Ciudad
del Vaticano, 7 de febrero 2015 (VIS).-El Papa Francisco envío el
sábado por la tarde un mensaje en vídeo a los 500 representantes
nacionales e internacionales reunidos en Milán, sede de la EXPO
2015, para abordar el tema ''Las ideas de la EXPO 2015- Hacia la
carta de Milán''.
En
el vídeo el Papa menciona su intervención el pasado mes de
noviembre en la Conferencia sobre la Nutrición organizada por la
FAO en Roma, cuando afirmó que ''el interés por la producción, la
disponibilidad de alimentos y el acceso a ellos, el cambio climático,
el comercio agrícola, deben ciertamente inspirar las reglas y las
medidas técnicas, pero la primera preocupación debe ser la persona
misma, aquellos que carecen del alimento diario y han dejado de
pensar en la vida, en las relaciones familiares y sociales, y luchan
sólo por la supervivencia''.
''En
efecto, hoy, a pesar de la multiplicación de las organizaciones y de
las diferentes intervenciones de la comunidad internacional sobre la
nutrición vivimos lo que el santo Papa Juan Pablo II indicaba como
''paradoja de la abundancia'': hay comida para todos, pero no todos
pueden comer, mientras que el derroche, el descarte, el consumo
excesivo y el uso de alimentos para otros fines, están ante nuestros
ojos. Esta es la paradoja. Por desgracia, esta ''paradoja'' sigue
siendo actual. Hay pocos temas sobre los que se esgrimen tantos
sofismas como los que se dicen sobre el hambre; pocos asuntos tan
susceptibles de ser manipulados por los datos, las estadísticas, las
exigencias de seguridad nacional, la corrupción o un reclamo
lastimero a la crisis económica''.
Y
para superar la tentación de los sofismas, ''ese nominalismo del
pensamiento que va lejos, lejos, pero que no toca nunca la
realidad''`, el Papa sugiere tres actitudes concretas: Pasar de las
urgencias a las prioridades, ser testigos de la caridad y ser tutores
pero no padrones de la tierra.
''Tened
una mirada y un corazón que no estén orientados a un pragmatismo de
la emergencia - que se revela como una propuesta siempre provisional-
sino una orientación decidida a resolver las causas estructurales
de la pobreza. Recordemos que la raíz de todos los males es la
inequidad'', dice Francisco , repitiendo a los representantes de la
EXPO cuanto afirmó en su exhortación apostólica ''Evangelii
gaudium'': ''No a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa
economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un
anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos
puntos en la bolsa''. ¡Cuidado!: Ya no se trata sólo de la lógica
de la explotación, sino a la del descarte. De hecho, "los
excluidos no son sólo explotados, sino ''desechos'', ''sobrantes".
''Si
realmente queremos resolver los problemas y no perdernos en los
sofismas, hay que resolver la raíz de todos los males que es la
inequidad. Para ello hay que tomar algunas decisiones: renunciar a
la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación
financiera y actuar en primer lugar sobre las causas estructurales de
la inequidad''.
"La
política, tan denostada -señala el Papa, explicando la segunda
actitud -es una vocación de altura, es una de las formas más
valiosas de la caridad, porque busca el bien común...¿Dónde debe,
pues, iniciar una política económica sólida?... ¿Cuáles son los
pilares de los llamados a administrar lo público? La respuesta es
precisa : la dignidad de la persona humana y el bien común.
Desafortunadamente, sin embargo, estos dos pilares, que deberían
estructurar toda política económica, a veces parecen sólo
apéndices agregados desde fuera para completar un discurso político
sin perspectivas ni programas de verdadero desarrollo integral. Por
favor, sed valientes y no tengáis miedo de interpelaros en los
proyectos políticos y económicos por un sentido más amplio de la
vida porque os permite servir verdaderamente al bien común, y os
dará fuerzas par multiplicar y volver más accesibles para todos
los bienes de este mundo''.
Para
el tercer punto, el Papa volvió a citar la frase que escuchó hace
años de un anciano campesino ''Dios siempre perdona, los hombres
perdonamos a veces, la tierra no perdona nunca''. Y exhortó a
custodiar a ''la hermana tierra, a la madre tierra para que no
responda con la destrucción''. ''Frente a los bienes de la tierra
-prosiguió- estamos llamados a "no perder nunca de vista ni el
origen, ni el propósito de tales bienes, a fin de lograr un mundo
justo", como dice la Doctrina Social de la Iglesia. Se nos ha
confíado la tierra para que sea una madre para nosotros, capaz de
dar a cada uno lo necesario para vivir... La tierra no es una
herencia que hemos recibido de nuestro padres, sino un préstamo que
nos hacen nuestros hijos para que la conservamos, la hagamos
prosperar y se la devolvamos''.
''La
actitud de la custodia no atañe exclusivamente a los cristianos,
concierne a todos -concluye - A vosotros confío lo que dije durante
el comienzo de la misa de mi ministerio como Obispo de Roma: "Me
gustaría pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de
responsabilidad en los ámbitos económico, político o social, a
todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos custodios de la
creación, del plan de Dios inscrito en la naturaleza, custodios del
otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y
muerte acompañen el camino de este mundo! Pero para ser custodios,
tenemos tambien que cuidar de nosotros .. No hay que tener miedo de
la bondad, incluso de la ternura. "Custodiar la tierra no sólo
con bondad, sino también con ternura''.
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