Ciudad
del Vaticano, 8 de diciembre 2013 (VIS).-En el día de la Inmaculada
Concepción, el Papa se ha asomado a mediodía a la ventana de su
estudio para rezar el Ángelus con miles de personas acudidas a la
Plaza de San Pedro y ha pedido a todos que invocasen con el a María
repitiendo “Llena de gracia”, como Dios la contemplo en su diseño
de amor “bella y llena de gracia”.
“¡Es
bella nuestra madre! - ha proseguido- María nos sostiene en nuestro
camino hacia la Navidad, porque nos enseña cómo vivir este tiempo
de Adviento en espera del Señor. ... que nos visitará a todos en la
fiesta, pero también a cada uno en nuestro corazón”.
Después
ha recordado el Evangelio de san Lucas que presenta a María, como
una muchacha de la aldea de Nazaret, en Galilea, que era la
periferia del impero romano y también de Israel . Y sin embargo
“sobre esa joven de una aldea lejana, se posó la mirada del
Señor, que la eligió para ser la madre de su Hijo. En vista de esta
maternidad, María fue preservada del pecado original, o sea de la
fractura en la comunión con Dios, con los demás y con la creación,
que hiere profundamente a todo ser humano. Pero esta fractura fue
sanada anticipadamente en la Madre de Aquel que vino a liberarnos de
la esclavitud del pecado. La Inmaculada está grabada en el diseño
de Dios; es fruto del amor de Dios que salva al mundo”.
“Y
la Virgen jamás se alejó de aquel amor. Toda su vida, todo su ser
es un “si” a ese amor, es un si a Dios. ¡Pero ciertamente no fue
fácil para ella! Cuando el Ángel la llama "llena de gracia",
se queda "muy turbada", porque en su humildad se siente
nada ante Dios”, pero “escucha, obedece interiormente y responde:
"He aquí la esclava del Señor, hágase en mi según tu
palabra”
“El
misterio de esta muchacha de Nazaret, que está en el corazón de
Dios, no nos es extraño -ha subrayado el Obispo de Roma- Ella no
está allá y nosotros aquí. No, estamos unidos. ¡Dios posa su
mirada de amor sobre cada hombre y cada mujer! Con nombre y apellido.
Su mirada de amor está sobre cada uno de nosotros. El apóstol Pablo
afirma que Dios "nos ha elegido en El, antes de la creación del
mundo, para que fuéramos santos e irreprochables" . También
nosotros, desde siempre, hemos sido elegidos por Dios para vivir una
vida santa, libre del pecado”.
“En
esta fiesta, pues, contemplando a nuestra Madre Inmaculada y bella
-ha concluido Francisco- reconozcamos también nuestro destino
verdadero, nuestra vocación más profunda: ser amados, ser
transformados por el amor. Ser transformados por la belleza de Dios”.
Tras
la oración mariana, el Papa ha saludado a la Iglesia que vive en
América del Norte, que hoy recuerda la fundación de su primera
parroquia, hace 350 años: Notre-Dame de Québec. “Demos gracias
por el camino recorrido desde entonces, especialmente por los santos
y los mártires que han fecundado aquellas tierras. Bendigo de
corazón a todos los fieles que celebran este jubileo”.
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