CIUDAD DEL VATICANO, 8 DIC 2003 (VIS).-"La Iglesia celebra hoy la Inmaculada Concepción de la Virgen María", dijo el Papa ante miles de peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro para el rezo del Angelus.
El Santo Padre afirmó que "María, escogida para ser la Madre del Verbo encarnado, es al mismo tiempo la primicia de su obra redentora. La gracia de Cristo Redentor ha actuado en Ella antes, preservándola del pecado original y de todo contagio de culpa.
"Por eso -continuó-, María es la 'llena de gracia', como afirma el Angel cuando le anuncia su maternidad divina. La mente humana no puede pretender comprender un prodigio y un misterio tan grande. Es la fe la que nos revela que la Inmaculada Concepción de la Virgen es signo de salvación para todas las criaturas humanas, peregrinas en la tierra. También la fe nos recuerda que, en virtud de su singular condición, María es nuestro apoyo sólido en la dura lucha contra el pecado y sus consecuencias".
Juan Pablo II invitó a los fieles a unirse al homenaje a la Inmaculada que realizará esta tarde en la Plaza de España. "Con esta peregrinación -dijo- entramos en el 150 aniversario del acto solemne del magisterio de la Iglesia" por el que el beato Pío IX proclamó el dogma de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854 y quiso que como recuerdo se colocase sobre una columna la imagen de la Virgen.
A las 17,00 el Papa llegó en papamóvil a la Plaza de España para el tradicional homenaje a la Virgen. Después de bendecir un cesto de rosas, que se colocó a los pies de la columna de la Inmaculada, dijo unas palabras.
"'¡Reina de la paz, ruega por nosotros!' A Ti -exclamó el Santo Padre- se dirige nuestra mirada con mayor trepidación, a Ti recurrimos con pertinaz confianza en estos tiempos marcados por no pocas incertidumbres y temores por el futuro de nuestro planeta. A Ti, primicia de la humanidad redimida por Cristo, finalmente liberada de la esclavitud del mal y del pecado, elevamos juntos una súplica afligida y confiada: escucha el grito de dolor de las víctimas de las guerras y de tantas formas de violencia, que ensangrientan la tierra. ¡Aclara las tinieblas de la tristeza y de la soledad, del odio y de la venganza. Abre la mente y el corazón de todos a la confianza y al perdón!".
A la "Madre de Misericordia y de esperanza", Juan Pablo II pidió para los hombres y mujeres del tercer milenio "el don precioso de la paz: paz en los corazones y en las familias, en las comunidades y entre los pueblos; paz sobre todo para aquellas naciones donde se sigue combatiendo y muriendo cada día. Haz que los seres humanos, de todas las razas y culturas, encuentren y acojan a Jesús, venido a la tierra en el misterio de la Navidad para donarnos 'su' paz. María, Reina de la paz -terminó-, danos a Cristo, verdadera paz del mundo!".
JPII-INMACULADA/…/… VIS 20031209 (500)
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