Ciudad
del Vaticano, 11 de abril 2015 (Vis).–El Papa Francisco ha enviado
un mensaje a Juan Carlos Varela Rodríguez, Presidente de Panamá,
país anfitrión de la VII Cumbre de las Américas, dedicada esta vez
al tema ''Prosperidad con equidad: el desafío de la cooperación en
las Américas''. El Santo Padre que se siente ''en sintonía'' con el
tema elegido, afirma estar convencido de que ''la inequidad, la
injusta distribución de las riquezas y de los recursos, es fuente de
conflictos y de violencia entre los pueblos, porque supone que el
progreso de unos se construye sobre el necesario sacrificio de otros
y que, para poder vivir dignamente, hay que luchar contra los
demás''.
''El
bienestar así logrado -escribe- es injusto en su raíz y atenta
contra la dignidad de las personas. Hay ''bienes básicos'', como la
tierra, el trabajo y la casa, y ''servicios públicos'', como la
salud, la educación, la seguridad, el medio ambiente…, de los que
ningún ser humano debería quedar excluido. Este deseo –que todos
compartimos–, desgraciadamente aún está lejos de la realidad....
El gran reto de nuestro mundo es la globalización de la solidaridad
y la fraternidad en lugar de la globalización de la discriminación
y la indiferencia y, mientras no se logre una distribución
equitativa de la riqueza, no se resolverán los males de nuestra
sociedad ''.
Francisco
constata que si es cierto que muchos países han experimentado un
fuerte desarrollo económico en los últimos años, ''no es menos
cierto que otros siguen postrados en la pobreza. Además, en las
economías emergentes, gran parte de la población no se ha
beneficiado del progreso económico general, sino que frecuentemente
se ha abierto una brecha mayor entre ricos y pobres''. ''La teoría
del ''goteo'' o ''derrame'' -anota- se ha revelado falaz: no es
suficiente esperar que los pobres recojan las migajas que caen de la
mesa de los ricos. Son necesarias acciones directas en pro de los más
desfavorecidos, cuya atención, como la de los más pequeños en el
seno de una familia, debería ser prioritaria para los gobernantes''.
También
llama la atención de los participantes en la Cumbre sobre el
problema de la inmigración. ''La inmensa disparidad de oportunidades
entre unos países y otros -constata- hace que muchas personas se
vean obligadas a abandonar su tierra y su familia, convirtiéndose en
fácil presa del tráfico de personas y del trabajo esclavo, sin
derechos, ni acceso a la justicia… En ocasiones, la falta de
cooperación entre los Estados deja a muchas personas fuera de la
legalidad y sin posibilidad de hacer valer sus derechos, obligándoles
a situarse entre los que se aprovechan de los demás o a resignarse a
ser víctimas de los abusos. Son situaciones en las que no basta
salvaguardar la ley para defender los derechos básicos de la
persona, en las que la norma, sin piedad y misericordia, no responde
a la justicia. A veces, incluso dentro de cada país, se dan
diferencias escandalosas y ofensivas, especialmente en las
poblaciones indígenas, en las zonas rurales o en los suburbios de
las grandes ciudades. Sin una auténtica defensa de estas personas
contra el racismo, la xenofobia y la intolerancia, el Estado de
derecho perdería su legitimidad''.
''Los
esfuerzos por tender puentes, canales de comunicación, tejer
relaciones, buscar el entendimiento nunca son vanos. La situación
geográfica de Panamá, en el centro del continente Americano, que la
convierte en un punto de encuentro del norte y el sur, de los Océanos
Pacífico y Atlántico, es seguramente una llamada, pro mundi
beneficio, a generar un nuevo orden de paz y de justicia y a promover
la solidaridad y la colaboración respetando la justa autonomía de
cada nación'', señala el Pontífice que concluye manifestando el
deseo de que la Iglesia ''sea también instrumento de paz y
reconciliación entre los pueblos''.
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