Ciudad
del Vaticano, 29 de octubre de 2012 (VIS).-El cardenal Antonio Maria
Vegliò, Presidente del Pontificio Consejo de la Pastoral para los
Emigrantes e Itinerantes y el arzobispo Joseph Kalathiparambil,
secretario del mismo dicasterio han presentado esta mañana en la
Oficina de Prensa de la Santa Sede el Mensaje del Papa para la XCIX
Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado (13 de enero de 2013)
cuyo tema este año es “Migraciones: peregrinación de fe y
esperanza”.
“Hoy
el fenómeno migratorio impresiona por el gran número de personas
involucradas en él -dijo el cardenal- .Basta dar una ojeada, por
ejemplo, al Informe Mundial de 2011 sobre las Migraciones de la
Organización Internacional para las Migraciones (OIM) que estima los
emigrantes internacionales en 214 millones (un 3% de la población
mundial). A ellos hay que añadir los desplazados internos que en
2010 eran unos 740 millones. Sumando unos y otros se llega a casi mil
millones de seres humanos, es decir, un séptimo de la población
mundial que experimenta hoy las suertes de la migración”.
“Los
emigrantes en su peregrinación existencial hacia un futuro mejor,
llevan consigo sentimientos de fe y esperanza, aunque no se den
cuenta todavía de lo que buscan exactamente. Decir que intentan solo
mejorar su situación económica o social, significaría simplificar
demasiado la realidad(...) Es verdad que no todos los emigrantes
-aunque tengan una confianza profunda en que Dios estará a su lado-
consideran su viaje como un ir hacia Dios y, por tanto, como un
movimiento animado por la fe. No obstante, de alguna manera, es
precisamente en las personas que no conocen aún donde pueden
descubrir a Dios mismo que tiende las manos hacia ellos; sobre todo
en los países de antigua tradición cristiana, donde pueden
experimentar la genuina bondad de muchas realidades eclesiales que
los acogen y ayudan”.
“Efectivamente
aquí, en el vasto contexto de las migraciones de múltiples
pertenencias -subrayó el purpurado- también la Iglesia está
llamada a desempeñar sin distinciones su solicitud materna. En su
Mensaje, el Santo Padre revela dos canales de actividad, que no son
paralelos, pero sí complementarios: por una parte, el más tangible
y, podríamos decir, el más notado en ámbito mediático, que se
concreta en las 'intervenciones de socorro para resolver las
numerosas emergencias' (...) Esta atención es la más inmediata(...)
y exige una respuesta rápida. (...) La segunda directriz es más
laboriosa y menos mediática, porque requiere, a menudo, un cambio de
mentalidad : (...) favorecer y acompañar la inserción integral de
los emigrantes en su nuevo contexto sociocultural”.
El
cardenal recordó que el Mensaje para esta Jornada Mundial se
presenta a breve distancia del viaje del Papa a Líbano, “de forma
muy concreta, nuestra mirada puede dirigirse particularmente a los
países de Oriente Medio, donde la presencia de emigrantes
cristianos, entre creyentes de otras religiones, tiene un papel
significativo en la creación de la identidad tan especial de esa
región. (...) Pero este hecho no se limita a Oriente Medio, atañe
al mundo entero. El fenómeno migratorio obliga a la confrontación
con diferentes estilos de vida y culturas diversas, estimulando la
construcción de nuevas relaciones”.
“La
Iglesia -concluyó-juega un papel importante en el proceso de
integración, al que responde haciendo énfasis en la dignidad de la
persona y la recomendación de tutelar a las minorías valorizando su
cultura; en la aportación de las migraciones a la pacificación
universal; en la dimensión eclesial y misionera del fenómeno
migratorio; en la importancia del diálogo y de la confrontación
dentro de la sociedad civil, de la comunidad eclesial y entre las
diversas confesiones y religiones. Por otra parte, en sus
intervenciones sobre la problemática humana, social y religiosa de
la emigración, la Iglesia no deja de dar a este fenómeno, hoy
siempre más evidente, una huella singular, caracterizada por un
fuerte carácter humanista, además de cristiano”.
En
su intervención, el arzobispo Kalathiparambil se centró en la
cuestión de los refugiados y subrayó la dificultad cada vez más
grande que encuentran a la hora de pedir asilo, citando en
particular, las medidas restrictivas impuestas en algunos países
para “obstaculizar el acceso al territorio”, como los “requisitos
para los visados, las sanciones aplicables a los que los transportan,
la lista de 'safe countries of origen' (países seguros de origen).
“Estas limitaciones-dijo- han incentivado las actividades de los
contrabandistas y de los traficantes, además de peligrosas travesías
por mar que han visto desaparecer entre las olas demasiadas vidas
humanas”.
“Todo
esto sucede -puntualizó- a pesar de las obligaciones de la comunidad
internacional sobre la protección de los refugiados y de los que
piden asilo, en el respeto de la declaración y del espíritu de los
derechos humanos, de los derechos del refugiado y del derecho
internacional humanitario. En primer lugar, está el acceso a la
petición de asilo que comprende también elementos primarios como
los alimentos, el alojamiento, las ropas y la asistencia médica. No
se insiste nunca bastante en que los que piden asilo se encuentran en
la situación de tener que hacer frente a viajes fuera de sus
fronteras y es derecho suyo no poseer documentos válidos de viaje o
de identidad”.
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