Ciudad
del Vaticano, 3 de octubre de 2015 (Vis).-Con motivo de la festividad
de san Miguel Arcángel, patrono del Cuerpo de la Gendarmería del
Estado de la Ciudad del Vaticano, el Papa Francisco ha celebrado
esta mañana la santa misa en la capilla de la Gobernación a la que
han asistido los miembros de ese Cuerpo.
El
Santo Padre recordó en la homilía la lucha de san Miguel contra
Satanás, afirmando que ''hay una guerra entre el bien y el mal,
donde hay que elegir que queremos si el uno o el otro. Pero ... los
métodos de guerra de estos enemigos son totalmente opuestos...En la
oración inicial... pedimos la gracia de que el arcángel san Miguel
nos defienda contra las 'insidias' del demonio. Y este es uno de los
métodos del demonio, sembrar insidia''.
Después
explicó ''los tres grados del método de la serpiente antigua, del
demonio. El primero tener cosas, en este caso el pan, las riquezas
que te llevan lentamente a la corrupción y esta historia de la
corrupción no es una fábula, existe en todos los lugares. Hay tanta
gente que vende el alma por dos monedas, vende la felicidad, la vida,
todo. Es el primer grado, dinero, riqueza. Después, cuando tienes
dinero, te sientes importante. El segundo grado es la vanidad. Lo que
decía el diablo a Jesús: ''Subamos a la terraza del templo.
¡Tiráte!, ¡Haz un gran espectáculo”. Vivir por la vanidad. El
tercer grado es el poder, el orgullo, la soberbia: ''Te doy todo el
poder del mundo, tu serás el que manda''.
''Esto
nos pasa también a nosotros en las pequeñas cosas- afirmó-
Demasiado apegados a la riqueza; nos gusta cuando nos alaban,
hacemos como el pavo real. Y tanta gente se vuelve ridícula. La
vanidad te hace ridículo. O, al final, cuando tienes poder, te
sientes Dios, y este es el gran pecado''.
''Vosotros
desempeñáis un trabajo difícil, donde siempre hay contrastes y
tenéis que poner las cosas en su sitio para evitar muchas veces
delitos o reatos. Rezad mucho para que el Señor por la intercesión
de san Miguel arcángelo os defienda de toda tentación de corrupción
por el dinero, por las riquezas, la vanidad o la soberbia. Y cuánto
más humilde, como Jesús, cuanto más humilde sea vuestro servicio,
más fecundo y más útil será para todos nosotros''. ''Que el Señor
nos ayude en esta lucha de todos los días -finalizó- pero no por
nosotros, es una lucha para el servicio, porque sois personas de
servicio: de servicio a la sociedad, a los demás, de servicio para
que crezca la bondad en el mundo''.
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