Ciudad
del Vaticano, 11 de abril 2015 (Vis).–''Vivir en Cristo según la
forma de vida del Evangelio'' ha sido el tema del congreso
internacional para los formadores a la vida consagrada, celebrado en
Roma del 7 al 11 de abril. Sus participantes, alrededor de 1.400,
fueron recibidos esta mañana en audiencia por el Papa Francisco que,
notando cuántos eran exclamó: ''Al veros tan numerosos no se diría
que hay una crisis vocacional'' y resaltó a continuación la belleza
y la importancia de la vida consagrada para el mundo y para la
Iglesia.
No
obstante, Francisco, señaló que la disminución cuantitativa en el
número de vocaciones es innegable, y esto hace que sea aún más
urgente la tarea de formación, manifestando además su convicción
de que ''no hay crisis de vocaciones donde hay consagrados capaces de
transmitir, a través de su propio testimonio, la belleza de la
consagración. Y el testimonio es
fecundo, si no hay testimonio, si no hay coherencia, no habrá
vocaciones''. ''No seáis sólo maestros, sino sobre todo testigos
del seguir a Cristo en el carisma propio -añadió- porque la
misión y la tarea de los formadores es ''plasmar realmente en el
corazón de los jóvenes el corazón de Jesús para que tengan sus
mismos sentimientos''.
''En estos días de la Resurrección,
la palabra que cuando rezaba resonaba más a menudo era ''Galilea'',
allí ''donde todo empezó'', como dice San Pedro en su primer
discurso -dijo el Papa a los formadores- Lo que sucedió en Jerusalén
comenzó en Galilea. Y también nuestra vida comenzó en una
Galilea...Cada uno de nosotros ha tenido la experiencia del …
encuentro con el Señor, ese encuentro que no se olvida, pero que
tantas veces acaba cubierto por las cosas, por el trabajo, por las
inquietudes y también por los pecados y la mundanidad. Para dar
testimonio es necesario ir a menudo en peregrinación a la Galilea
propia, retomar el estupor, la memoria de aquel encuentro para
recomenzar desde allí. Porque si no se sigue este camino de la
memoria corremos el peligro de quedarnos allí donde estamos y,
también el de no saber porque estamos allí ''.
''La
vida consagrada es hermosa -subrayó- es uno de los más preciados
tesoros de la Iglesia, está arraigada en la vocación bautismal.
Por eso es hermoso ser formadores, ya que es un privilegio
participar en la obra del Padre, que forma el corazón del Hijo en
aquellos a quien llama el Espíritu. A veces se puede sentir
este servicio como una carga que nos sustrajera a algo más
importante. Pero esto es un engaño, una tentación. Es importante la
misión, pero es igualmente importante formar a la misión, a la
pasión del anuncio, del ir a todas partes, a cada periferia, para
contar a todos el amor de Jesucristo, especialmente a los alejados,
decírselo a los jóvenes y a los pobres, y dejarse también
evangelizar por ellos. Todo esto requiere una base sólida, una
estructura cristiana de la personalidad que hoy las mismas familias
rara vez pueden dar. Y esto aumenta vuestra responsabilidad''.
''No
es cierto que los jóvenes de hoy sean mediocres o poco generosos
-prosiguió- pero tienen necesidad de experimentar que "es más
bienaventurado el que da que el que recibe'', que hay una gran
libertad en una vida obediente, gran fecundidad en un corazón
virgen, gran riqueza en no poseer nada. De ahí la necesidad de estar
amorosamente atentos a la trayectoria de cada uno y de ser
evangélicamente exigentes en todas las etapas del camino de
formación, empezando por el discernimiento vocacional, para que la
eventual crisis de cantidad no se traduzca en la mucho más grave
crisis de calidad. Y este es el
peligro. El discernimiento vocacional es importante: … todos los
que conocen la personalidad humana -psicólogos, padres o madres
espirituales- nos dicen que los jóvenes que inconscientemente
sienten que tienen...algún problema de desequilibrio o desviación,
buscan también, insconcientemente, estructuras fuertes que los
protejan, para protegerse a sí mismos. Y aquí está el
discernimiento: en saber decir que no. Pero sin echarlos: no, eso no.
''Yo te acompaño: ve, ve''... Y como se acompaña en la vida la
entrada, hay que acompañar también la salida, para que él o ella
encuentren el camino de la vida, con la ayuda necesaria''.
''La
formación inicial, ese discernimiento, es sólo el primer
paso de un proceso destinado a durar toda la vida, y el joven debe
ser formado en la libertad humilde e inteligente de dejarse educar
por Dios Padre todos los días de la vida, en todas las edades, en la
misión como en la fraternidad, en la acción como en la
contemplación''.
''En
esta misión -concluyó el Papa- no deben escatimarse ni tiempo ni
energías. Y no os desaniméis cuando los resultados no coincidan con
las expectativas. Es
doloroso, cuando después de tres o cuatro años, viene un chico o
una chica diciendo: ''No puedo. He encontrado otro amor que no va
contra Dios, pero no puedo, me voy''. Es muy duro. Pero es también
vuestro martirio. Y los fracasos, estos fracasos desde el punto de
vista del formador, pueden favorecer el camino de vuestra
formación continua. Y si a veces sentís que vuestro trabajo no se
aprecia lo suficiente, sabed que Jesús os sigue con amor, y que
toda la Iglesia está agradecida a vosotros''.
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