, más de 50.000 fieles de todo el mundo, a los que
Francisco agradeció su presencia.
El
Papa no pronunció ninguna homilía, ya que después de la misa, a
las 12, leyó el mensaje de Pascua y dió la bendición "Urbi et
Orbi" desde el balcón central de la basílica vaticana. El
Santo Padre se dirigió a los fieles reunidos en la plaza de San
Pedro y a todos los que seguían el acto por la radio y la
televisión, y pronunció el pregón pascual en el que pidió que el
mundo no se someta a los traficantes de armas y recordó las
tragedias de Yemen, Libia, Siria e Iraq, la persecución de los
cristianos en esos y otros países, los conflictos en Tierra Santa y
la guerra en Ucrania. También imploró por la paz en Nigeria, Sudán
del Sur, y la República del Congo y no olvidó a los pobres, los
presos y los emigrantes, tan a menudo despreciados y rechazados.
Después impartió la bendición "Urbi et Orbi", a la Urbe
y al Orbe.
''Queridos
hermanos y hermanas: ¡Feliz Pascua!,¡Jesucristo ha resucitado!
-exclamó el Santo Padre- El amor ha derrotado al odio, la vida ha
vencido a la muerte, la luz ha disipado la oscuridad. Jesucristo, por
amor a nosotros, se despojó de su gloria divina; se vació de sí
mismo, asumió la forma de siervo y se humilló hasta la muerte, y
muerte de cruz. Por esto Dios lo ha exaltado y le ha hecho Señor del
universo. Jesús es el Señor. Con su muerte y resurrección, Jesús
muestra a todos la vía de la vida y la felicidad: esta vía es la
humildad, que comporta la humillación. Este es el camino que conduce
a la gloria. Sólo quien se humilla puede ir hacia los ''bienes de
allá arriba'', a Dios . El orgulloso mira ''desde arriba hacia
abajo'', el humilde, ''desde abajo hacia arriba''.
La
mañana de Pascua, Pedro y Juan, advertidos por las mujeres,
corrieron al sepulcro y lo encontraron abierto y vacío. Entonces, se
acercaron y se ''inclinaron'' para entrar en la tumba. Para entrar en
el misterio hay que ''inclinarse'', abajarse. Sólo quien se abaja
comprende la glorificación de Jesús y puede seguirlo en su camino.
El mundo propone imponerse a toda costa, competir, hacerse valer...
Pero los cristianos, por la gracia de Cristo muerto y resucitado, son
los brotes de otra humanidad, en la cual tratamos de vivir al
servicio de los demás, de no ser altivos, sino disponibles y
respetuosos. Esto no es debilidad, sino auténtica fuerza. Quién
lleva en sí el poder de Dios, de su amor y su justicia, no necesita
usar violencia, sino que habla y actúa con la fuerza de la verdad,
de la belleza y del amor.
Imploremos
hoy al Señor resucitado la gracia de no ceder al orgullo que fomenta
la violencia y las guerras, sino que tengamos el valor humilde del
perdón y de la paz. Pedimos a Jesús victorioso que alivie el
sufrimiento de tantos hermanos nuestros perseguidos a causa de su
nombre, así como de todos los que padecen injustamente las
consecuencias de los conflictos y las violencias que se están
produciendo, y que son tantas. Roguemos ante todo por la amada Siria
e Irak, para que cese el fragor de las armas y se restablezca una
buena convivencia entre los diferentes grupos que conforman estos
amados países. Que la comunidad internacional no permanezca inerte
ante la inmensa tragedia humanitaria dentro de estos países y el
drama de tantos refugiados.
Imploremos
la paz para todos los habitantes de Tierra Santa. Que crezca entre
israelíes y palestinos la cultura del encuentro y se reanude el
proceso de paz, para poner fin a años de sufrimientos y divisiones.
Pidamos
la paz para Libia, para que se acabe con el absurdo derramamiento de
sangre por el que está pasando, así como toda bárbara violencia, y
para que cuantos se preocupan por el destino del país se esfuercen
en favorecer la reconciliación y edificar una sociedad fraterna que
respete la dignidad de la persona. Y esperemos que también en Yemen
prevalezca una voluntad común de pacificación, por el bien de toda
la población. Al mismo tiempo, encomendemos con esperanza al Señor,
que es tan misericordioso, el acuerdo alcanzado en estos días en
Lausana, para que sea un paso definitivo hacia un mundo más seguro y
fraterno. Supliquemos al Señor resucitado el don de la paz en
Nigeria, Sudán del Sur y diversas regiones del Sudán y la República
Democrática del Congo. Que todas las personas de buena voluntad
eleven una oración incesante por aquellos que perdieron su vida -y
pienso muy especialmente en los jóvenes asesinados el pasado jueves
en la Universidad de Garissa, en Kenia-, los que han sido
secuestrados, los que han tenido que abandonar sus hogares y sus
seres queridos.
Que
la resurrección del Señor haga llegar la luz a la amada Ucrania,
especialmente a los que han sufrido la violencia del conflicto de los
últimos meses. Que el país reencuentre la paz y la esperanza
gracias al compromiso de todas las partes implicadas. Pidamos paz y
libertad para tantos hombres y mujeres sometidos a nuevas y antiguas
formas de esclavitud por parte de personas y organizaciones
criminales. Paz y libertad para las víctimas de los traficantes de
droga, muchas veces aliados con los poderes que deberían defender la
paz y la armonía en la familia humana. E imploremos la paz para este
mundo sometido a los traficantes de armas, que se enriquecen con la
sangre de hombres y mujeres.
Y
que a los marginados, los presos, los pobres y los emigrantes, tan a
menudo rechazados, maltratados y desechados; a los enfermos y los que
sufren; a los niños, especialmente aquellos sometidos a la
violencia; a cuantos hoy están de luto; y a todos los hombres y
mujeres de buena voluntad, llegue la voz consoladora y curativa del
Señor Jesús: ''Paz a vosotros''. ''No temáis, he resucitado y
siempre estaré con vosotros''.
No hay comentarios:
Publicar un comentario