CIUDAD DEL VATICANO, 6 DIC 2003 (VIS).-Juan Pablo II recibió esta mañana a los obispos de las provincias francesas de Rennes y Rouen al final de su visita "ad limina". En su discurso el Papa se centró en la crisis de vocaciones en estas regiones y en la formación de los seminaristas.
Refiriéndose al primer tema el Santo Padre afirmó: "Desde hace 30 años se asiste a una lenta pulverización del número de sacerdotes, que se ha acentuado en los últimos tiempos. Además, se han puesto en marcha numerosas iniciativas en las diócesis de Francia para reverdecer la pastoral de las vocaciones, para suscitar una nueva toma de conciencia en las comunidades cristianas, para interpelar a los jóvenes, para recordar la responsabilidad de los sacerdotes en el llamamiento".
Después, el Papa invitó a los obispos a no "ceder al desaliento" y les recordó que en su país "los seminarios tienen una larga historia y una rica experiencia", si bien las condiciones pastorales actuales no permiten que, según prevé el Derecho Canónico, cada diócesis cuente con un seminario para la formación de los futuros sacerdotes. Aún así, prosiguió el Santo Padre, "la experiencia demuestra que la agrupación de fuerzas es a menudo necesaria y puede traducirse en un dinamismo real".
"El seminario -subrayó- debe ser una institución estable, visible y reconocida en la diócesis, (…) incluso si acoge a candidatos llegados de diócesis diversas y se encuentra en otra diócesis. El obispo debe preocuparse de estar presente en la vida del seminario, visitándolo en persona o a través de un delegado y encontrándose regularmente con los formadores y seminaristas. En este contexto, podría ser de gran utilidad un acuerdo entre los obispos de Francia para estudiar junto a los formadores la cuestión de la repartición de los seminarios, de forma que no estén demasiado alejados de las diócesis que les confían sus candidatos".
El Santo Padre abordó entonces la llamada a la vocación de los jóvenes y recalcó que entre las "múltiples dificultades que encuentran para responder a la llamada" se pueden destacar tres. "La primera es el temor del compromiso a largo plazo (…) en un mundo ligado esencialmente a la satisfacción instantánea. Es ciertamente un freno (…) que se podrá superar solamente dándoles confianza en una perspectiva a medida de la esperanza cristiana".
"La segunda dificultad concierne a la proposición misma del ministerio sacerdotal (…) devaluado a menudo ante la opinión pública (…) y cuyos contornos parecen desdibujados, difícilmente identificables para los jóvenes. Por tanto, hay que apoyar al ministerio ordenado, otorgándole el lugar que le corresponde en la Iglesia, en un espíritu de comunión que respeta las diferencias (…) y no en un espíritu de competición perjudicial con el laicado. La tercera dificultad (…) concierne a la relación misma de los jóvenes con el Señor. Su conocimiento de Cristo es a menudo superficial y relativo. Está claro que todo lo que pueda favorecer (…) un descubrimiento auténtico de la persona de Jesús y de la relación viva con él (…) será beneficioso para el despertar de las vocaciones".
"Velad pues, -concluyó- para que los diversos servicios especializados que contribuyen con su estrecha colaboración a nutrir la vida diocesana, la pastoral familiar, la catequesis, la pastoral de los jóvenes, estén abiertos generosamente a esta perspectiva vocacional".
AL/…/FRANCIA VIS 20031209 (560)
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