Ciudad del Vaticano, 24 enero 2015
(VIS).- ''En los últimos años, a pesar de
algunas incomprensiones y dificultades, se ha avanzado en el diálogo
interreligioso, incluso también con los fieles del Islam. Para ello,
es esencial el ejercicio de la escucha. No es sólo una condición
necesaria en un proceso de entendimiento mutuo y de coexistencia
pacífica, sino también un deber pedagógico con el fin de ser
"capaces de reconocer los valores de los demás, entender las
preocupaciones subyacentes a sus demandas, y llevar a cabo
convicciones comunes''. Es lo que ha dicho el Papa al recibir esta
mañana a los participantes al encuentro organizado por el Pontificio
Instituto de Estudios Árabes e Islámicos (PISAI), con motivo del 50
aniversario de su apertura. El encuentro se ha llevado a cabo en la
Pontificia Universidad Urbaniana (22-24 de enero) bajo el lema:
''Estudiar y comprender la religión del otro''.
Francisco ha
destacado la necesidad de una adecuada formación, ''para que, firme
en su propia identidad, se pueda crecer en el conocimiento mutuo. Hay
que tener cuidado -añadió- de no caer en las trampas de un
sincretismo conciliador, que al final es solamente un presagio vacío
de un totalitarismo sin valores. Un enfoque práctico y complaciente,
que dice que sí a todo para evitar problemas, termina siendo una
manera de engañar al otro y negarle el beneficio que uno ha recibido
como un regalo para compartir con generosidad. Esto nos invita, en
primer lugar, a volver a los fundamentos''.
''Al comienzo del
diálogo está el encuentro -continuó-. Con él se genera el primer
conocimiento de la otra persona. Pero, si se inicia desde el
presupuesto de que todos pertenecemos a la naturaleza humana, se
pueden superar los prejuicios y la falsedad, y se puede comenzar a
entender a la otra persona desde una nueva perspectiva''. Francisco
manifestó que tal vez nunca se ha necesitado tanto como ahora de una
institución dedicada expresamente a la investigación y a la
formación de un diálogo con los musulmanes porque, ''el antídoto
más eficaz contra cualquier forma de violencia es la educación en
el descubrimiento y la aceptación de la diferencia como riqueza y
crecimiento''. Tarea, que según afirma el Papa, no es fácil, pero
que ''nace y madura a partir de un fuerte sentido de
responsabilidad''.
''El diálogo
islámico-cristiano -prosiguió-, en particular requiere paciencia y
humildad que acompañan a un estudio a fondo, ya que la aproximación
y la improvisación pueden ser contraproducentes o incluso causar
incomodidad y embarazo. Necesitamos un compromiso duradero y continuo
para que las diferentes situaciones y los diferentes contextos no nos
sorprendan desprevenidos. Por esta razón es necesaria una formación
específica, que no se limite al análisis sociológico, sino que
tenga las características de un camino entre personas pertenecientes
a religiones que, aunque de diferentes maneras, se refieren a la
paternidad espiritual de Abraham. La cultura y la educación no son
secundarias en un verdadero proceso de acercamiento hacia el otro que
respete de cada persona, ''su vida, su integridad física, su
dignidad y los derechos que surjan, su reputación, su propiedad, su
identidad étnica y cultural, sus ideas y sus decisiones políticas''.
El
Pontífice confesó su deseo de que dicho Instituto, al que calificó
de valioso, sea siempre un punto de referencia para la formación de
los cristianos que trabajan en el campo del diálogo interreligioso y
que pueda instaurar una fructífera colaboración con los otros
Ateneos pontificios. Asimismo, concluyó animando a la comunidad del
PISAI '' a no traicionar nunca la tarea primordial de la escucha y el
diálogo, basado en identidades claras, en la investigación
apasionada, paciente y rigurosa de la verdad y la belleza, sembradas
por el Creador en el corazón de cada hombre y mujer, y realmente
visibles en cada auténtica expresión religiosa''.
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