CIUDAD DEL VATICANO, 29 ENE 2003 (VIS) - En la audiencia semanal de los miércoles, celebrada en el Aula Pablo VI, y a la que asistieron varios miles de peregrinos, Juan Pablo II dedicó su catequesis al c ntico "Señor, dame sabiduría", que se encuentra en el capítulo cuarto del Libro de la Sabiduría de Salomón. Salomón, dijo el Papa, "en la tradición bíblica está considerado como el rey justo y sabio por excelencia".
El Libro de la Sabiduría, explicó Juan Pablo II, "está compuesto en griego, quizás en Alejandría de Egipto en los umbrales de la era cristiana (...) Tres son sustancialmente los senderos de reflexión teológica que nos propone: la inmortalidad bendita, como puerto final de la existencia del justo; la sabiduría como don divino, guía de la vida y elección del fiel; la historia de la salvación, sobre todo el acontecimiento fundamental del éxodo de la opresión egipcia, como signo de esa lucha entre bien y mal, que desemboca en la salvación plena y en la redención".
El rey Salomón, dijo el Papa, "en un sueño revelador respondió así a la petición de Dios que le invitaba a pedirle un don: 'Concede, pues, a tu siervo un corazón que entienda para juzgar a tu pueblo, para discernir entre el bien y el mal'".
Y, como vemos en el c ntico de hoy, prosiguió el Santo Padre, el rey Salomón imploró: "'Dame la Sabiduría (...) Envíala de los cielos santos, m ndala de tu trono de gloria'". "Esta sabiduría agregó- no se puede adquirir solo mediante el conocimiento, el talento o la destreza; es más bien compartir el pensamiento de Dios. De hecho, el rey Salomón, pide al Señor que le conceda el don de la sabiduría para que pueda saber así que es lo que agrada a Dios".
"Sin esta sabiduría, -subrayó Juan Pablo II- no llegamos a nada. Pero mediante ella nos sentimos guiados a la santidad y a la justicia. Nos permite comprender la historia, ayud ndonos a ir más allá de las apariencias y a apreciar el significado más profundo de la vida. Con Salomón, pidamos al Señor el don de su sabiduría, para iluminar nuestros corazones y nuestros pensamientos en las formas que sean agradables para él".
Miremos a la sabiduría como hizo Salomón, concluyó el Papa: "Yo la amé y la pretendí desde mi juventud; me esforcé por hacerla esposa mía y llegué a ser un enamorado de su belleza'".
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