Ciudad
del Vaticano, 5 de octubre de 2015 (Vis).-Esta mañana a las 9 se ha
abierto en el Vaticano la XIV Asamblea General Ordinaria del Sínodo
de los Obispos dedicada a ''La vocación y la misión de la familia
en la Iglesia y en el mundo contemporáneo''. En presencia del Santo
Padre ha tomado la palabra en primer lugar el cardenal hondureño
Oscar Andres Rodríguez Maradiaga, invitando a los Padres Sinodales a
una breve meditación, que resumía las intenciones y el espíritu de
la asamblea.
''Hermanos
que venimos de los cuatro puntos cardinales convocados por Pedro,
movidos por el amor al Señor Jesús y a la Madre Iglesia – ha
dicho-. San Pablo nos ha invitado precisamente a la alegría. Esa
alegría del Evangelio que el Papa Francisco proclama incansablemente
por todo el mundo. Pero como él mismo nos ha dicho: “El gran
riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de
consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo
y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la
conciencia aislada. A veces nos entristece escuchar como el mundo ha
enfocado este Sínodo pensando que venimos como dos bandos opuestos a
defender posiciones irreductibles. Por eso “Con Jesucristo siempre
nace y renace la alegría”.
''Anímense
-ha proseguido- No somos una Iglesia en vía de extinción ni mucho
menos. La familia tampoco, aunque está amenazada y combatida.
Tampoco venimos a llorar ni a lamentarnos por las dificultades. Ya
el Salmo 26 nos dice: “Sé valiente, ten ánimo. Espera en el
Señor” .Tengan un mismo sentir: Todos buscamos la unanimidad que
viene del diálogo, no de las ideas defendidas a ultranza. San Pablo
nos recuerda: “Tengan los mismos sentimientos de Cristo” Vivan
en paz : Y como nos dice Evangelii Gaudium: El diálogo es la
contribución a la paz, porque la Iglesia proclama “el evangelio de
la paz” . Al anunciar a Jesucristo, que es la paz en persona la
Madre Iglesia nos anima a ser instrumento de pacificación y
testimonio creíble de una vida reconciliada .Es hora de saber cómo
diseñar en una cultura que privilegie el diálogo como forma de
encuentro, la búsqueda de consensos y acuerdos. No necesitamos un
proyecto de unos pocos para unos pocos, o una minoría ilustrada o
testimonial que se apropie de un sentimiento colectivo''.
''Por
eso queremos comenzar el Sínodo en paz -finalizó- No es la paz del
mundo, hecha de componendas y compromisos que tantas veces no se
cumplen. Es la paz de Cristo, la paz con nosotros mismos.Y la
conclusión es evidente: “El Dios de la caridad y la paz estará
con Ustedes” Por eso podemos decirle: “Quédate con nosotros
Señor” No precisamente porque el día está terminando, sino
porque está comenzando. Un nuevo día para las familias del mundo,
creyentes o no creyentes, familias cansadas de las incertidumbres y
dudas sembradas por diversas ideologías, como las de la
deconstrucción, contradicciones culturales y sociales, fragilidad y
soledad entre otras. Quédate con nosotros Señor para que este
Sínodo produzca un camino de alegría y esperanza para todas las
familias''.
El
Santo Padre tomó entonces la palabra para introducir los trabajos de
la primera jornada, explicando que ''el Sínodo no es un convenio o
un parlatorio, un parlamento o un senado donde uno se pone de
acuerdo''. ''El Sínodo es -recalcó- una expresión eclesial, es
decir, es la Iglesia que camina junta para leer la realidad con los
ojos de la fe y con el corazón de Dios, es la Iglesia que se
interroga sobre su fidelidad al depósito de la fe, que para ella no
representa un museo que contemplar y tampoco solamente que
salvaguardar, sino una fuente viva de la que la Iglesia bebe para
iluminar el depósito de la vida''.
El
Sínodo es además ''un espacio protegido donde la Iglesia
experimenta la acción del Espíritu Santo. En el Sínodo el Espíritu
habla por la lengua de todas las personas que se dejan guíar por el
Dios que sorprende siempre, por el Dios que revela a los pequeños lo
que esconde a los sabios y a los inteligentes, el Dios que ha creado
la ley y el sábado para el hombre y no viceversa, el Dios que deja
las noventa y nueve ovejas para buscar a la única oveja perdida, el
Dios que es siempre más grande que nuestra lógica y nuestros
cálculos. No obstante, recordemos, que el Sínodo será un espacio
de la acción del Espíritu Santo solo si nosotros, los
participantes, nos revestimos de coraje apostólico, humildad
evangélica y oración confiada''.
''El
coraje apostólico que no se asusta ni por las seducciones del mundo,
que tienden a apagar en el corazón de los seres humanos las luces de
la verdad sustituyéndolas con luces pequeñas y ocasionales, y
tampoco por el endurecimiento de algunos corazones que -a pesar de
las buenas intenciones- alejan a las personas de Dios'', subrayó el
Pontífice.
''La
humildad evangélica que sabe vaciarse de las convicciones y
prejuicios propios para escuchar a los hermanos obispos y llenarse
de Dios. La humildad que lleva a no señalar con el dedo a los demás
para juzgarlos, sino a tenderles la mano para levantarlos sin
sentirse nunca superiores a ellos''.
''La
oración confiada que es la acción del corazón cuando se abre a
Dios, cuando hacemos que se callen todos nuestros humores para
escuchar la voz suave de Dios que habla en el silencio. Sin escuchar
a Dios todas nuestras palabras serán solamente 'palabras' que ni
sacian ni sirven. Sin dejarnos guiar por el Espíritu Santo todas
nuestras decisiones serán solo 'decoraciones' que en vez de exaltar
el Evangelio lo tapan y lo esconden''.
''Queridos
hermanos -concluyó Francisco- Como ya he dicho, el Sínodo no es un
parlamento donde para llegar a un consenso o a un acuerdo común se
recurre a la negociación, al pacto o a los compromisos; el único
método del Sínodo es abrirse al Espíritu Santo con coraje
apostólico, con humildad evangélica con oración confiada para que
El nos guíe, nos ilumine y ponga ante nuestros ojos no nuestros
pareceres personales, sino la fe en Dios, la fidelidad al magisterio,
el bien de la Iglesia y la salud de las almas''.
Después
intervino el Presidente delegado, el cardenal arzobispo de París
André Vingt-Trois que refirió cómo la decisión del Pontífice de
convocar dos sesiones del Sínodo de los Obispos sobre la misión de
la familia en el mundo contemporáneo había sido fructífera y el
episcopado ha sido testigo de ello ya que las iglesias particulares
se han esforzado en dar una aportación al trabajo común
respondiendo al cuestionario que debía dar forma al Instrumentum
Laboris. ''Nuestro sínodo -afirmó- lo lleva adelante la Iglesia''.
El purpurado habló también del Motu Proprio Mitis Iudex Dominus
Jesus con el cual el Santo Padre reforma los procedimientos canónicos
relativos a la validez sacramental de los matrimonios que representa
una indicación preciosa sobre el espíritu con que se abordará esta
fase de trabajo sinodal. ''Sin poner en tela de juicio la tradición
sacramental de nuestra Iglesia, ni su doctrina sobre la
indisolubilidad del matrimonio nos habéis invitado a compartir
nuestras experiencias pastorales -dijo- y a ponernos en marcha por
los caminos de la misericordia a los que el Señor invita a todos los
que lo desean y que pueden, a entrar en un territorio de conversión
de cara al perdón''.
A
continuación el cardenal Lorenzo Baldisseri, Secretario General del
Sínodo, explicó cuales eran las modalidades de esta asamblea
extraordinaria, desde el tiempo a disposición para la intervención
de los Padres en el aula, hasta el mayor espacio concedido a los
Círculos Menores donde el debate será más intenso, al igual que la
importancia concedida a las intervenciones de los cónyuges y las
relaciones de los participantes en el Sínodo con los medios de
comunicación.
Por
ultimo, el relator general, el cardenal arzobispo de
Ezstergom-Budapest, Peter Erdo, ilustró la primera parte del
Instrumentum Laboris que abarca la escucha de los retos sobre la
familia, colocándolos en el contexto socio-cultural contemporáneo y
sus cambios antropológicos, caracterizados entre otras cosas por una
''fuga de las instituciones'', que conlleva una inestabilidad
institucional y un predominio del individualismo y el subjetivismo.
Habló después del discernimiento de la vocación familiar, de la
pedagogía divina de la familia y de la indisolubilidad como don y
tarea, recordando a la familia en el magisterio de la Iglesia y su
dimensión misionera, así como a las familias ''heridas''
situándolas en el ámbito de la misericordia y la verdad revelada.
El cardenal tocó el tema de la dimensión evangelizadora de la
familia y del acompañamiento eclesial de los núcleos familiares y
no olvidó el argumento de la responsabilidad generativa ni los retos
de la educación.
''Escuchando
la Palabra de Dios -finalizó- nuestra respuesta debe manifestar la
atención sincera y fraterna a las necesidades de nuestros
contemporáneos para transmitirles la verdad liberadora y ser
testigos de la misericordia más grande. Para hacer frente a los
retos de la familia hoy, la Iglesia también debe convertirse y
hacerse más viva, más personal, más comunitaria comprendido el
ámbito parroquial y de las pequeñas comunidades. Parece que ese
despertar comunitario esté ya sucediendo en muchas partes. Para que
sea más general y cada vez más profundo pidamos la luz del Espíritu
Santo para que nos indique también que pasos concretos hay que dar.
Así, ''La vocación y la misión de la familia en la Iglesia y en el
mundo contemporáneo'', tema del presente Sínodo, se presenta bajo
una luz serena y concreta que nos hace crecer en la esperanza y en la
confianza en la misericordia de Dios. Esa misericordia a la que el
Papa ha querido dedicar un Jubileo extraordinario. Demos gracias al
Santo Padre por esta elección de esperanza y confiamos nuestros
trabajos a la Sagrada Familia de Nazaret''.
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