CIUDAD DEL VATICANO, 25 OCT 2005 (VIS).-Como anunciamos ayer, ofrecemos a continuación algunas de las 50 propuestas presentadas al Santo Padre por los padres sinodales para que elabore la exhortación apostólica sobre la XI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos dedicada al tema: "La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida y de la misión de la Iglesia", celebrada en el Vaticano del 2 al 23 de octubre de 2005.
LA REFORMA LITÚRGICA DEL CONCILIO VATICANO II (Propuesta 2)
La Asamblea Sinodal ha recordado con gratitud el influjo benéfico que la reforma litúrgica llevada a cabo a partir del Concilio Vaticano II ha ejercido en la vida de la Iglesia. Resaltó la belleza de la acción eucarística, que resplandece en el rito litúrgico. Ha habido abusos en el pasado, y hoy tampoco faltan, si bien han disminuido mucho. No obstante, episodios parecidos no pueden ensombrecer la bondad y validez de la reforma, que contiene todavía riquezas no exploradas plenamente; es necesario, más bien, prestar más atención al "ars celebrandi", en el que se favorece plenamente la "actuosa participatio".
EUCARISTÍA Y SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN (Propuesta 7)
Es tarea de gran importancia pastoral que el obispo promueva en la diócesis una recuperación decidida de la pedagogía de la conversión que nace de la Eucaristía y favorezca para ello la confesión individual frecuente.
El Sínodo recomienda vivamente a los obispos que no permitan en sus diócesis el recurso a las absoluciones colectivas, excepto en las situaciones objetivamente excepcionales establecidas en el Motu Proprio Misericordia Dei de Juan Pablo II.
En esta perspectiva habría que profundizar también en la dimensión de reconciliación, presente ya en la celebración eucarística, en particular el rito penitencial, para que se puedan vivir momentos verdaderos de reconciliación durante la misma.
ESCASEZ DE SACERDOTES (Propuesta 11)
El carácter central de la Eucaristía para la vida de la Iglesia nos hace sentir con dolor el problema de la grave escasez de clero en algunas partes del mundo. Muchos fieles se ven privados del Pan de vida. Para hacer frente al hambre eucarístico del pueblo de Dios, que a menudo durante largas temporadas debe privarse de la celebración eucarística, es necesario recurrir a iniciativas pastorales eficaces.
En este contexto, los Padres Sinodales han afirmado la importancia del don inestimable del celibato eclesiástico en la praxis de la Iglesia latina. Con referencia al Magisterio, en particular al Concilio Vaticano II y al de los últimos pontífices, los Padres han pedido que se explicasen adecuadamente a los fieles las razones de la relación entre el celibato y la ordenación sacerdotal, respetando plenamente la tradición de las Iglesias orientales. Algunos se han referido a los "viri probati", pero esta hipótesis se ha considerado como un camino no viable.
Además, hay que tener en cuenta que, para ofrecer el don eucarístico a todos los fieles, la calidad cristiana de la comunidad y su fuerza de atracción tienen un peso decisivo. En particular se trata de: impulsar a los pastores a la promoción de las vocaciones sacerdotales, (...) sensibilizar a la familias, (...) que los obispos y las familias religiosas, respetando el carisma propio, se preocupen de una distribución más equitativa del clero y pedir a los clérigos una gran disponibilidad para servir a la Iglesia donde haya necesidad.
DIES DOMINI (Propuesta 30)
Como fruto del año de la Eucaristía, el Sínodo recomienda vivamente que se lleven a cabo esfuerzos significativos para valorizar y vivir el Dies Domini en toda la Iglesia. Es necesario reafirmar el carácter central del domingo. (...) El domingo es verdaderamente el día en que se celebra con los demás a Cristo resucitado, día santificado y consagrado al Creador, día de reposo y disponibilidad.
Se debe dar a los cristianos la oportunidad, a través de la catequesis y la predicación, de meditar sobre el Dies Christi como día de la resurrección del Señor y por tanto, como fiesta de liberación, día regalado para gustar los bienes del Reino de Dios.
Esperamos que el Día del Señor sea también el día de los cristianos, respetado por la entera sociedad con el reposo del trabajo.
Si bien el sábado por la tarde pertenezca ya al domingo y esté permitido cumplir el precepto dominical con la Misa prefestiva, es necesario recordar que el domingo en sí mismo debe santificarse para que no sea un día "vacío de Dios".
LA UTILIZACIÓN DEL LATÍN EN LAS CELEBRACIONES LITÚRGICAS (Propuesta 36)
En la celebración de la Eucaristía, durante los encuentros internacionales, hoy cada vez más frecuentes, para expresar mejor la unidad y universalidad de la Iglesia proponemos:
que la (con)celebración de la Santa Misa sea en latín (excepto las lecturas, la homilía y la oración de los fieles); que se recen en latín las oraciones de la tradición de la Iglesia y eventualmente, se canten cantos gregorianos; recomendar que los sacerdotes, desde el Seminario, se preparen para comprender y celebrar la Santa Misa en latín, además de utilizar las oraciones latinas y valorizar el canto gregoriano; no dejar de lado la posibilidad de educar a los fieles en este sentido.
LOS DIVORCIADOS QUE SE HAN VUELTO A CASAR Y LA EUCARISTÍA (Propuesta 40)
En línea con los numerosos pronunciamientos del Magisterio de la Iglesia y compartiendo la dolorosa preocupación expresada por tantos Padres, el Sínodo de los Obispos reafirma la importancia de una actitud y una acción pastoral de atención y acogida con los fieles divorciados y que se han vuelto a casar.
Según la Tradición de la Iglesia Católica, no pueden ser admitidos a la Santa Comunión, porque se encuentran en condiciones de contraste objetivo con la Palabra del Señor que dio al matrimonio un valor indisoluble originario. (...) No obstante, los divorciados que se han vuelto a casar pertenecen a la Iglesia, que los acoge y sigue con atención especial para que cultiven una forma de vida cristiana a través de la participación en la Santa Misa -aunque no reciban la Santa Comunión-, la escucha de la Palabra de Dios, la Adoración Eucarística, la oración, la participación en la vida comunitaria, el diálogo de confianza con un sacerdote o maestro de vida espiritual, la dedicación a la caridad vivida, los actos de penitencia, la educación de los hijos. Cuando no se reconozca la nulidad del vínculo matrimonial y haya condiciones objetivas que, de hecho, hagan que la convivencia sea irreversible, la Iglesia les alienta a comprometerse a vivir su relación según las exigencias de la ley de Dios, transformándola en una amistad leal y solidaria; así podrán acercarse de nuevo a la mesa eucarística, con las atenciones previstas por la praxis eclesial, pero hay que evitar bendecir estas relaciones para que no se cree confusión entre los fieles acerca del valor del matrimonio.
Al mismo tiempo, el Sínodo desea que se haga todo lo posible tanto para garantizar el carácter pastoral, la presencia y la correcta y puntual actividad de los tribunales eclesiásticos para las causas de nulidad matrimonial, como para profundizar ulteriormente los elementos esenciales para la validez del matrimonio, teniendo incluso en cuenta los problemas surgidos del contexto de profunda transformación antropológica de nuestro tiempo, del que los mismos fieles corren el peligro de ser condicionados, especialmente cuando carecen de una formación cristiana sólida.
ADMISIÓN DE LOS FIELES NO CATÓLICOS A LA COMUNIÓN (Propuesta 41)
Basándonos en la comunión de todos los cristianos, ya activa por la acción del único Bautismo, si bien no de forma completa, sentimos que la separación en la mesa del Señor es dolorosa. Tanto en la Iglesia Católica como por parte de nuestros hermanos y hermanas no católicos, muy a menudo se pide con urgencia la posibilidad de comunión eucarística entre los cristianos católicos y los otros. Hay que aclarar que la Eucaristía no designa y lleva a cabo solamente nuestra comunión personal con Jesucristo, sino sobre todo la plena comunión de la Iglesia. Por lo tanto, pedimos que los cristianos no católicos comprendan y respeten el hecho de que para nosotros, según la entera tradición de fundamento bíblico, la Comunión eucarística y la comunión eclesial se pertenecen íntimamente y por ello, la Comunión eucarística con los cristianos no católicos no es posible generalmente. Todavía más, se excluye la concelebración ecuménica. Del mismo modo habría que aclarar que de cara a la salvación personal, la admisión de los cristianos no católicos a la Eucaristía, al sacramento de la Penitencia y a la Unción de enfermos, en determinadas situaciones individuales y bajo condiciones precisas, es posible e incluso recomendable.
EUCARISTÍA Y EMIGRANTES (Propuesta 45)
El Sínodo da las gracias a cuantos se dedican a este sector e invita a los obispos a la atención pastoral de los emigrantes. Se debe acoger a estos fieles como a miembros del mismo Cuerpo de Cristo, con independencia de su raza, su estatus o su condición, especialmente en las celebraciones eucarísticas. La caridad de Cristo urge a las otras Iglesias locales y a los institutos de vida consagrada a ayudar con generosidad a las diócesis que acogen a un gran número de emigrantes.
COHERENCIA EUCARÍSTICA DE POLÍTICOS Y LEGISLADORES CATÓLICOS (Propuesta 46)
Los políticos y legisladores católicos deben sentirse particularmente interpelados en su conciencia, rectamente formada, sobre la grave responsabilidad social de presentar y sostener leyes inicuas. No hay coherencia eucarística cuando se promueven leyes que van contra el bien integral del ser humano, contra la justicia y el derecho natural. No se puede separar la opción privada de la pública, poniéndose en contraste con la ley de Dios y la enseñanza de la Iglesia y esto también debe tenerse en consideración respecto a la realidad eucarística. A la hora de aplicar esta orientación, los obispos deben ejercitar la virtud de la fortaleza y de la prudencia, teniendo en cuenta las situaciones locales concretas.
DIMENSIÓN SOCIAL DE LA EUCARISTÍA (Propuesta 48)
El sacrificio de Cristo es misterio de liberación que nos interpela. En el compromiso por transformar las estructuras injustas para restablecer la dignidad del ser humano, creado a imagen y semejanza de Dios, la Eucaristía asume en la vida el significado que tiene en la celebración. Este movimiento dinámico se abre a la dimensión del mundo, poniendo en duda el proceso de globalización que, con frecuencia, acentúa la diferencia entre países ricos y pobres; denuncia a aquellas potencias políticas y económicas que dilapidan las riquezas de la tierra; subraya las graves exigencias de la justicia distributiva frente a las desigualdades que claman al cielo; alienta a los cristianos a comprometerse y a trabajar en la vida política y social. (...) Quienes participan en la Eucaristía deben comprometerse en la construcción de la paz en nuestro mundo, marcado por tantas violencias y guerras y hoy de modo particular por el terrorismo, la corrupción económica y la explotación sexual. Las condiciones para construir una paz verdadera son la restauración de la justicia, la reconciliación y el perdón.
SE/PROPUESTAS/... VIS 20051025 (182)