Ciudad
del Vaticano, 26 diciembre 2015 (VIS).- ''Hoy celebramos la Fiesta de
San Esteban. El recuerdo del primer mártir sigue inmediatamente a la
Solemnidad de la Navidad'', ha recordado el Papa a medio día de hoy
desde la ventana de su estudio, en el Palacio Apostólico Vaticano,
desde donde se asomó para rezar el Ángelus con los fieles y
peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro. ''Ayer contemplamos el
amor misericordioso de Dios, que se ha hecho carne por nosotros -ha
dicho- hoy vemos la respuesta coherente del discípulo de Jesús, que
da su vida. Ayer nació en la tierra el Salvador; hoy nace para el
cielo su testigo fiel. Ayer, como hoy, aparecen las tinieblas del
rechazo de la vida, pero brilla más fuerte aún la luz del amor, que
vence el odio e inaugura un mundo nuevo''.
''Hay
un aspecto particular en el relato de hoy de los Hechos de los
Apóstoles, que acerca a San Esteban al Señor. Es su perdón antes
de morir lapidado. Jesús, clavado en la cruz, había dicho: ''Padre,
perdónalos porque no saben lo que hacen''; de modo semejante,
Esteban 'arrodillándose, exclamó en voz alta: ''Señor, no les
tengas en cuenta este pecado'''. Por tanto, Esteban es mártir, que
significa testigo, porque hace como Jesús; en efecto, es un
verdadero testigo que se comporta como Él: que reza, que ama, que
dona, pero, sobre todo, que perdona, porque el perdón, como dice la
misma palabra, es la expresión más alta del don''.
''Podríamos
preguntarnos, ¿para qué sirve perdonar? ¿Es sólo una buena acción
o da resultados? Encontramos una respuesta precisamente en el
martirio de Esteban. Entre aquellos por los cuales él imploró el
perdón había un joven llamado Saulo; éste perseguía a la Iglesia
y trataba de destruirla. Poco después Saulo llegó a ser Pablo, el
gran Santo, el Apóstol de las gentes. Había recibido el perdón de
Esteban. Podemos decir que Pablo nace de la gracia de Dios y del
perdón de Esteban. También nosotros nacemos del perdón de Dios. No
sólo en el Bautismo, sino cada vez que somos perdonados nuestro
corazón renace, es regenerado. Cada paso hacia adelante en la vida
de la fe lleva impreso al inicio el signo de la misericordia divina.
Porque sólo cuando somos amados podemos amar. ¡Recordémoslo, nos
harán bien!: Si queremos avanzar en la fe, ante todo es necesario
recibir el perdón de Dios; encontrar al Padre, que está dispuesto a
perdonar todo y siempre, y que precisamente perdonando cura el
corazón y reaviva el amor''. El Papa ha destacado que ''jamás
debemos cansarnos de pedir el perdón divino, porque sólo cuando
somos perdonados, cuando nos sentimos perdonados, aprendemos a
perdonar''.
Francisco
reconoció que perdonar no es una cosa fácil, ''es siempre muy
difícil'' -dijo-. Y explicó que para imitar a Jesús y disculpar
las pequeñas o grandes ofensas que sufrimos cada día hay que
comenzar por la oración, como hizo Esteban. ''Se comienza por el
propio corazón: podemos afrontar con la oración el resentimiento
que experimentamos, encomendando a quien nos ha hecho el mal a la
misericordia de Dios... Después se descubre que esta lucha interior
para perdonar purifica del mal y que la oración y el amor nos
liberan de las cadenas interiores del rencor… A través del perdón
vencemos el mal con el bien, transformamos el odio en amor y así
hacemos que el mundo sea más limpio''. Antes de concluir ha
encomendado a la Virgen María, a todos aquellos que ''como San
Esteban padecen persecuciones en nombre de la fe, nuestros mártires
de hoy'' y para que oriente nuestra oración ''para recibir y donar
el perdón''.
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