Ciudad
del Vaticano, 14 marzo 2015 (VIS).-''El Sacramento de la
Reconciliación nos permite acercarnos con confianza al Padre para
tener la certeza de su perdón. Él es verdaderamente ''rico de
misericordia'' y la difunde con abundancia sobre aquellos que
recurren a Él con corazón sincero''. Fueron las palabras del Papa
en la homilía de la celebración penitencial en la basílica de San
Pedro en la tarde del viernes. ''La transformación del corazón que
nos lleva a confesar nuestros pecados -continuó- es “don de Dios”:
nosotros solos no podemos. Poder confesar nuestros pecados es un don
de Dios, es un regalo, es “obra suya”....Al salir del
confesionario, sentiremos su fuerza que restaura la vida y devuelve
el entusiasmo de la fe. Después de la confesión renacemos''.
''La
llamada de Jesús – afirmó- nos empuja a cada uno a no
detenernos nunca en la superficie de las cosas, sobre todo cuando
tenemos de frente una persona. Estamos llamados a mirar más allá, a
''apostar por el corazón'' para ver de cuánta generosidad cada uno
es capaz. Ninguno puede ser excluido de la misericordia de Dios.
Todos conocen el camino para llegar allí y la Iglesia es la casa que
a todos acoge y a ninguno rechaza. Sus puertas están abiertas de
par en par, para que los tocados por la gracia puedan encontrar la
certeza de su perdón. Cuanto más grande es el pecado, más grande
debe ser el amor que la Iglesia expresa hacia aquellos que se
convierten''.
Francisco
reveló que había pensado frecuentemente en cómo la Iglesia pueda
hacer más evidente su misión de ser testigo de su misericordia.
''Es un camino -dijo- que inicia con una conversión espiritual. Y
tenemos que recorrer este camino. Por eso, he decidido convocar un
Jubileo extraordinario cuyo centro sea la misericordia de Dios. Será
un Año Santo de la Misericordia. Lo queremos vivir a la luz de la
palabra del Señor: ''Sed misericordiosos como el Padre''. Y esto
vale especialmente para los confesores.. ¡Tanta misericordia!''.
''Estoy
convencido -terminó -de que toda la Iglesia, que tiene tanta
necesidad de recibir misericordia, porque somos pecadores, encontrará
en este Jubileo la alegría para redescubrir y hacer más fecunda la
misericordia de Dios, con la cual todos estamos llamados a consolar a
cada hombre y a cada mujer de nuestro tiempo. No olvidemos que Dios
perdona todo, y Dios perdona siempre. No nos cansemos de pedir
perdón. Confiemos este año desde ahora a la Madre de la
Misericordia, para que nos mire y vele sobre nuestro camino: Nuestro
camino penitencial, nuestro camino con el corazón abierto, durante
un año, para recibir la indulgencia de Dios, para recibir la
misericordia de Dios''.
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